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Los que se quedaron colgados, intrigados, perturbados, con "Zama" -la película que filmó Lucrecia Martel a partir de la enorme novela de Antonio Di Benedetto- van a leer de manera muy particular "El mono en el remolino", el librito (solo 93 páginas) que Selva Almada escribió siguiendo el rodaje.

Pero si Martel no se atiene a Di Benedetto, Almada no se atiene a Martel. Corre la vista de Diego de Zama, el personaje principal (un funcionario de la colonia que se degradará a fondo mientras espera un traslado) y se detiene particularmente en ciertos actores. Los indígenas -qom y pilagá- contratados para hacer casi de ellos mismos. La película se filmó, en parte, en Formosa y Corrientes. Almada es entrerriana y sabe de monte y litoral. Es detallista, elude la corrección política y por eso ve. Ve que los indígenas "son chúcaros", no hablan, no se mezclan. Ve a una anciana que no habla castellano. A otra que les tiene miedo a los blancos, que la secuestren. Ve que quieren la tierra.

De punta a punta, el libro se disfruta. Aún sin haber visto la película.
Fuente: Clarín

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