El doctor Beltrán Duluc es uno que los lleva a cabo, en Paraná. Pero también la licenciada en Fonoaudiología Bernardita Velásquez y María Doce, mamá de Julián, que tiene 6 años y recibió el implante.
El servicio "está parado"
Duluc mencionó que "consideramos a la salud auditiva como un todo. Pero lamentablemente tenemos que dividir parte privada de lo que es parte pública. En el sector público en este momento hay un problema, no se ha podido finalizar la atención del paciente con hipoacusia", lamentó.
Fue antes de completar con que "en el Hospital tenemos todas las instancias para que funcione el servicio de implante, pero está parado. No se pudo cristalizar en el Hospital materno infantil de derivación más importante que tenemos en la provincia. Entonces teníamos el problema, lo diagnosticamos pero no lo podíamos tratar".
Sí funciona en el sector público
Explicó, al respecto, que "en la parte privada es una cosa un poco más aceitada, a través de un certificado de discapacidad le puede pedir a la obra social del paciente que se haga cargo de la compra del implante (el valor del aparato ronda los 20 mil dólares). La cirugía es una parte muy corta del tratamiento. Después viene la rehabilitación", contó.
"Por ahí vemos que el papá se preocupa mucho por el implante, pero el tema es el día después. La operación son tres horas de quirófano y un seguimiento de un mes. Después más allá del control, arranca lo más importante que es la rehabilitación", enfatizó sobre el particular.
Lenguaje
Velásquez comentó que "trabajo con tres casos de implante coclear, un chico de 6 años, otro de 9 y uno de 19. Son edades distintas para lo que es la intervención para una rehabilitación. Mi trabajo está orientado para lograr la adquisición del lenguaje lo más natural y espontáneo posible, asesorando a los papás con tareas cotidianas para los chicos y en consultorio a través de juegos sin sacarlo de su contexto".
A su turno Doce, contó la experiencia desde la familia: "cuando a vos te diagnostican que tenés un hijo sordo hasta que conseguís el implante pasan mínimo dos años. Primero por protocolo el chico tiene que llevar un audífono entre 6 a 8 meses. Después se hace una evaluación y se determina la colocación del implante".
Detalló que "todos esos procesos llevan dos años, entre la autorización, el pedido médico, que la obra social lo adquiera a través de una importación porque no son de aquí. Todo eso lleva un tiempo larguísimo para los que estamos esperando. Pero mientras tanto tenés una rehabilitación previa que es con audífono o sin nada. En ese tiempo aprende a leer los labios, a articular las palabras, a decir, a hablar como puede. Hasta que llegue el implante".
Relató que, después, empieza la otra rehabilitación que es la adaptación al propio aparato y a través de los sonidos empezar a hablar como hablamos todos. "Mi hijo tiene siete años y recibió el implante a los cuatro. Hoy está en segundo grado de la escuela normal, tiene un vocabulario no tan fluido como un nene de siete años", dijo.
"Hay que tener en cuenta que la edad hablante se considera desde la realización del implante. El hoy tiene una audición y oralidad como si fuera un nene de tres años. Cognitivamente tiene los siete. Es muy difícil para los docentes que no están preparados para recibir chicos especiales, es importante que puedan conocer el uso del aparato de implante", ponderó.
Detección temprana
Duluc destacó la importancia de la detección temprana. "Si el chico está diagnosticado antes del año de vida y accede al implante aprende a hablar casi igual que un chico de edad cronológica", aseguró.
Doce contó sobre la situación que se vive a la espera del implante. "Son momentos de angustia, querés que el proceso avance, y las trabas que surgen son muy estresantes. Porque aparte uno tiene su familia, su trabajo, hijos. Siempre que nos juntamos con los papás decimos que encima que tenemos un hijo con problemas, tenemos que aguatarnos todas estas cosas burocráticas que nos patean en contra. Uno se cansa pero igual seguimos adelante", admitió.
"Quiero hacer hincapié que todos los chicos que se hacen el implante no necesitan hacer lenguaje de señas, hoy la sociedad está convencida que el chico sordo tiene que hacer lenguaje de señas. Nosotros elegimos para Julián que su lenguaje sea el castellano, y apuntamos con toda la rehabilitación que él hace desde fonoaudióloga, profesora de sordos y psicopedagoga a que él aprenda a hablar y comunicarse de la manera que nos comunicamos todos", enfatizó.
Indicó, finalmente, que "tras el implante, es importante manejar la expectativa de la familia, porque está la concepción de que tras el implante ya va a oír y hablar, sino que es parte de un proceso de rehabilitación. Y cada paciente es muy particular".