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La situación del arándano en el país, con su principal producción a la región de Concordia, se encuentra atravesada por una dura crisis, a raíz de una falta de políticas que dinamice el crecimiento del sector para la competencia internacional. Este tema lo abordó en profundidad Matías Longoni, con una nota en Bichos de Campo titulada “Argentina arruina hasta sus mejores ilusiones: Agoniza el arándano, una actividad que atrajo muchas inversiones y después tropezó con la realidad”.

Compartimos a continuación la nota, que incluye una entrevista a Alejandro Pannunzio, un docente de la UBA que produce esa fruta en la zona de Concordia.

La campaña 2020 del arándano quedó para el olvido. Otra más. Aquel cultivo que hace 15/20 años atrajo a inversores de todo tipo y que prometía convertirse en una alternativa exportadora muy potente, ahora languidece debido a las trabas que impone la Argentina a este tipo de emprendedores: altos costos de producción, falta de acuerdos comerciales, inestabilidad económica que traba la renovación de variedades, retraso cambiario y múltiples etcéteras.

La Argentina es un país que se especializa en arruinar sus mejores ilusiones.

Alejandro Pannunzio, un reconocido especialista en riego -profesor de la UBA- que además produce esa fruta en la zona de Concordia, en Entre Ríos, contó que en la Argentina quedan 2.300 hectáreas implantadas con arándanos, cuando hace diez años eran 4.800 hectáreas. Por eso en al temporada 2020 exportó algo más de 10,5 millones de kilos, cuando años atrás había exportado el doble, 20 millones de kilos de arándanos.

Los números deberían haber sido muy diferentes si la Argentina hubiera seguido el mismo camino que esta región sudamericana, que se ha especializado en la producción de arándanos para exportar en contra estación a los mercados del Hemisferio Norte, en espacial Estados Unidos y la Unión Europea, que son buenos pagadores. La región creció de 51.700 hectáreas implantadas en 2009 a casi 100 mil en 2019.

Calculó Pannunzio que si la Argentina hubiera seguido esa misma evolución, el área implantada con ese berrie debería estar llegando a 8.640 hectáreas, pero está apenas en la cuarta parte de eso, porque involucionó. La involución es un dato innegable. Si hubiera seguido el tranco latinoamericano, el país estaría exportando 36 millones de kilos de la cotizada fruta, y no los 10,5 millones de la última temporada.

Adolfo Storni, de la firma Extraberries, contó que para la mayoría de los productores de arándanos el talón de Aquiles ha sido el poco recambio de variedades. Es que en todo el resto de los países productores se han ido actualizando, pero aquí no sucedió y entonces las productividades obtenidas son muy bajas, de unos 7 toneladas en el promedio nacional. Por eso muchas superficies salen de producción: no se salvan los costos si se obtienen menos de 10 mil kilos por hactárea
. En declaraciones al medio AgroValle, Betina Ernst, presidenta de la consultora especializada Top Info Marketing SA, evaluó que en sus orígenes la Argentina “fue el clásico proveedor temprano, estando prácticamente solo durante octubre y noviembre. Su industria se basó en iniciarse lo antes posible, por lo cual implantó variedades tempranas, buscó regiones precoces y trabajó con el envío aéreo. Pero el surgimiento de competidores muy fuertes en el mismo período y con ventajas competitivas complicó seriamente al desarrollo de la industria. La misma tuvo que replantear sus objetivos, concentrarse en las regiones y fincas más productivas, reducir costos y pasar de exportar volumen a calidad”.

Cuando se habla de nuevos competidores, la patria arandanera mirará de inmediato hacia Perú, que desarrolló el cultivo bajo riego en las regiones desérticas de la costa y en pocos años se convirtió en el primer exportador mundial. incluso desplazando a la poderosa Chile. El balance 2020 dirá que Perú exportó 150 millones de kilos de arándanos y Chile unos 110 millones. Recién después, con 10,5 millones de kilos, aparece la Argentina. Sudáfrica, en otro continente, expone mucho más la declinación local, pues exportó 13 millones de kilos la temporada pasada.

Aquí la velocidad de la caída es acelerada. La campaña finalizó con una exportación cercana a las 10.500 toneladas, un volumen 17% inferior al de 2019 y 30% inferior al obtenido en 2017 y 2018. Explicó Ernst casi sin dudarlo que “la caída se debe a los elevados costos y falta de tratados comerciales”. Storni aporta un dato clave para entender por qué los arándanos argentinos no son competitivos en el mercado internacional: para entrar a Europa deben pagar un arancel del 4% mientras que Chile y Perú tributan 0%, debido a los pactos de libre comercio.

Las retenciones a la exportación, como en el resto de las actividades frutícolas, recién fueron eliminadas a fin de 2020, es decir luego del final de la temporada de exportación, que dura hasta noviembre. Y aunque el gobierno logró que China reduzca sus aranceles de importación del 30% al 15%, eso sigue siendo un montón frente a la ventaja con que corren los competidores. Por eso la ilusión de exportar arándanos a ese mercado siguen siendo solo eso, ilusiones.

“Ante la menor competitividad el país se especializa en nichos o segmentos del mercado que aprecia el buen gusto del arándano argentino. Así se está apuntando a la producción orgánica, la cual se estima alcanzó el 30% de la última exportación. Con respecto a los costos, se busca reducirlos a través de un mayor vuelco hacia el envío marítimo. En la actual campaña por primera vez se logró enviar más por barco (57%) que por aire. En años previos solo el 10-20% salía por barco”, explicó la especialista en el negocio frutícola.

La superficie implantada que se sostiene en pie, y que sería de unas 2.500 hectáreas, se reparte en partes iguales entre la región del Litoral (Entre Ríos y algo en Corrientes) y el noroeste (Tucumán y Salta).

Bichos de Campo realizó en septiembre de 2019 un programa especial sobre el arándano, que conserva una llamativa actualidad
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Fuente: Bichos de Campo - Matías Longoni

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