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La vocal del Tribunal de Juicios y Apelaciones de Concepción del Uruguay, Melisa Ríos, impuso la pena este jueves la pena de 16 años de cárcel a un policía juzgado por juicio por jurados por el delito de abuso sexual. La víctima fue la amiga de su hija, y los hechos ocurrieron cuando la niña contaba con tan solo 10 años.

Sin embargo, el condenado no irá a la cárcel: la jueza dispuso aplicarle arresto domiciliario hasta que el fallo quede firme.

El miércoles 28 de junio, un jurado popular que deliberó en el Club Talense, de Rosario del Tala, había resuelto declarar culpable al agente de policía MEF de los delitos de abuso sexual gravemente ultrajante agravado por ser el autor el encargado de la guarda y promoción de la corrupción agravada por ser el autor encargado de la guarda. En el proceso, la acusación estuvo a cargo del fiscal Federico Uriburu, quien había imputado al miembro de la fuerza por haber atentado asiduamente, entre los años 2014 y 2015, contra la integridad sexual de una menor y llevado adelante acciones de gran tenor ultrajante hacia ella, las que tuvieron entidad suficiente para corromper el normal desarrollo de su sexualidad.

El abogado Lucio Salisky y la abogada Eliana Peltzer ejercieron la querella particular, en tanto que sus colegas José Esteban Ostolaza y Pablo Exequiel Sotelo asistieron al imputado.
El caso
La niña tenía 10 años cuando el papá de su amiga, un funcionario de la Policía de Entre Ríos, comenzó a abusarla. Los hechos ocurrieron entre 2014 y 2015 pero no pudo contarlo sino hasta 2019: se lo reveló a su madre, y ésta acudió a los Tribunales de Rosario del Tala y efectuó la denuncia. En otra ocasión, en una clase de Biología en la escuela a la que concurría, se lo contó a la docente y así se activó la aplicación del protocolo de abuso sexual infantil e intervino el Ministerio Público Pupilar.

Su testimonio no pudo ser conocido sino luego de dos Cámaras Gesell. En la primera, dijo haber sido intimidada por el abogado defensor de su agresor, y no pudo contar nada. En la segunda, sí pudo revelar el horror que había vivido en esa casa del vecino adonde acudía a jugar con su amiga. Ocurrió una vez en una pijamada: las dos nenas habían armado una carga y hasta ahí llegó MEF, el policía, y comenzó a tocarla con ese modus operandi que repetiría en otros momentos: la obligaba a quedarse callada, a no contar.

Otro hecho tuvo lugar cuando la menor contaba con once años de edad y habían ido junto a su amiga y el padre, el imputado M.E.F. estando a cargo de la guarda de ambas, aprovechó la noche y la circunstancia de que se encontraban en un pastizal, para obligar a la víctima a agacharse y nuevamente tocar sus partes íntimas por debajo de la ropa, lo cual dejó de hacer cuando escuchó que su hija se acercaba, se lee en el expediente judicial.

Otra vez -hubo otras veces- MEF le exhibió a la menor videos con contenido sexual en los que ella observó no solo a distintas personas teniendo sexo sino al mismo imputado manteniendo relaciones sexuales con su pareja y también le leía mensajes de texto con contenido sexual.
Fuente: Entre Ríos Ahora

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