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Existe en una parte de la población cierto prejuicio respecto al funcionamiento del mercado. Esta idea preconcebida consiste básicamente en que la economía debe estar sujeta a fuerte regulación estatal o de lo contrario poderosas fuerzas oscuras lo dominarán en una especie de “ley de la selva” dónde los más fuertes (léase los más adinerados) se beneficiarían a costa de los más débiles.

Sin embargo, el proceso de generación de riqueza en nuestro país se ha visto obstruido por las miles de regulaciones que ha afectado a nuestra economía por varios años llevándola a un nivel por debajo de su potencial. Sobre esto, ya nos había advertido Juan Bautista Alberdi con las siguientes palabras: “¿qué exige la riqueza de parte de la ley para producirse y crearse? Lo que Diógenes exigía de Alejandro; que no le haga sombra”.

Para ilustrar lo dicho analicemos el carácter absurdo o contraproducente de algunas regulaciones relativamente recientes:

Ley de Alquileres: Sancionada en 2020 por iniciativa del legislador Daniel Lipovetzky, pretendía facilitar y abaratar el alquiler a los locatarios imponiendo regulaciones más estrictas a locadores. Resultado: la oferta de inmuebles para alquiler ser redujo fuertemente elevando los precios de los alquileres.

Ley de Góndolas: También sancionada en 2020 por impulso de Elisa Carrió. Consistió en un conjunto de imposiciones absurdas que básicamente metían al Estado dentro del supermercado para decirle a los supermercadistas cómo y qué productos debían exhibir para beneficio de sus clientes. Como si los comerciantes no pensaran todos los días en cómo conquistarlos y un burócrata supiera más al respecto que el mismo empresario interesado.

Ley de Impuesto a la Renta Financiera: se introdujo en 2017 por iniciativa de Sergio Massa bajo la pretensión de dirigir recursos desde la “especulación financiera” hacia la inversión productiva de modo de mejorar la situación de los asalariados. Resultado: la ley gatilló una crisis cambiaria en 2018, lo cual condujo a una serie de fuertes subas en los tipos de interés para tratar de detener la huida de capitales.

Restricciones Cambiarias: lo que conocemos como “cepo” consiste en un conjunto de regulaciones que restringen el acceso al mercado cambiario. La excusa principal para este tipo de restricciones consiste en cuidar las reservas del Banco Central, a la par de evitar que se dispare el tipo de cambio y la inflación. Se estableció en octubre de 2011 bajo la comandancia de Axel Kicillof en el ministerio de economía. ¿Qué pasó con las reservas? En el momento de su imposición, el BCRA contaba con casi 48 mil millones de dólares en reservas brutas, al final del gobierno de Alberto Fernández la cifra era de apenas 21.200 millones, a su vez el tipo de cambio y la inflación aumentaron escandalosamente.

Estos son solo unos ejemplos, un análisis más amplio confirmaría lo que el economista austríaco Friedrich Hayek llamó la “fatal arrogancia” de los planificadores centrales de la economía, quienes pretenden regular diversos sectores de la misma desprovistos del conocimiento que se encuentra disperso en las mentes de las varias personas que operan habitualmente en dichos mercados realizando transacciones comerciales de su interés.

Alguien podría poner como ejemplo la fallida liberación de precios del sector de las prepagas de salud, que elevó los precios de las cuotas enormemente, para sostener la hipótesis de la ley de la selva mencionada anteriormente. Al respecto, lo que se liberalizó (y luego se retrotrajo) fueron los precios, pero no el mercado en general, el cual durante los gobiernos llamados “kirchneristas” se intervino inflando las Prestaciones Mínimas Obligatorias, a la par de autorizar aumentos de precios por debajo de la inflación.

La denunciada “carterización” en el mercado de las prepagas no se habría producido sin esa barrera de entrada. Por lo que, si además de liberar precios se hubiese desregulado convenientemente, se habría facilitado la llegada de nuevos oferentes, logrando mayor competencia en precios y en diversidad de planes de cobertura, acorde a las preferencias y necesidades de los afiliados efectivos y potenciales.

En nuestro país existe talento empresarial, provisto de capacidad de innovación y de impresionante creatividad. Sin las pesadas cargas regulatorias las fuerzas productivas se liberarían, generando mayores negocios, riqueza y oportunidades de progreso para la población. Es lo que los argentinos necesitamos para crecer de manera sostenida y dejar atrás el estancamiento.
Fuente: El Entre Ríos

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