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Walt Disney le habría puesto Bambi, pero los chicos de la escuela El Potrero la llamaron India. Es la primera cría que nace dentro del programa de reinserción de corzuelas (ciervos) que lleva adelante la Reserva Natural El Potrero desde hace casi un año.

“Se busca volver a tener una población estable de ciervos, que fueron depredados por la caza clandestina. Se trata de ciervos autóctonos de nuestra zona, llamados corzuela parda o Mazama Gouazoubira, o guazuncho como se les dice comúnmente”, explicó el encargado de dicha reserva, Ariel Amoroso, durante las V Jornadas de Ecoturismo que tuvieron lugar en Gualeguaychú.

India es la primera corzuela que nace en la zona en 10 años. Es que habían desaparecido. Y es fruto de un trabajo de reintroducción de la especie que comenzó en junio de 2017 con la llegada de dos ejemplares, domesticados en distintos puntos de la provincia de Entre Ríos, que fueron entregados por sus dueños al cuidado de El Potrero.
“Todo comenzó con Elizabeth, de Villaguay, cuando el año pasado nos llamó para contarnos que tenía en su casa una corzuela hembra que ya era parte del corazón de su familia, pero para quien Elizabeth quería un destino mejor”, contó el encargado. La corzuela, hembra, se llamaba Chiví, y con la autorización y ayuda de la Dirección de Recursos Naturales de la provincia, fue trasladada a la reserva El Potrero.

Se le acondicionó un refugio completamente alambrado y techado, con corrales aledaños que conservan la flora silvestre, en una instancia llamada “de pre-suelta”.

“Poco tiempo después, llegó Mémé –siguió contando Ariel Amoroso, quien es ingeniero agrónomo egresado de la UCU en Concepción del Uruguay, con Maestría en Manejo de Cuencas Hidrográficas por el CATIE de Costa Rica. Danilo y Natalia nos llamaron desde Paraná para decirnos que tenían una corzuela macho. Siendo una cría muy pequeña, Memé había salido de abajo de la cosechadora de Danilo, quien decidió llevarlo a su casa. En poco tiempo pasó a ser un hijo más de la familia, pero al igual que Elizabeth, querían un futuro mejor para Memé, y lo fuimos a buscar. Los primeros encuentros entre Chiví y Memé en la reserva no fueron fáciles, pero con el tiempo se consolidó una pareja. Y el 3 de mayo de este año, finalmente, apareció India, el primer paso para repoblar de corzuelas nuestros montes”.
Pequeñas y protegidas
Estos ciervos, de estatura más bien pequeña, llegan a medir hasta 60 cm de alto (¡pequeñas!) y pesan 30 kilos. Su fragilidad se siente especialmente a la hora de enfrentar depredadores. “Cuando nació, India pesaba 1 kilo y medio”, dice Amoroso.

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La cornamenta de las corzuelas es de 15 cm y tienen color uniforme, aunque las crías nacen con las típicas pintas blancas de Bambi. La reinserción procura ofrecerles en el predio las condiciones salvajes de la naturaleza, a fin de que puedan asimilarse de nuevo a un sistema totalmente natural. Cuando estén listos, se las trasladará a un espacio cercado mayor, de unas 12 hectáreas, con radio-collares para seguir monitoreándolas.

El plan prevé un control de 3 a 4 años, para finalmente soltarlas, aclimatadas ya al terreno y a la vida silvestre. En tanto, Daniel Ávalo, capataz de la reserva y cuidador directo de las corzuelas, las controla con cámaras-trampa de día y de noche.
Y también impulsar el vuelo
Durante las jornadas de ecoturismo, el nuevo encargado de la reserva habló también de la protección de otras especies dentro de El Potrero, por ejemplo, del tordo amarillo, pájaro insignia de nuestra zona que corre riesgo de desaparecer.

Experto en conservación de la naturaleza, Amoroso trabajó durante diez años en distintos proyectos en México y Costa Rica, en particular, en proyectos de agronomía sustentable dentro de la selva maya, y en enfoques ecosistémicos y de medios de vida para la implementación de mecanismos de adaptación al cambio climático. Ahora, se muestra entusiasmado con la tarea de reinserción de especies y el cuidado y protección de otras en peligro.

La reserva natural El Potrero, situada a pocos kilómetros de Gualeguaychú junto a la ruta internacional 136, es un espacio abierto a la comunidad para proteger, reinsertar especies, monitorear, hacer investigación y sobre todo, compartir un estilo de vida. Con 18 mil hectáreas dedicadas exclusivamente al cuidado activo de la naturaleza, es la reserva natural más grande de la provincia de Entre Ríos, más del doble en superficie que la de El Palmar, y se caracteriza en especial por su protección de las 283 especies de aves que allí han contabilizado en otro de los proyectos de investigación que llevan adelante.

“Reinsertamos especies o cuidamos a las que están desapareciendo porque apostamos a una clase de producción en la que creemos -dijo el encargado al final de su presentación-: la producción de naturaleza. La llegada de India simplemente nos muestra que es posible. Esto buscamos: aumentar la presencia de vida silvestre hasta la capacidad de carga de un ecosistema. Y cuidarla”.

Autor: Verónica Toller
Fuente: Infoner

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