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Bajo la tenue luz de una lámpara, el elisense Ricardo Asemborn presentó “Trece cuentos sombríos” (Tinta Libre), el sexto libro de su inesperada faceta de escritor, que ya lleva una década.

Personajes, situaciones y escenarios sombríos, empatizan con un estilo que el autor hizo suyo y un nicho de fieles lectores, amantes de las historias que transcurren en contextos tan agrestes como tenebrosos.

A continuación ingresaremos a ese mundo, como ya lo hicieron algunas escuelas secundarias de la región y quienes se dieron cita en la biblioteca de Villa Elisa para la presentación de la obra.

-Habida cuenta que venís del mundo de los números más que de las letras, quiero saber cómo nace Ricardo Asemborn escritor.

-Medio de casualidad en realidad.

Tiene mucho que ver con las redes sociales. Hace unos 12 años, el auge de Facebook me llevó a contactarme con una profesora de literatura de Villa Cañás, provincia de Santa Fe. Al comentarle que me gustaría escribir algún día, me preguntó qué estaba esperando: ese empujón, que estaba necesitando, fue el punto de partida.

Empecé a escribir cuentos y a enviárselos, y ella me dijo que tenía pasta para hacerlo: por ese entonces tenía 40 años y edito por primera vez a los 42, hace una década.

-¿De dónde proviene ese contexto de ruralidad que prevalece en tus obras?

-Tiene mucho que ver con haber nacido y haberme criado en el campo: aquellos autores que saben, dicen que uno debe escribir sobre lo que conoce y es lo que trato de hacer.

-Y, además, el campo como escenario ofrece cierta atemporalidad, ¿no es cierto? De repente una historia puede haber transcurrido la semana pasada…

-… o hace 20, 30, 40 años, es cierto.

Si bien hay mucha tecnología hoy en día, el campo sigue conservando cierto enigma.

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-Sin embargo, en algunos de estos “trece cuentos sombríos” se da algo que es un síntoma de esta época: la soledad, gente muriendo sola. ¿Cómo llegaste a construir esas historias?

-No es que me haya propuesto escribir este tipo de cuentos, tristes, de soledad y de gente que sin querer o queriendo busca su fin, como decía en la presentación del libro.

Desde hace unos años tenía varios cuentos de este tipo dando vueltas, casi terminados, pero que por una cosa u otra no los había incluido en otros libros. Cuando decidí volver a editar, analizando los cuentos que ya tenía escritos, me di cuenta que el hilo conductor era el mismo: lo sombrío.

Vi que juntarlos en un mismo libro era el camino más corto para publicar, entonces me dediqué a escribir cuatro o cinco cuentos más de este estilo, sobre ideas que ya tenía, hasta llegar a trece.

-¡Qué número! ¿Qué tan casual fue?

-Fue un poco buscado. Jugando con la idea del título del libro, la que más me gustó era la de “cuentos sombríos” y, siguiendo con ese juego, ¿por qué no redondear en trece? Un número que llama a la mala suerte, a la yeta y todo eso.

-Pensaba en lo que representa para algunos el número 13, la aparición de un gato negro y las “bichas” -que a veces no nos atrevemos ni a mencionarlas-, que aparecen en más de un cuento tuyo. ¿Tuviste alguna mala experiencia?

-Pasa que en el campo se tiene mucho cuidado, sobre todo cuando se vive cerca de algún arroyo o algún monte.

En mi caso, de chico vivía cerca de arroyo Molino y, cada vez que podía, me hacía una escapadita a pescar: era el fútbol o tirar unos anzuelos a la hora de la siesta o en algún fin de semana libre.

Me pasó una vez que iba caminando a la vera del arroyo, que encima esa vez iba solo, cuando de repente veo, a unos 12 metros, una rosca grande y bastante intimidante de una yarará que me mira a los ojos.

Me intimidó de tal manera, que hasta el día de hoy me acuerdo cómo salí corriendo. Y son cosas que te dejan marcado para toda la vida.

-Dentro de todo lo sombrío, sin embargo, en algunas historias también hay lugar para la liberación y el terminar “soltando” un pasado oscuro, como una suerte de bálsamo. ¿Te lo planteaste así?

-Se dio.

El hecho de contar alguna vivencia, como ocurre en algunas de estas historias, hace que algo se libere y ahí radica lo bueno de poder hablar de ciertas cosas.
Fuente: El Entre Ríos

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