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Partió en mayo de Madrid, y una semana antes del comienzo del Mundial llegó a Doha. Recorrió más de 9500 kilómetros y pasó por 20 países. El objetivo casi se le frustra por un percance sucedido el último día, y de manera épica logró superar todo. Sus secretos a la hora de emprender este tipo de aventuras que realiza hace 20 años.

Cada año, el gualeguaychuense Miguel Silio se saca su traje de escribano y se pone el de ciclista. En su bicicleta, y con su esposa o sus amigos, emprende viajes a cualquier rincón de La Tierra. Este 2022, como no podía ser de otra manera para un futbolero, su objetivo fue llegar pedaleando al Mundial para ver a Messi. A una semana del comienzo de la mayor cita del fútbol, llegó a Doha.

Todos alguna vez fantaseamos con dejar nuestra vida cotidiana al menos por unos meses y viajar por el mundo. Ni más ni menos eso es lo que realiza el gualeguaychuense Miguel Silio desde hace unos 20 años.

Este 2022, como no podía ser de otra manera para un futbolero, su objetivo fue llegar pedaleando al Mundial para ver a Messi. Y a una semana del comienzo de la mayor cita del fútbol, Miguel completó más 9500 kilómetros y 20 países recorridos para culminar su aventura de unir Madrid, España, con Doha, la capital qatarí para ver a la Selección Argentina.

“El final del viaje lo había imaginado de otra manera con sesión de fotos y agradecimientos. Luego de pedalear toda la noche para vivir la experiencia de andar en soledad por el desierto bajo la luna casi llena y evitar el calor del día, pero llegué a la frontera a las 14 horas”, relató Miguel sobre la última jornada de su travesía.

“Mi plan era hacer los 95 km hasta Doha el otro día. La cuestión es que entre las barreras idiomáticas y las complicaciones de los organizadores, en lugar de subirme a un colectivo que me saque del paso fronterizo, me subieron a otro que iba hasta Doha sin escalas. Conclusión me estaban robando el último día de viaje”, informó.

“Cuando me percaté de ello le pedí al chofer que me bajara, pero el morocho se negaba alegando que solo podía parar en el centro de Doha. De nada sirvieron mis ruegos y la explicación de que era mí último trayecto en bicicleta luego de seis meses”, lamentó en su relato puesto en redes sociales.

Sin embargo, una esperanza renació para poder superar la frustración que estaba viviendo: “Tan mal se me debe haber visto que el resto de mis compañeritos hizo causa común, y lo que inició como un reclamo en mi favor se convirtió en un motín en pleno vuelo. Temiendo por su integridad física, el morocho accedió a bajarme a los veintipico kilómetros y la cosa terminó con todos los pasajeros y el propio chofer ayudándome a armar la bicicleta al costado de la ruta”.

“Mi plan de completar al otro día se convirtió en llegar a Doha y como sea”, manifestó.

“Tras veinticuatro horas subido a la bicicleta, se terminó, sin mucho ruido la travesía Madrid/Doha. Atrás quedan 9.645 km y 20 países. Las fotos y agradecimientos quedan para mañana. Solo voy a cumplir con el periodista del canal correntino quien en una entrevista la semana pasada y en busca de un final emotivo a la nota me preguntó qué era lo primero que iba a hacer cuando llegara. ‘Dormir y lavar ropa’, le contesté. Cómo soy hombre de palabra ahora me voy a acostar y mañana compro un camellito para ropa fina. C'EST FINI”, concluyó.
Las aventuras de un ciclista
Antes de partir hacia Qatar, Miguel Silio había compartido algunos secretos de sus travesías en una entrevista.

-¿Cómo vivís día a día durante las travesías?

-Yo estoy en una comunidad de cicloturistas, doy y me dan alojamiento. Acá en Gualeguaychú 2 o 3 extranjeros por mes paraban en mi casa, y lo mismo hago yo, he tenido la suerte de parar en Serbia, Francia, Holanda, Alemania, Hungría… en muchos países que hemos pedido alojamiento y nos han dado, entonces por semana 2 o 3 noches procuro parar en una casa de algún local que también nos hace de guía, realizamos un intercambio cultural. También tenemos la carpa para algunos días y sino en un hostel u hotel, depende del lugar.

-¿Cómo combinas el laburo y los viajes?

-En la oficina somos dos escribanos, y cuando yo me ausento se queda Sandra, mi colega. Yo me voy unos meses y después vuelvo porque también tengo una vida acá y una rutina, no es que uno sea siempre nómade.

-¿Cuánta plata se necesita para poder viajar?

-El presupuesto para viajar en bicicleta es muy exiguo, no gastás en nada. Para comer uno gasta lo mismo que si está en su casa, y después para alojamiento, pero como estoy en la comunidad de cicloturistas, dónde además de invitarte a dormir te invitan a cenar, es parte del ritual, yo lo hago siempre cuando vienen acá. Así que no hace falta gran cantidad de dinero. Para viajar en bicicleta lo que se necesita es tiempo.

-¿Qué fue lo más extraño que te pasó?

-Uno conoce las partes de adelante y de atrás de las ciudades, tiene otra mirada de los lugares, me toca andar por pueblos lindos y también feos. Cada vez que llego a una frontera no saben que pedirme porque es muy raro que se encuentren con un argentino en bicicleta. Algo raro que me pasó fue que estuve detenido en Francia, pensaron que era un inmigrante ilegal, porque iba andando en una autopista que no estaba permitido ir en bicicleta. Además, cuando llegamos con un amigo a Moscu a 2 días del mundial pasado, estábamos en la Plaza Roja y se nos acerca un italiano a charlar, y nos dijo los argentinos me traen un mal recuerdo, entonces hicimos unos segundos silencio y le preguntamos por qué, y nos dice porque desde que Goicochea me atajó el penal mi carrera nunca fue la misma. Resulta que era Aldo Serena, que había pateado el último penal del mundial ‘90.
Fuente: Ahora El Día

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