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Juan Francisco Arias es uno de los pocos productores agropecuarios que siguen sembrando lino, un cultivo industrial con vario usos que además tiñe los paisajes de hermosos tonos azulados cuando está florecido, cuenta el sitio especializado Bichos de Campo.

Luego de una época de esplendor hace varias décadas, la siembra del lino prácticamente se circunscribió a la provincia de Entre Ríos, donde en la campaña 2021/22 (la última con datos disponibles) se produjeron unas 9 mil toneladas sobre 8.400 hectáreas.

Arias, que en realidad nació en Buenos Aires pero decidió instalarse en la zona norte de Entre Ríos hace unos 20 años, no tiene tanta superficie implantada con lino, pero se ha convertido en un fanático del cultivo a punto tal de montar su propia empresa para vender los productos finales directamente a los consumidores. Lo siembra, lo cosecha y lo industrializa al lino a la vieja usanza. Su emprendimiento se llama Aguará Orgánico.

Arias no produce lino en cualquier contexto, ni como parte de una rotación agrícola. Su pequeño campo está ubicado en Conscripto Bernardi, en el departamento Federal, llegando casi a Corrientes. El establecimiento es sobre todo una reserva o área natural protegida. Allí, en el medio, hay algunos lotes agrícolas. “Nosotros procesamos más o menos 200 toneladas anuales, de las cuales un 20% va para aceite”, nos informa.

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Describe un informe de la Facultad de Agronomía de la UBA que el lino es una especie anual de invierno y que existen básicamente dos tipos: el lino oleaginoso, cultivado por su aceite, y el lino textil, cultivado por las fibras de sus tallos. Arias se dedica a la primera de estas variedades. La semilla del lino posee entre un 30 y un 48% de aceite, y de 20 a 30% de proteína cruda. El aceite es rico en ácidos poliinsaturados y antes era muy utilizado para fines industriales en la fabricación de pinturas y linóleo.

Ahora Arias produce el aceite de lino con fines comestibles y nos indica que es un producto de excelente calidad. Lo hace de dos tipos: dorado y marrón. También clasifica las semillas de lino y las vende a dietéticas, enteras o molidas, como harina de lino. En la actualidad, y gracias a la alta proporción de ácidos omega 3 de sus semillas, el lino está empleándose como suplemento en la alimentación para obtener productos bajos en colesterol.

“Como anécdota, como dato importante, en nuestro campo en la década del 60, los gringos que estaban antes también hacían lino. Tengo fotos aéreas donde en las chacras del campo mío se hacía lino”, se entusiasma Juan Francisco, que se inició en ese particular cultivo hace uno 15 años.


“Aprendí mucho de una persona mayor que era también fanático de este cultivo. Hoy sembramos y luego lo cosechamos con técnicas que se usaban hace 30 o 40 años atrás. Se corta la hilera, se seca. Después se entra con un cabezal recolector. Usamos máquinas muy viejas. Nos hemos puntualmente especializado para producirlo de ese modo”, relata el emprendedor.

-¿Y lo procesan también en el mismo campo?

-Tenemos una fábrica, sí. No solamente lo cosechamos sino que después se limpia, se clasifica. Limpiamos bien la semilla porque es el origen del aceite. Y ahí mismo tenemos una prensa, una envasadora, filtros en botella, etcétera.

Arias no produce el lino de cualquier modo. Como está dentro de una reserva y por definición es un defensor de las cosas lo más naturales posibles, envasa sus productos en unos envases de papel kraft. biodegradables porque son de un bioplástico de origen vegetal. Además está alimentando todo su proceso productivo además con energías renovables.

-¿Tenés la certificación como producto orgánico?

-Somos orgánicos certificados, somos libres de gluten y espero en un futuro cercano tener un producto carbono neutral.

Arias reconoce que le costó varios años de prueba y error poner a punto el proceso y aprender sobre la planta. “La verdad es que el lino es un cultivo muy rústico, se adapta muy bien a esta zona, tolera sequía, tolera inundaciones, prácticamente no tiene plagas naturales. Pero bueno, sí es muy difícil la cosecha, una cosecha muy artesanal. La diferencia respecto a otras es que nosotros no usamos agroquímicos y no usamos desecantes, por eso lo tenemos que cortar e hilerar”, relata.

El proceso de cosecha, como en el caso del maní, es en dos tramos. El cultivo primero se corta y se hilera sobre el campo, donde permanece siete días. “Se seca con un proceso natural por el sol y después se cosecha con un cabezal recolector. Todo eso hoy no lo hace nadie”, celebra Juan Francisco, conforme con replicar el proceso artesanal.

-¿Y la industrialización del lino también la tuviste que aprender de cero?

-Lo que yo vi de chico es que es muy lindo participar en la comercialización, no solamente en la producción sino que es lindo comercializar un producto e interactuar con el consumidor directo. Y obviamente eso te da más rédito. Si yo solamente lo produzco y lo vendo a granel, obviamente voy a obtener menores ganancias. Yo tengo un plus porque llego al consumidor directo. De esa forma este sistema es rentable, sino no sería viable.

-¿Y quién es el que consume semillas y aceite de lino?

-Por decirlo de alguna forma sencilla, el lino está dentro del top cinco de las semillas más consumidas en Argentina. De estas semillas raras, por ejemplo, también está la chía, el girasol, el lino, el sésamo. Es un nicho muy específico de dietéticas y de comidas más saludables que hoy están de moda. Nosotros tenemos ese público. Es un nicho de mercado específico, mucha gente vegana, mucha gente que consume sin TACC.

-¿Entonces imagino que tiene buena demanda, porque es un público que va creciendo?

-Va creciendo. Nosotros tuvimos un crecimiento exponencial. Hoy estamos en casi todas las cadenas de dietéticas y vamos a lanzar otros productos. La verdad es que la gente hoy se preocupa más por su alimentación. Preguntan, consultan de qué se trata. Si bien hoy la economía está pésima, y estos son productos más caros que los convencionales, la gente está orientándose a una comida más saludable y más consciente.
Fuente: Bichos de Campo

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