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No quiero que este día termine. La implacable certeza de que, mientras escribo estas líneas, el domingo 18 de diciembre de 2022 se extingue me angustia. Atravesamos infinitos estados este día, pero la felicidad es tan inmensa como la seguridad de que se va a terminar.

O no del todo. Porque vivirá en cada argentino, o hincha de este selección argentina (cosa novedosa, si se permite encontrar novedad a esta altura de los campeonatos del mundo), por cada día que pase de acá en más. “Finales habrás muchas, pero de esta no me olvido más”, me dijo un amigo con esa seguridad que no voy a contradecir.

De acá en más está en todos nosotros, estimados lectores, en replicar la gesta de Lionel Messi y compañía, compartir historias, construir nuevas, recrearlas y volverlas aún más épicas. Porque la distancia, volviendo al tiempo y su obstinado correr siempre hacia adelante, también servirá para dar más dimensión a lo hecho.

Mbappé es un jugador de época, endiablado gambeteador, frío definidor y velocista como pocos. Es pícaro, no pierde los estribos, hasta parece que siquiera transpira, pero está en todos los momentos decisivos. Arrastrando un marca, definiendo o surcando el césped para hacer un espacio donde otros no lo vemos. Su carrera, que acabará cuando los mundiales hayan superado el centenario de aquella primera vez en Montevideo, agigantará más la victoria de hoy.

La eternidad de esta tercera consagración mundial de la “ilusión argentina de fútbol”, que se convirtió en la “concreción argentina del fútbol”, la darán nuestros hijos, los de ellos y los de todos aquellos que alguna vez dirán palabras como “Lío”, “Messi” o “Pulga” y automáticamente recuerden este Qatar 2022 como SU MUNDIAL.

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Su sonrisa antes, durante y después del penal ejecutado por Montiel son un canto a la vida. Traigo aquí una frase de los italianos Stefano Bizzotto y “Lele” Adani en la RAI (fue post 3-0 ante Croacia). Dijeron entonces: “La sonrisa, un Messi sonriente, un Messi liviano. Son los ojos de un fuera de clase, los de un chico que ama el fútbol. Y que lo brinda a todos, a todos, incluso a aquel que no sabe amar. Abran el corazón y agradezcan porque Messi está todavía jugando para todos”.

Gratitud por siempre para él, cada pieza del engranaje llamado “cuerpo técnico” y los talentos que desparramaron fútbol. Los argentinos hasta jugaron a la pelota por momentos, eso tan nuestro como la intensidad emotiva con la que se vive el deporte que hoy tuvo su fiesta máxima con una final jugada con una conmovedora entrega por el espectáculo, para cada una de esas 90 mil almas en Lusail y los miles de millones que lo vieron alrededor del mundo.

Alexis, Enzo, El “Dibu”, Angelito Di María hicieron del partido un canto a la alegría de verlo. Las entregas totales de Julián y De Paul, la solidez de Otamendi (a pesar de esa falta para el 1-2) también estuvieron para un seleccionado que hasta se dio el lujo de anular a Francia en los primeros 45´. Nunca hubo egos, si hasta pateó un penal Dybala que apenas disputó un puñado de minutos.

Argentina fue fútbol, potrero, despliegue, inteligencia, pero también se repuso de las adversidades, se equivocó y escaló las dificultades para volver a ponerse arriba. Cuando más le costó, más hizo y tuvo recompensa. ¡GRACIAS POR SIEMPRE!
Fuente: 3200 El Código del Deporte.

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