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La batalla contra la desinformación que circula en los entornos digitales muestra alcances y límites de las estrategias tradicionales de verificación de información. El fuerte crecimiento del fact-checking y su expansión a todos los continentes ha logrado resultados significativos durante la pandemia de Covid-19, pero también ha evidenciado sus limitaciones para impactar en algunos segmentos de ciudadanos no tan conectados al mundo de las noticias.
Llegar a los desconectados
La desconexión voluntaria de la información de actualidad crece entre distintos grupos de usuarios, en especial entre los jóvenes que eligen vivir al margen del pesimismo y las malas noticias que todos los días refleja la realidad que narran los medios de comunicación.

Ante esta situación, diferentes organizaciones están intentando poner en práctica nuevas formas de llegar a los usuarios con información verificada y confiable, que los aleje de los engaños y las fake news.

Entre esos proyectos, hoy compartimos una experiencia muy interesante del equipo de Indonesian Anti-Slander Society, conocida como Mafindo (acrónimo). Esta organización dirigida por ciudadanos está enseñando a miles de indonesios a verificar datos bajo nuevos formatos y dinámicas que ya acaparan la atención de otros actores que luchan contra la desinformación.
Otras maneras de alfabetizar
Uno de los productos que desarrolló esta organización de Indonesia, es una SitCom en la que una familia común y corriente convive con las tensiones de la desinformación en relación a las vacunas y el Covid-19. Un padre que recibe en su smartphone mensajes de alarma sobre los efectos de las vacunas, y una hija embarazada que le reclama a su padre que se vacune para poder conocer a su nieto que está próximo a nacer. De la mano de un formato de comedia, la esposa de este hombre lo lleva por la ciudad escuchando las ideas falsas de la gente sobre la vacuna y desmintiéndolas. El video puede verse en YouTube.

En 2019, por ejemplo, Mafindo realizó varios talleres de verificación de hechos para amas de casa indonesias después de que arrestaran a algunas mujeres por compartir noticias falsas de forma involuntaria. La definición de la organización respecto al régimen indonesio fue contundente: “No abordan los problemas de raíz, como los algoritmos de plataformas que impulsan el contenido falso porque es atractivo”, dijo Harry Sufehmi, el fundador de Mafindo. “En cambio, castigan a las personas que no tienen conocimientos digitales”.
Empoderar a los ciudadanos
Mafindo tiene un equipo central de nueve personas y cientos de voluntarios en toda Indonesia que ayudan a realizar capacitaciones, verificar datos y lograr que más miembros del público se conecten con el trabajo de la organización. Entre otras acciones, realizan capacitaciones sobre los peligros de la desinformación, cuentan con un chatbot de WhatsApp para verificar información dudosa y una app que promete “ayudar a verificar fácilmente la veracidad de una información: artículo, imagen, o video”.

De este modo, combinan el esfuerzo de verificar información falsa para desmentirla con acciones de largo aliento en las que buscan empoderar a las personas para que entrenen sus habilidades contra la desinformación.

En esa senda se inscribe el trabajo de Proyecto Desconfío. Su co-fundadora, Soledad Arreguez remarcó la importancia de la Alfabetización Informacional que impulsa la organización argentina.

“Si los ciudadanos se capacitan en habilidades digitales y conocen sobre las dinámicas de la desinformación, hay muchas más chances que el contenido falso no siga circulando en la magnitud que hoy se muestra. Es un camino más lento y más largo, pero tal vez el único que valga la pena”, concluyó la investigadora argentina.

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