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Las luchas, las artes, los negocios, la política cruzan la vida centenaria de El Diario de Paraná, que uno de sus redactores clave decidió contar desde las entrañas.

Por Daniel Tirso Fiorotto

La Editorial Fundación La Hendija acaba de publicar una obra imprescindible para comprender el periodismo entrerriano reciente y atisbar en la naturaleza de la empresa periodística aquí y en el mundo.

Talentos, agachadas, decisiones visionarias, censuras, posiciones firmes en defensa de la libertad de expresión; arreglos de ocasión, encuentros y desencuentros en el periodismo y también en otros ámbitos de la política y el poder estatal. La cocina de la prensa, en suma, resumida en un relato que va del nacimiento al ocaso del diario de los Etchevehere, como se ha conocido a El Diario de Paraná, entre cuyos dueños y directores figuran ocho gobernadores, dos presidentes de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, y numerosos legisladores y ministros. Eso nos cuenta el periodista Jorge Riani, y nos desasna de entrada porque resulta que El Diario no fue fundado como nos contaron, ni obedeció siempre a los mismos intereses.

Alguien contó alguna vez que cuando Rocamora fundó Gualeguay la vecindad lo recibió con aplausos en la plaza pública… Recordamos el chiste al enterarnos que el matutino más viejo de la capital entrerriana tuvo varios fundadores y no uno, algo distinto al relato oficial.

El imperio del Quijote (sugestivo el nombre) nos involucra un poquito a todos los que andamos en este oficio. Podríamos dejar a un lado nombres propios y fechas para meternos en la cocina de una empresa periodística, donde se cuecen los estofados de las noticias, las editoriales, las entrevistas, y se marca la agenda. El libro recién salido del horno es pues una historia de los límites de la comunicación masiva, en este caso revisitando la geografía de una empresa. Trata de un retazo sustancial del periodismo del siglo XX y lo que va del XXI, y por supuesto: hilvanando el devenir de El Diario de Paraná con las historias familiares de los Etchevehere, sus posiciones firmes, sus negocios, los temperamentos por demás curiosos de sus miembros, dentro de una genealogía del apellido desde su arribo a estas tierras, con espacio amplio por supuesto para el gobernador del clan, Luis Lorenzo.
Casi monopólico
La investigación de Jorge Riani pinta al periodismo en la historia reciente, con la excusa de un caso paradigmático, y aporta datos que permiten analizar las conexiones entre la prensa y la política en la Argentina, bajo una mirada sin concesiones, con alguna pizca de fascinación por el ámbito que el autor seguramente sintió su lugar, en ciertos fragmentos de su vida.

Hay espacio para el arte, para el humor, para la trama de empresas que sostuvieron El Diario por décadas, y están los nombres de la mayoría de los trabajadores del medio en sus distintas etapas, algunos con plena vigencia en el periodismo local en la actualidad.

El tema: El Diario, el matutino de mayor relevancia en la provincia por décadas, con ciclos memorables y negocios para el olvido. Jorge Riani le había recorrido cada rincón y decidió transitar caminos poco frecuentados para entregarnos una obra de interés no sólo en los ámbitos de la comunicación social, los sindicatos, las facultades, aquí y en el resto del país, sino también en la política lugareña y nacional, la historia de la política y sus tires y aflojes con el capital económico y el Estado.

El imperio del Quijote, en alusión al logotipo del medio y al poder de ese medio y sus dueños, es un texto periodístico y por eso de lectura ágil, con datos y comentarios desarrollados sin complicaciones ni pelos en la lengua. Aquí y allá aparecen botones de muestra de la relevancia de un medio casi monopólico en ciertos momentos, abierto a veces, altanero a veces, cuando no despótico. Recién con la aparición de diario UNO y la revista Análisis la prensa escrita encontró otras vías, otros modos y abordajes, y el monopolio se desvaneció.

Los detalles de la obra son sabrosos, es cierto, y más para quienes conocemos algo de los personajes en danza. Por ahí curiosos, por ahí sorprendentes, sea por los intereses comerciales en juego, sea por las costumbres escatológicas de uno de los empresarios de renombre, sea por los caminos insondables de la libertad de expresión y de prensa, sea por los choques con el clero. Pero los nombres particulares y las experiencias familiares son como afluentes que desembocan en el gran río del periodismo.
El estofado
Cuánto hay de periodismo en ese estofado, cuáles son los ingredientes, las proporciones de ese plato. En este caso el relato tiene como dos hélices del ADN, en una el periodismo y en la paralela el partido radical, pero a través de esa línea conocemos por cercanía u oposición a empresas, sindicatos, partidos políticos, corporaciones, y podemos sondear en nuestra zona los efectos de momentos históricos fundacionales en otros países del mundo, por ejemplo: la revolución cubana, o la creación del estado de Israel.

Riani dice mucho, sugiere más, y la selección de temas presentes como ausentes ayuda también a entender y a entendernos. Haber caminado la Redacción muchos años le dio un plus, porque los nombres, las máquinas, los modos, le son familiares. Es cierto que esa mirada podría complementarse con otras de adentro y de afuera, pero era necesario trazar este cuadro para iniciar el diálogo. Si en los distintos ámbitos (sindicatos, facultades, partidos políticos, agrupaciones diversas) no hay caldo para cultivar el intercambio sobre la comunicación masiva, esa no es una limitante de este libro sino del estado de cosas, tan decadente como la empresa que nos ocupa, cuyo capítulo final es (y perdón por spoilear) el despido de 85 trabajadores con la connivencia del partido gobernante en el país (Pro y radicalismo), y el partido gobernante en la provincia (Partido Justicialista).

Ese es el vaso medio vacío de la historia. Ahora: si estamos dispuestos a ver el vaso medio lleno nos encontraremos con una pyme que, enfrentando mil dificultades, generó trabajo para centenares de personas durante un siglo y eso tiene un valor extraordinario en la Argentina actual, en que el trabajo es un bien escaso y muy particularmente en el periodismo. Ese es un poroto que se ha anotado El Diario, como cierta apertura de sus páginas a veces a pensamientos distintos a su línea editorial. Nobleza obliga. ¿Quién de nosotros no esperó algunas columnas de Guillermo Alfieri, algunos suplementos de El Diario, una nota ambiental de Carlos Bolzán, literaria de Carlos Marín, política, deportiva, tantos y tantas colegas desde aquellos tiempos en que internet no aparecía siquiera en nuestro horizonte?
Agonía
Está claro que la debacle de una empresa no es la debacle de una sociedad, ni los momentos de “gloria” de una empresa lo son del pueblo. Pero trazar esa línea permite, más o menos, mirar en otros ámbitos porque una organización periodística tiene muchas conexiones, al menos dentro de los ámbitos de poder y sus aledaños, y en este caso estamos ante una firma que alcanzó durante algunos años un perfil propio, es decir, fue capaz de sobrevivir sin mendigar, y de hecho mostró cierto empaque y hay fibras diversas en su tejido.

Qué decimos en la prensa, quiénes están pendientes de la selección de noticias y su tratamiento, qué capitales pagan los diarios y cómo responden esos capitales cuando los diarios no están suficientemente atentos a sus intereses, qué profesionales sostienen las noticias, quiénes dibujan, distribuyen, o cumplen roles menos conocidos, pero columnas del edificio. De punta a punta, El imperio del Quijote ofrece un amplio repertorio de los vínculos muchas veces ocultos entre poderes, pero también de oficios humildes y nobles en nuestra sociedad. Lindas, sentidas las referencias a Kiko Cozza, al Negro Silva…

No faltan nombres de gran relevancia, presidentes de la Argentina, gobernadores, ministros, jefes de corporaciones, trabajadores: el autor enumera vicios y reconoce talentos, en la descripción de los personajes. Hay cualidades consideradas negativas y positivas a veces reunidas en la misma persona. Pero Riani no se encarniza, al contrario: se nota un esfuerzo por lustrar aspectos edificantes, y como estamos ante el relato de una vida, la obra mostrará en los capítulos finales como es lógico una suerte de agonía. Allí el autor da nombres, y eso nos hace presumir que se ganará el disgusto de no pocos. Sin embargo, unos y otros podrán admitir quizá que alguien se animó y trajo el tema al ruedo.
El golpista golpeado
Jorge Riani lleva décadas en el periodismo escrito, radial, televisivo y en las páginas de internet. Es corresponsal del diario La Nación de Buenos Aires desde hace unos quince años en Entre Ríos, tiene oficio en el periodismo de denuncia y también en los relatos que hacen a la identidad cultural de la región, recopilados en las obras Relicario y Entre Ríos secreta. Eso le facilita el abordaje de temas en El Diario con una hondura que no es común en los periodistas, urgidos a veces como estamos por las cosas del momento. Es un trabajador que se hace tiempo y cuida la pluma. El día que alguien analice debilidades y fortalezas del oficio en nuestra región acudirá, sin dudas, a El imperio del Quijote y encontrará allí un capítulo imprescindible.

El Diario sufrió el golpismo a veces, fue golpista otras veces, pero difícilmente se mantuvo al margen.

Veamos unos fragmentos del contenido, apenas como ejemplos. Bajo el subtítulo “Un nazi ensañado”, Riani cuenta una de las clausuras que sufrió el matutino de los Etchevehere. Dice en la página 65 que Aníbal Vásquez fue uno de los directores más importantes que tuvo El Diario y en su gestión sufrió el atropello militar. “El Diario fue apropiado por el Estado. El Estado había sido apropiado por los militares golpistas”, resume el autor.

Luego de explicar el golpe de 1943, escribe: “del germen de ese movimiento golpista surgió la intervención a la provincia, que quedó en manos de un teniente coronel retirado, Calos María Zavalla… Zavalla tenía una aversión por los comunistas, los judíos, los ateos, los masones, los radicales y los socialistas. Se ensañó contra el templo de la masonería en Paraná, al que profanó ingresando a la noche con una patota de policías y militares que llegaron en camiones, robó sus muebles y tiró sus archivos, y contra El Diario al que expropió para tomar sus máquinas y mandarlo a escribir de un modo ajustado a su gusto ideológico”.

“Como el golpe asestado contra el medio impreso se produjo un 24 de mayo… Zavalla le imprimió un sello pretendidamente patrio… ‘para que en el día limpio y sereno de la Patria no resuene ninguna voz que lo enturbie’” decía la clausura.

Y bien, con cada gobierno de la provincia de los recientes cien años tuvo lazos más o menos amistosos y cordiales El Diario, y a veces enfrentamientos. Muchos de esos vínculos por la positiva o por la negativa están expuestos en la obra.

Y quedan además puntas de otras singularidades de El Diario, como el paso por sus páginas de artistas notables como Juan L. Ortiz, Amaro Villanueva, Marcelino Román y tantos otros, o más cerca Celeste Mendaro.

Antes de aquella clausura, y contra lo que podríamos suponer, El Diario de los radicales fue uno de los medios que más incidieron para provocar el golpe contra Hipólito Yrigoyen. Recuerda Riani un título catástrofe de tapa: “El país está gobernado por un grupo de asesinos”. Eso se lee en la portada de los ejemplares del 5 de setiembre de 1930. Y sigue el autor: “Debajo de ese titular se extendía el logotipo de El Diario, y luego venía un segundo título, también a todo el ancho: ‘El pueblo de la república debe terminar con este vergonzoso y trágico estado de cosas’. Las leyendas envenenadas contra Yrigoyen no quedaban ahí, porque también un subtítulo con tipografía grande, siempre a toda la extensión de la página, agregaba: ‘Entre Ríos, como parte integrante de la nación argentina, debe incorporarse activamente al movimiento general de agitación’”.

Si así nos portamos con los compartidarios, claro, no es difícil pensar cómo sería con los adversarios, y más con la naturalización de ciertas prerrogativas, por la concentración de la palabra en papel. Aunque Riani reconozca la determinación de uno de sus directores por trazar una línea divisoria entre el medio y el partido.
También pintorescos
Otro acierto de Editorial Fundación La Hendija. ¿Quiénes fundaron El Diario? Riani llega para desmentir y desmitificar la historia oficial. ¿Qué dirigentes salieron de sus filas y dirigieron el país y la provincia, o se preocuparon, desde afuera del país, por su línea editorial? ¿Cuáles fueron las relaciones con el peronismo en el gobierno y cómo respondieron los peronistas? Son casi 300 páginas pero se leen de un tirón. Mechadas, claro, con anécdotas sobre los directores y sus familiares que resultan, a quienes no los padecimos, en verdad pintorescos; y con momentos insólitos como ese del día que El Diario calificó de “violento” a uno de sus dueños.

Y por supuesto, hay tela para quienes deseen saber del paso de célebres intelectuales y artistas argentinos por Paraná, y por el Ateneo; de la flor y nata del centro de Paraná con apellidos de linaje; o de las luchas gremiales, en fin. Y para quienes busquen detalles de la irrupción del gobierno de Sergio Urribarri y el negocio en común de peronistas y macristas: menú para todos los paladares.
Fuente: Diario Uno

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