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Los Moyano y sus agregados son una gran familia, en todos los sentidos que se le pueda dar a la palabra familia. Que es lo mismo que decir que la misma da para todo y, para expresarlo de una manera sofisticada, podemos aludir a “polirubros”. Una ocurrencia de dar en el blanco, ya que se ignora la cantidad de kioscos de los que son dueños.

No es extraño que por eso haya tantos que les tengan mucho miedo, a diferencia de Majul que los boconea desde lejos. La cuestión es saber si fue ese el motivo por el que el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo -dicho sea de paso, un nombre largo para ejemplificar lo que se había dicho desde el principio, cuando mencioné la discriminación- y que explica que cuando hablamos del mismo se lo mencione como Inadi, parece tenerle miedo a esos hermanos nuestros, que según dicen empezaron siendo camioneros.

La cuestión es que según cuentan, en una oportunidad ya olvidada, o que al menos yo no sé si alguna vez supe de ella o es que no recuerdo, el padrino familiar se sintió muy enojado, por vaya a saber qué cosa le había hecho o dicho Graciela Ocaña y la trató de “cucaracha”.

Contado de una manera más completa, porque cuando no es así, siempre la excusa que se usa para buscar aclarar lo que ya estaba claro es que lo que se lee “ha sido sacado de contexto”, lo que don Hugo explicó es: “Yo no le digo hormiga. Le digo cucaracha, no trabajó nunca nada. Lo único que hizo fue denunciar”.

Palabras ellas cargadas de menosprecio, que tenían como única verdad que Graciela se ha ocupado de hacer denuncias de hechos que por lo general han resultado ciertos; pero nada parecido a Lilita y Margarita, que comparándolas con Graciela son verdaderas denunciadoras seriales, lo que me lleva a preguntarme a qué insecto echará mano para designarlas.

Pero no quiero olvidarme ni de Hugo, ni de Graciela. Y del hecho que ella, al enterarse de lo que había dicho el otro, lo denunció al Inadi por discriminación. Y el Inadi -asustado o no- rechazó la denuncia, sosteniendo que en los dichos de Hugo no encontraba discriminación, “porque no basta el insulto, el agravio o la ofensa para que exista discriminación”.

No voy a entrar en discusiones de leguleyo, en las que por mi falta de entrenamiento voy a quedar forzosamente enredado. Pero, sin que ello signifique de mi parte ni una falta de respeto al Inadi y mucho menos a Moyano, a mí me parece que a Graciela le asistía razón. Porque al ser tratada de cucaracha, se hacía algo más que cometer un acto de discriminación. Sino que con esa palabras venía a desnudar deseos de aniquilación de alguien a quien, negándosele todo rasgo humano, se lo podría aplastar y hacer prácticamente desaparecer con solo acertarle con un zapatazo.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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