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La esquina del asesinato más reciente
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La zona noroeste de Concordia vive horas de máxima tensión. Los vecinos pacíficos, que son la inmensa mayoría, han percibido claros indicios de que las dos bandas que se disputan el poder se preparan para un enfrentamiento de mayor escala. “Están armados hasta los dientes”, dicen, y advierten: va a “correr sangre”.

El territorio en pugna abarca una parte del barrio “Los Pájaros”, el “San Jorge” y el “Concordia 1°”, que a su vez incluye al “100 viviendas” y el “80 viviendas”. “Es el sector más pobre, más vulnerable y más conflictivo; corresponde a la Jurisdicción de la Comisaría Séptima”, precisó una fuente policial a El Entre Ríos.

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La disputa entre los Monzón y los Vargas vendría de vieja data. Pero hechos recientes han agravado la situación. Primero fue un robo, en el que unos se habrían apoderado de la droga de sus rivales. Después, el asesinato de Enzo Vargas, acribillado a balazos en la puerta de un kiosco.

El victimario que apretó el gatillo contra Vargas sería un Monzón, Exequiel Rodrigo Alejandro, que habría actuado de sicario, sin importarle en lo más mínimo que estaba bajo arresto domiciliario. Al caer la tarde de este miércoles de Semana Santa, varios vecinos que nada tienen que ver con los sectores en pugna, ante el clima de violencia que se respira en el aire, optaron por abandonar sus hogares en busca de algún lugar más seguro donde dormir.

En diciembre, el accionar conjunto de la Policía de Entre Ríos y Fiscalía, a través de José Arias, descabezó parcialmente a ambos grupos. Otros allanamientos, en los primeros días de marzo, completaron una seguidilla de arrestos que llevó tras las rejas a varios de los cabecillas de mayor edad, que llevaban más de una década ejerciendo el poder, con armas, con drogas, con dinero y con vínculos políticos. Consecuencia indirecta de ello es que enseguida se instaló la lucha por la sucesión en los liderazgos. Además de los 4 Monzón, uno de ellos militante activo de la UOCRA, y los Vargas, hay otros personajes de “renombre” que fueron a parar a la cárcel. Por caso, Andrés Alejandro Arce, sindicado como el capo de la “Banda de los Millones”. También fue arrestado otro peso pesado, conocido como el “Toto” Ravicini, quien junto a José Alberto “Chiquito” Penoni está acusado de haber baleado recientemente a Carlos Horacio Segovia.

Por esa ley física según la cual los vacíos de poder siempre tienden a ser llenados de inmediato, los Vargas habrían aprovechado la caída en desgracia de sus rivales para protagonizar una avanzada, con el claro propósito de quedarse con todo.

Pero los Monzón notaron la jugada y no se quedaron quietos. En especial, habría dos hermanas que resolvieron jugar fuerte y se pusieron al frente de la banda, dispuestas a presentar batalla. En la policía sospechan que un extraño asalto fue ideado por ellas. En el hecho actuaron 5 sujetos que ingresaron a la casa de un tal Ocampo –muy amigo de Enzo Vargas, el joven asesinado en el kiosco- y se llevaron una moto. Pero la hipótesis policial es que el verdadero botín fue otro: las Monzón habrían conseguido arrebatarle parte de la droga a los Vargas.

Yendo algo más atrás en la historia, es posible descubrir otro episodio relevante en la trama de la guerra “en cuotas” entre las bandas del noroeste de Concordia: el crimen de Matías Walton, planificado y perfectamente ejecutado por dos sicarios en moto. El muerto estaba vinculado a los Vargas y a Ravicini.

Un dato revelador del dinero que manejan es el tipo de armas que utilizan. Las pericias policiales detectan siempre municiones de grueso calibre, que no bajan de los 9 mm. “Hoy en el mercado negro para comprar un arma así hay que poner cerca de un millón de pesos”, precisó un efectivo de investigaciones consultado por El Entre Ríos.

Tal disponibilidad de recursos para sostener estructuras armadas contrasta con la pobreza que sufren las barriadas en disputa. Las familias que intentan sobrevivir allí soportan múltiples carencias. No tienen casas dignas, ni trabajo, ni educación, ni servicios, ni mucho menos “Estado presente”. Son condiciones paradójicamente “perfectas” para el avance del poder narco, que se aprovecha de un verdadero cóctel de vulnerabilidades que se refuerzan unas con otras.

Los Vargas y los Monzón, las dos bandas que por estas horas tienen en vilo al noroeste de la capital del citrus, en los hechos sustituyen el poder del Estado, con prácticas no muy distintas de las que hicieran famoso a Pablo Escobar en Colombia. “Ayudan” a los vecinos, les dan “microcréditos”. Es frecuente que terminen quedándose con las tarjetas. Y, obvio, los préstamos son a muy altos intereses.

Por ejemplo, prestan pequeñas cifras que los “beneficiarios”, varios de ellos cosecheros de la fruta, usan para comprar drogas a los mismos que le acaban de dar el dinero. Y, si recibieron 1000, por dar un ejemplo, al fin de semana siguiente deberán devolver 1500, una vez que cobren por el trabajo en la zafra.
Fuente: El Entre Ríos

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