“Las personas que trabajan en la cosecha pueden hacerlo solamente algunos meses al año, y con ello quedan registrados ante los organismos oficiales bajo la figura de relación de dependencia, aunque no cuenten con ningún ingreso. Esta situación no les permite el acceso a cobrar el Ingreso Familiar de Emergencia otorgado por el gobierno nacional, y vital para ellos en este contexto”, explicó Cresto.
El arándano es un cultivo con altos requerimientos de mano de obra transitoria a lo largo de apenas dos meses. La modalidad de la cosecha es manual y se estima que se requieren 20 personas por hectárea, en etapas claves como la poda, la cosecha y el empaque, generando más de 20 mil puestos de trabajo en todo el país. El 95% de los arándanos argentinos se exporta como fruta fresca, aproximadamente el 2% se reserva al mercado local y el 3% restante se destina a su industrialización para la producción de pasa, frutos congelados, jugos, mermeladas y pastas congeladas para helados, yogur y repostería.
“La situación de empleo temporario se da en diversas actividades de economías regionales, cuyas cosechas se realizan en determinada época del año, dejando desprotegidos a los trabajadores. Creemos que es necesario revertir esa situación de vulnerabilidad y otorgarles una herramienta indispensable, como el IFE, para disipar la incertidumbre que genera la imposibilidad de garantizar su sustento económico”, concluyó Mayda Cresto.