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El viernes, Puiggari concedió una entrevista a la FM Sensación, de Lucas González, y habló con el conductor Ricardo Delgado, que tiene una postura pública bastante asumida: descree de las víctimas y se muestra muy cerca de la posición de Escobar Gaviria. Al aire, el arzobispo no desmintió ni ratificó sus dichos. Más bien, usó una frase enigmática para eludir la pregunta. "Es una conversación privada, por lo cual yo entiendo, por lo menos para mi ética, que no debo revelar lo que se habló en esa conversación privada", aseguró.

Lo curioso es que la "conversación privada" la mantuvo sólo con una familia de las víctimas; mas, son cuatro las denuncias que tramitan los fiscales Federico Uriburu y Rodrigo Molina, de la Unidad Fiscal de Nogoyá, y que involucran al cura Escobar Gaviria en casos de abuso. El 27 de octubre último, y tras una presentación que hicieron ante el defensor oficial, Oscar Rossi, las monjas del Colegio Castro Barros San José, Puiggari apartó a Escobar Gaviria de su tarea de párroco de San Lucas Evnagelista –función que cumplía desde 2005–, le ordenó abandonar Lucas González y le recomendó buscar refugio en una casa religiosa.

Escobar Gaviria sigue suspendido, recluido en Paraná, en la casa de la Congregación Cruzada del Espíritu Santo, y con la prohibición judicial de pisar Lucas González. Mientras, la Justicia cierra la instrucción de la investigación que lo pondrá al sacerdote ante un juicio oral, y al borde de la prisión.

Cuando la Iglesia se enteró de los abusos de Escobar Gaviria, aplicó el protocolo que ordena Roma: lo suspendió como cura, y dio orden de iniciar una investigación diocesana tal cual lo establece el canon 1.717 del Código de Derecho Canónico que trata sobre los delitos muy graves.
"Como medida cautelar, el sacerdote involucrado, fue separado en esa fecha de la atención pastoral de la comunidad y se le ha impedido el ejercicio público del ministerio", anunció entonces Puiggari. "Expresamos nuestra cercanía y disposición para acompañar a todos aquellos que podrían sentirse afectados por esta dolorosa situación, quienes cuentan con nuestra disponibilidad de escucha, oración, comprensión y afecto", señaló el texto que firmó el arzobispo.

Pero de momento sólo una víctima ha recibido la atención pastoral de la curia. Eso dice Silvia Muñoz. Ni Puiggari, ni el oficial de Justicia que envió la Iglesia, el cura Silvio Fariña, que recogió un único testimonio para la investigación diocesana. "Hablaron conmigo solamente. Está la otra mamá, también, la del chico mayor, pero en ningún momento habló con ella. Ni siquiera me preguntó el número de teléfono. Ni en qué calle vive. Yo le dije a Puiggari, si le parecía bien que ese chico se haya tenido que ir de Lucas y que ahora la mamá lo esté llorando, porque acá le hacían la vida imposible. ¿Vos te pensás que me dijo algo? No dijo ni a", cuenta Silvia.

Puiggari se molestó ante el hecho de que trascendiera un diálogo suyo con la mamá de una víctima. Aunque no habló de víctima. Habló de "supuesta víctima". Argumentó que utilizaba un lenguaje equidistante en razón de que en cualquier momento desde Roma le pedían que se constituyera en juez y juzgara el proceder de Escobar Gaviria.

Pero Silvia Muñoz está segura de lo que escuchó el martes por la noche, en su casa: "Yo sé lo que me dijo, porque lo grabé. Yo loca no estoy. Decir que yo dije lo que él no dijo, es como decir que estoy loca".

—¿A qué fue a Lucas González Puiggari?

–Puiggari vino a Lucas porque yo lo mandé llamar. Lo primero que le dije a las monjas del colegio es por qué Puiggari, a finales de octubre, vino y no habló con la familia de la víctima. Cuando lo mandaron a Fariña, volví a preguntar por Puiggari. Le pregunté a la madre del colegio: por qué Puiggari no venía a hablar conmigo, y se interioriza por lo que estábamos pasando. Vino con el cuento de que anda recorriendo a las víctimas porque el Papa le había mandado un comunicado que plantea la tolerancia cero, para que se ocupe de los abusos. Pero me vino a visitar solamente a mí.

—¿Ofreció alguna ayuda?

—Yo le pregunté qué lo traía por acá. Entonces, me dijo que venía a solidarizarse con nosotros, y nos dijo que nos pedía perdón por lo que estábamos pasando. Y vino con el ofrecimiento de plata. Dijo que sabía nosotros somos laburantes, que sabía que no estamos económicamente bien, que nos quería ayudar con lo mínimo, que es la atención psicológica del nene. Yo le comenté que a la última sesión del nene no la pude pagar porque no tenía los 500 pesos. Por eso mismo, me dice, porque es algo que pasó en la iglesia, nosotros nos tenemos que hacer cargo, entonces yo quiero reparar algo, me dijo, para que ustedes no estén gastando. Le dije que no quería plata. Que acá todo el mundo dice que yo quiero sacar plata de la Iglesia. Yo no quiero plata. Yo quiero, le dije, que usted haga algo para que Escobar Gaviria vaya preso. Y que le diga a usted la verdad, que le diga que abusó de los chicos. A mí me reconfortaría como mamá, que le reconozca a usted que abusó de los chiquitos.

—¿Cómo cambió la vida de ustedes después de todo esto?

—Y la vengo piloteando, pero estamos mal. Encima hoy (por el viernes) Puiggari decidió hablar por una radio de Lucas González desde donde nos atacan. Así, en vez de ayudarme, me hundió más ante la sociedad. Este pueblo es un asco. Incluso las monjas que lo denunciaron al cura la han pasado mal. A las monjas le apedreaban la casa, les tiraban botellas al techo y no las dejaban dormir. Todavía no las dejan entrar a la iglesia. Salen a la calle, y les gritan de todo. Las tratan de Judas.

—¿Les sirvió de algo la visita de Puiggari?

—No. Yo me tuve que tomar un calmante para recibirlo. Yo sabía que él venía a sacarme lo que yo sabía. Sabía que nunca había hecho nada por los abusados.
Fuente: El Diario Entre Ríos Ahora

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