“Arranco a las 6 a juntar cartón y plástico para llevar un plato de comida a mi casa, porque con estas circunstancias, en las que la gente no sabe qué hacer, con mi hermano, vengo todos los días al Volcadero a trabajar”, aseguró José.
En la oportunidad, lamentó que el residuo llega todo mezclado. Y además, en escasa cantidad. “No llega tanto (residuos para reciclar) por los cartoneros de la cooperativa que andan en el centro y que también tienen derecho a rebuscársela”, reconoció.
En relación al mercado detrás de la venta de residuos para reciclar, comentó que “el precio varía porque hay compradores que se abusan, porque la gente necesita, y pagan menos. Te pagan 10 pesos por el kilo de plástico y tenés que estar todos los días acá”, remarcó.
Al consultársele a José cómo lo afectó la pandemia por coronavirus, comentó que se enfermó y agradeció al personal del centro de salud que les facilitó la vacunación contra el coronavirus. “La gente está habituada al peligro de todos los días, porque acá te chuceas con una aguja, te cortas con un vidrio y es peligro igual”, comparó.
“Acá se sufre mucho todos los días, y llueva o no, hay que venir igual”, reveló el hombre hace 45 años que trabaja en el basurero a cielo abierto de Paraná.
“Llevo el pan honestamente a mi familia, eso es lo bueno de mi vida. Vengo, me ensucio las manos, pero llevo un plato de comida dignamente a mi casa; no tengo que andar robando”, sentenció.
Es que José es padre de cinco hijos. “El sueño más grande ya lo tengo, que es que todas mis hijas, con el trabajo que tengo, están terminando la escuela. Sueño con que mis hijas tengan un buen futuro, que tengan un trabajo que no sea como este”, le confesó.