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“Me arrepiento. Nunca hice una cosa así. No quise atentar contra el presidente”. Con estas palabras, Gastón Mercanzini declaró en la causa por la que quedó detenido, acusado de haber lanzado un botellazo contra Javier Milei el día de su asunción y de haber herido a uno de sus custodios. Es más: dijo que si hubiera querido atentar contra el jefe de Estado se hubiera puesto “gorra y barbijo”.

El entrerriano explicó que estaba borracho al momento de arrojar el elemento y que le molestaba que Milei celebrara la vuelta a la convertibilidad. También aseguró que tras el episodio fue abordado por militantes lilbertarios que lo golpearon y le robaron la mochila, por lo cual terminó en un hospital atendiéndose el corte en la frente. Después, que como estaba en situación de calle, se enteró de que lo buscaban y fue aprehendido con la misma ropa con la que concretó el ataque.

Cuando cerraba la declaración, afirmó: “Quiero pedirle disculpas al presidente y a su hermana. No quise lastimar a nadie, no tuve ninguna intención de hacerlo. Yo no tengo militancia política, las fotos que aparecieron en los medios con dirigentes políticos me las saqué de cholulo, ni me conocen ellos a mí”.

Todo ocurrió el domingo, cuando el presidente viajaba junto a su hermana desde el Congreso hacia la Casa Rosada tras haber asumido el cargo. El video de la agresión, en tanto, se viralizó el lunes, cuando tomó intervención el juez Ariel Lijo y el fiscal Carlos Rívolo. Mercanzini fue arrestado 24 horas después, cuando se presentó en el estudio de Crónica TV. Este miércoles fue trasladado a los tribunales de Comodoro Py 2002, donde fue interrogado y dio su versión de los hechos. Estuvo asistido por el defensor oficial Juan Hermida.

Ahora permanece detenido, mientras se analiza su situación. Si bien se le describieron hechos, el agresor podría ser acusado de tentativa de lesiones dolosas contra el presidente y lesiones dolosas contra su custodio, indicaron fuentes judiciales.

Gran parte de su declaración la usó para contar su historia: el exfuncionario de Cultura de Concepción del Uruguay consume drogas desde los 13 años y es adicto desde hace 30. También dijo que fue abusado siendo menor y que vivió una relación tóxica con la madre de sus hijas, por la cual acabó denunciado y condenado.

Padre de tres hijas, una de ellas falleció a poco de nacer. Por sus problemas, perdió su empleo y viajó a la Capital Federal, donde consiguió trabajos temporarios. Terminó acusado por un incidente en un parador de indigentes en Parque Chacabuco, en donde le colocaron una tobillera electrónica. Como no tenía donde enchufarla, todo terminó complicándose. Volvió a ser demorado varias veces.

“Hace dos años que no puedo llamar a mis hijas, me puse muy mal y me empecé a emborrachar. Recaí con el alcohol. Esa semana, del 3 al 10 de diciembre, me emborraché tres veces. El día del episodio estaba borracho. No sé qué se me cruzó por la cabeza. Estaba dolido al escuchar que para el presidente electo el plan de convertibilidad era bueno. Me afectó mucho eso. Escuchar en la plaza que la gente aplaudía, que estamos mal, pero que la vamos a pasar peor, que los Falcon verdes...”, señaló en su indagatoria.

El domingo, minutos después de las 13, el vehículo en el que iba Milei iniciaba su paso desde el Congreso a la Plaza de Mayo. “Yo no veía donde estaba el auto, solo los gorritos de los granaderos. Agarré y tiré esa botella sin ver si le pegaba a alguien o dónde estaba específicamente el presidente. La tiré para esa zona”, admitió Mercanzini.

“Me arrepiento. Nunca hice una cosa así. No quise atentar contra el presidente. Todo indica que sí. Si lo hubiera querido hacer me ponía gorra y barbijo. No medí las consecuencias”, agregó y dijo sentir “bronca por todo lo que pasa y todo lo que me pasa a mí”. Luego, reconoció: “No apruebo lo que hice. Les pido mil disculpas al oficial que lastimé y a todos sus familiares que vieron ese episodio por televisión. No quise lastimar a nadie. Al otro día me di cuenta lo que pasó”.

Según precisó, después del botellazo discutió con otras personas y comentó: “Como no se supo qué pasó, la Policía me llevó, pero como tenía nada y no había elementos, me largaron. La botella la agarré del piso. Era de (cerveza) Corona, porrón chico, que yo no tomé. Yo había tomado latas”.

“Insisto, sin darme cuenta de la gravedad de lo ocurrido, seguí como si nada. Hice unos metros más y personas que me vieron me empezaron a increpar, me alcanzaron y me pegaron. Caí al piso y me pegaban patadas. Y ahí me dan un palazo en la cabeza, me roban la mochila y, ensangrentado, me ayudaron a pararme. Esto fue después de que la Policía me largó. De ahí me fui al hospital, me cosieron y dormí en (el barrio de) Once, en la calle”.

Mercanzini recordó que al día siguiente del ataque a Milei alguien le dijo: “‘¿Qué haces con esa camisa? Te anda buscando todo el mundo’”. Y relató que esa mañana había ido a iniciar “los trámites para la ciudadanía porteña”, que después se fue caminando “desde una plaza cerca del Congreso hasta Plaza de Mayo, como si nada hubiera pasado”. También explicó: “Tenía mis redes sociales abiertas y traté de empezar a cerrarlas. Me bañé y no me cambié la ropa, porque me la habían robado. Cuando vi en Crónica que me buscaba Interpol, dije: ‘Al otro día me entrego’. Mi abogado oficial de Entre Ríos me dijo que me entregue”.

Según contó, fue hasta Radio 10 y después a Crónica TV, donde fue apresado el martes al mediodía. “Lo único que quiero es pedir disculpas por lo que hice y donde esté detenido voy a pedir asistencia psicológica”, resaltó.

La fiscalía quiso saber con quién estaba al momento de los hechos. “Estaba solo, pero había una persona por ahí con la que estuve tomando cerveza, pero que no conozco”. Y cuando le preguntaron por qué había ido a ver a Milei, explicó: “Quería ver qué pasaba, sabía que era la asunción del presidente, siempre voy a eventos multitudinarios. Me llevó la masa hacia allá”.
Fuente: Infobae

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