Nos comunicamos con él y escuchamos su relato, seguramente similar al de tantos empresarios a lo largo y a lo ancho de nuestro país.
Expectativas que se fueron diluyendo
“Veníamos más o menos levantando después de varias temporadas críticas. A fines de febrero comentaba con los empleados que por fin tenía el año 2020 solucionado, con el 24 de marzo, Semana Santa, el 2 de Abril, varias excursiones, en septiembre y octubre teníamos todo cubierto. En algún momento pensé que en las vacaciones de julio llegaríamos a trabajar, pero día a día todo se fue diluyendo y veo cada vez más lejos la posibilidad”.“Con los protocolos de salud y todo lo que se ve en Buenos Aires y en otros países –cabinas sanitizantes, trabajar al 50% de ocupación, el distanciamiento social- aun cuando esto se solucione con una vacuna o un tratamiento, además de que la gente debería tener un cambio abrupto en su comportamiento, en el mejor de los casos en 2021 estaríamos cubriendo los gastos, porque 2020 ya está perdido. Hace 5 meses que en el hotel no ingresa un centavo”, asegura.
“En un comienzo lo tomamos como una oportunidad, pensando que el hotel iba a estar parado por más o menos dos meses. Pintamos, hicimos reparaciones, colocamos pisos flotantes en las habitaciones que faltaban, amuramos algunas cosas”, dice. Y agrega que en algún momento pensó en reconvertirme, “por ejemplo en una escuela de idioma Español para EE.UU. y Brasil, ya que en la ciudad contamos con gran cantidad de profesores”, pero en este contexto, también esa opción era poco viable.
La crisis que se avecina y la reacción de las autoridades
Con pesar, Agostini augura un futuro muy complicado para el rubro: “No se ve ninguna salida, como en otras crisis. Estoy frustrado. No veo futuro al menos en los próximos dos, tres o cuatro años, y ya estoy en edad para tomar la vida con más tranquilidad. He analizado que en la próxima década nos va a tocar dos cambios de gobierno –en los cuales la actividad se paraliza-, al menos dos crecientes en verano, y dos o tres años para recuperarnos de esto. O sea que en los próximos diez años a la hotelería le vislumbro siete de pérdida y tres buenos, si es que todavía no son malos también esos”.Para el hotelero, “recién estamos comenzando a padecer la crisis que se avecina, mucha gente sin laburo, negocios cerrados y una presión tributaria muy problemática. Las autoridades reaccionan tarde; como de costumbre, nos van a asistir en el funeral. Pedí un crédito del CFI y no he tenido voluntad de reclamarlo, porque ni siquiera lo pido convencido”.