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A dos días del cambio de gobierno, comienzan a agitarse las nuevas aguas de la política

Los últimos días camino del cambio de mando en la Casa Rosada fueron pletóricos de eventos políticos.

El miércoles pasado, el foco había estado puesto sobre la defección de tres legisladores de Juntos por el Cambio, que decidieron abandonar la bancada de la coalición por la que fueron electos y alinearse en la bancada filo-kirchnerista de Unidad Federal para el Desarrollo.

Aunque la decisión de estos legisladores sea vergonzosa, pues engañaron a quienes los eligieron hace apenas un mes y medio, su recurrencia hace que no pueda considerarse sorpresiva. La vergüenza, se sabe, no es virtud de la política, un sistema endogámico que se auto-protege y expulsa a todo aquel que pretenda desnudar sus flaquezas.

En fin, algunos celebrarán y otros lamentarán lo que le pasó a Juntos por el Cambio, pero no se puede ignorar que desde 1983 le ha ocurrido a todas las fuerzas. Que las enemistades acérrimas se conviertan en coaliciones o que las alianzas fanáticas se disuelvan en grupos antagónicos es habitual en la política.

Así se justificó la disidente tucumana Beatriz Ávila, cuando respondió a Macri que su deserción obedecía a que “hacemos política”. Su descarnada confesión releva a la política de pruebas: la política se ríe del honor.

Las defecciones de legisladores de Juntos por el Cambio hacen ver a la oposición como una alianza endeble

Pero así como las defecciones captaron mucha atención, otra tanta atención ocupó la expresidente Cristina Fernández durante su comparecencia, el lunes pasado, ante el Tribunal Oral Federal 2.

El énfasis fue puesto sobre la agrietada interpretación (infame u orgullosa, según el lado de la grieta en que cada uno esté) de su virulenta diatriba contra la justicia y la prensa.

Mayor liviandad, sin embargo, mereció su alusión a la necesidad lógica de citar a declaración a Alberto Fernández como ejecutor del Presupuesto durante el mandato de Néstor Kirchner.

Habría que preguntarse si, más que un exabrupto, esa alusión no constituyó la parte central de su repertorio de frases: una marcada de cancha de parte de alguien que conoce demasiado bien las intrigas de la política.

Al fin de cuentas, el peronismo no ha sido muy tolerante con las conducciones bicéfalas. Cristina sabe bien cómo tuvo que lidiar Néstor Kirchner para sepultar a quien parecía ser su jefe, Eduardo Duhalde. Tanto como deben saber Alberto y Cristina que tarde o temprano alguno de ellos podría correr peligro de extinción. El siempre resbaladizo terreno de la justicia podría ser el campo en que se dispute esa batalla.

Pero en el Frente de Todos, el eslogan de peronismo unido no oculta que muchas traiciones pasadas conviven bajo el mismo techo

Sobre el cierre de la semana, el foco pasó al diseño del Gabinete de Ministros. Los nombramientos parecen fruto de un acuerdo sensato entre Alberto y Cristina: las áreas con mayor contenido político (Justicia, Defensa, Interior, Seguridad) contienen nombres más afines a Cristina; las más técnicas (Economía, Finanzas, Producción, Energía), además de la Jefatura de Gabinete, parecen haber sido seleccionados por Alberto. Tan negociado fue el asunto que acomodar a todos demandó 20 ministerios.

En las áreas económicas, haber evitado algunos nombres controvertidos podría ser una señal de que habrá buenos modales. Habrá que ver cómo conviven estos buenos modales económicos con los discursos políticos más disruptivos.

Los nombres del Gabinete dejaron en segundo plano la despedida de Macri y su referencia a que las mejoras institucionales de su gobierno dejan un Estado donde "es más difícil robar". Tal vez sea así, pero no será duradero. Un gran defecto de su gestión es el de haber quemado a tantas personas que renunciaron a la comodidad y a los ingresos del sector privado para trabajar por su proyecto. En el futuro será más difícil reclutar talento para la función pública. La política mató a la voluntad de servir por el mero deseo de servir.

Quizás por eso sea que, en concordancia con estos tiempos de urgencias ambientales, el equipo de Alberto contiene mucho material reciclado.

A dos días de un cambio democrático inédito, las nuevas intrigas de la política comienzan a develarse. Las defecciones de legisladores de Juntos por el Cambio hacen ver a la oposición como una alianza endeble. Pero en el Frente de Todos, el eslogan de peronismo unido no oculta que muchas traiciones pasadas conviven bajo el mismo techo. Aunque el armado del Gabinete sugiere una primera negociación racional, no debería aceptarse sin más el supuesto de que esta alianza es más estable que la de sus adversarios.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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