Al iniciar el reportaje con el diario El Sol, dijo que su sobrino siempre fue un chico violento. “A mí me respetaba y siempre lo ayudaba con una moneda. Se drogaba desde chico y yo lo veía cada vez más cambiado. Lo único que decía era mamá dame plata y con la mirada las dominaba, porque le tenían terror, él las miraba y las dos bajaban la cabeza”, dijo.
“Yo fui a verlas la semana pasada, creo que el viernes –recordó- y les llevé dinero. Les di 500 pesos, él vio plata y mi mamá la mando a mi hermana a comprar algo para comer; entonces él pensó acá hay plata para comprar drogas. Creo que anteriormente les había pegado, pero nunca mi mamá me dijo nada, porque se las tenía que ver conmigo; ya un día le pegué porque tiraba todas las cosas”.
En el medio del debate sobre el estado mental del joven Acuña, su tío dice que no está loco. “Que me perdone el juez, pero él no está loco. Habla pavadas, delira, pero no le compren el verso. Él era muy inteligente, por eso no le crean.” Contó que comenzó a consumir drogas desde la pubertad “tenía 12 o 13 años y ya sabíamos que se drogaba”.
Narváez encontró en la cama de Acuña un misterio dibujo de un supuesto ritual. Habla de ropas blancas, un pañuelo y una vela; dice que es una obra macabra.
“Él tenía que cumplir. Le pedían a dos personas que más amaba y por eso estaban esas mujeres en el croquis y todo dirigido al Pai”, dice, convencido de su teoría.
“Yo creo que los crímenes fueron por encargo, yo le presenté esto a la policía y no le dieron importancia. Hay que entender que está claro cuáles eran sus planes, con eso el iba a lograr una especie de bendición o algo así”, insistió Narváez.
“La policía tiene que buscarlo a Marcelo, por eso le piden el sacrificio de la persona más querida y las eligió a ella. Yo conocí este mundo, por eso sé de lo que hablo, el mapa lo encontré en la pieza donde dormía”.
Otra anécdota que cuenta su tío es que 20 días antes de los asesinatos Acuña apareció en su casa bañado en sangre y debía permanecer así sin lavarse, por eso despedía olores nauseabundos.
“Tenía olor a podrido. Habían hecho un ritual de bañarse en sangre de gallina, todo eso tenía que aguantarle mi mamá y mi hermana, si le decían que se saque la ropa se enojaba, por eso no le decían nada”.
Narváez manifestó que las intenciones de su sobrino era sepultar a ambas mujeres. “Tenían que irse dos y él hizo ese pozo para enterrarlas. Lo que pasa es que se pelearon afuera, él estaba cavando y eso le llevó mucho tiempo. En el lugar había más dibujos y papeles, que después de todo lo que pasó fueron mis hermanos y quemaron todo, porque no querían ver nada de él y creo que quemaron cosas importantes”. Cuenta que Acuña tuvo una novia, vivía al lado de su casa y tuvieron que huir hacia el sur por las amenazas y violencia del doble homicida. “Estaba claro: la mataba a ella o asesinaba, como lo hizo, a mi mamá y a mi hermana. Ahora, me comentaron que su ex pareja está esperando un hijo de él, creo que la chica se llama Carina, ellas se fueron por miedo”.
