Algo que sí en gran medida es novedoso, es que las fuerzas de seguridad en momentos que recuperan positivamente unos bríos de los que antes carecían tantas veces, dan algunas muestras de inquietantes desmadres, que tienen a veces consecuencias no solo lamentables, sino verdaderamente trágicas.
Y al respecto debemos evitar caer en la falsa discusión, acerca de que antes se criticaba a esas fuerzas por su extrema lasitud -por llamarlo de alguna manera- frente a los delincuentes, hoy en día estaríamos cayendo en el otro extremo, quejándonos de lo que de una manera benévola cabría entender como “exceso de celo”.
Algo evidente es que hay excesos, y que se hace necesario evitar que se repitan, propósito que para que tenga éxito se deben desentrañar sus causas.
Existen quienes consideran que detrás de los mismos está presente una estrategia, aunque a la hora de personalizar sus autores, existen quienes hablan de órdenes que “vienen de arriba”, de una manera que no se precisa si lo es en forma explícita o sobreentendida. Frente a lo cual están aquéllos que ven en muchos de esos excesos, verdaderas “zancadillas” de algunos cuadros de esas fuerzas, dando muestras de su resentimiento provocado por el hecho de haber tenido que “cerrar su propio negocio” anexo a su función específica.
Ante todo lo cual, cabría interrogarse acerca de si la verdadera causa de las situaciones referidas, al menos en un número ponderable de casos, no sería consecuencia que el “personal de tropa” no es incorporado a prestar funciones con la preparación adecuada, consecuencia sobre todo del escaso lapso que media entre la fecha de su reclutamiento, y el de su “salida a la calle” ya uniformado.
De cualquier manera, nada de lo hasta aquí escrito puede significar que ignoramos, en el sentido que no lo valoramos en la justa medida, el sacrificio extremo que han hecho, y que no dudamos seguirán haciendo, tantos integrantes de esas fuerzas al perder la vida, en cumplimiento de actos de servicio.
