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Una enfermedad orgánica, más una enfermedad social, engendrada por la burocracia y el mal humor.

Mientras, nuevos grupos de políticos tratan de asociarse para arreglar los zafarranchos pasados, sin darnos garantías que no cometerán otros nuevos.

Una noticia de Infobae me alegró está muy fría mañana (23/05/2019): la Sala A de la Cámara Federal de Rosario falló contra la Obra Social de Docentes Particulares (OSDOP), debiendo pagar a la madre de una paciente $100.000, por haber dilatado la cobertura médica necesaria a su hija discapacitada, que tenía ya orden judicial previa de prestación, y "haberle hecho perder horas de vida” en trámites para conseguir lo que le era justo y necesario.

Siempre pensé que una enfermedad es algo tan desolador, como para que sumemos a su desgracia preocupaciones económicas, sobre cómo afrontar la curación o al menos el cuidado. Las obras sociales deberían solucionar o atemperar este problema. Pero vemos que a veces lo hacen a regañadientes, con insensatas dilaciones. Si a una enfermedad orgánica le sumamos una enfermedad social, engendrada por la burocracia y el mal humor, tendremos un pequeño infierno.

Los familiares directos de un enfermo tienen ya suficiente carga para que se le sumen colas, esperas, turnos larguísimos, volver una y otra vez: “esta planilla no fue bien llenada, falta este o aquel certificado, el médico o el auditor están de vacaciones, hay paro, hubo paro, habrá paro... no se entiende la letra, falta el sello, olvidó el sello, no hay sistema desde el lunes, cambiaron los horarios, si tiene quejas al fondo está el libro...”. Y mientras tanto la espera de "un algo" se alarga y se alarga.

¡Cuánto nerviosismo, cuánta dignidad herida, cuánta desilusión es el costo de esas esperas, de esa sordera, de tanta falta de humanidad, en suma!

Como, mal que nos pese, todos somos un poco hijos del rigor, esta medida debería alertar a las obras sociales a mejorar la eficiencia en su trabajo, lo cual se traducirá en una labor más humana y satisfactoria para todos. Ver una sonrisa de satisfacción en un enfermo que mejora o en un tullido al que se le dice: “mañana tienes tu prótesis” o "el medicamento para tu padre está ya aquí”, si esto no equivale a un nuevo aunque pequeño amanecer, si no es así, cambiemos de trabajo.

Nunca pensé que iba a aplaudir a una Cámara Federal. Ahora lo hago. Y supongo que la dilación y pérdidas de tiempo en trámites no podrán ser más características de la Justicia, si así lo fueran.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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