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La Justicia sigue demorando las excavaciones previstas en el marco de la causa por la desaparición de la familia Gill. La remoción de tierra iba a ser en noviembre, cuando habían prometido realizar el operativo, pero fuentes cercanas a la investigación ahora aseguran que serían en febrero.

La demora en el giro del dinero necesario para el pago de la máquina que llevaría adelante la excavación es el argumento de la Justicia. Si bien ya está definido quién hará el trabajo, la burocracia impide que, por el momento, se conozca si bajo la tierra del campo de Alfonso Goette están los cuerpos de los cinco integrantes de la familia Gill, desaparecidos desde 2002.

El testigo


Las excavaciones previstas en el marco del expediente judicial son la consecuencia de la aparición de un nuevo testigo. Se trata de un contratista rural que le relató a Gustavo Acosta, juez a cargo de la causa, que había visto a Mencho Gill, el jefe de la familia, cavando pozos en el campo de Alfonso Goette, para quien trabajaba.

Goette falleció en 2016. Siempre se sospechó que había sido el responsable de la desaparición de los Gill, aunque nunca se le pudo comprobar nada. Una vez fallecido, el contratista se animó a hablar. Gracias a eso le indicó a la Justicia dos lugares donde lo vio a Gill haciendo las excavaciones. Allí se llevará adelante operativo ahora retardado por la falta de los fondos para el pago de la máquina.

El Caso


José Rubén "Mencho" Gill, de 56 años en aquel momento; su esposa, Margarita Norma Gallegos, de 26, y sus hijos, María Ofelia, de 12; Osvaldo José, de 9; Sofía Margarita, de 6, y Carlos Daniel, de 2, desaparecieron el 13 de enero de 2002.

La familia completa vivía en La Candelaria, el campo donde el hombre trabajaba como peón rural de Goette. Mecho Gill fue visto con vida por última vez en el velorio de un amigo el 13 de enero de 2002, en Viale.

Tres meses después de su desaparición, el 3 de abril, recién el dueño del campo, Alfonso Goette, fue a la casa de Luisa, una hermana Gill, y preguntó por ellos. Allí, dijo que habían salido de vacaciones y nunca habían regresado. La familia no le creyó y piensa que el fallecido estanciero fue el responsable de la desaparición.

En el galpón que funcionaba como casa de la familia dentro de La Candelaria, no había indicios de que hubieran salido de vacaciones, porque allí estaban sus documentos, ropa, pertenencias. Además, la esposa de Gill dejó sueldos sin cobrar en la escuela donde trabajaba.

En principio la Justicia le creyó a Goette y su historia de las presuntas vacaciones. Luego, un año y medio después de la desaparición, ocurrieron las primeras pericias en el campo, pero sin resultados positivos. También se tomaron testimonios y hubo control en las fronteras. Siempre sin datos.

María Adelia Gallegos, madre de la esposa de Gill y abuela de los niños, opinó que "el error es buscarlos vivos, porque ellos ya están muertos y enterrados. Para mí tienen que buscar donde vivían, en el campo de Alfonso Goette".
Fuente: Ahora

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