Ese instrumento, que es una de las expresiones más acabada de la convergencia entre el quehacer científico y el técnico, se trata de un observatorio espacial desarrollado a través de la colaboración de veinte países, construido y operado conjuntamente por la Agencia Espacial Europea, la Agencia Espacial Canadiense y la NASA, y significa un adelanto inapreciable para proseguir la información anteriormente recogida por los telescopios Hubble y Spitzer.
La información circulante sobre sus características alude al hecho que el conjunto de espejos del observatorio que tiene el telescopio James Webb mide unos 6.5 metros de diámetro, lo que determina una superficie colectora de luz 7 veces mayor a la del Hubble, lo que se traduce en una potencia hasta 100 veces superior a la del antiguo telescopio espacial.
Una de las principales misiones del James Webb será acercarnos a una parte de la historia del universo nunca antes captada y que ya lo logró, al revelar la foto del nacimiento del universo hace unos 13 mil 500 millones de años, cuya luz ultravioleta visible, llega hoy a nuestro ‘ojo cósmico’ en forma de luz infrarroja.
“El James Webb explorará todas las fases de la historia cósmica y ayudará a la humanidad a comprender los orígenes del universo y nuestro lugar en él”, señaló la NASA. Se han conocido, televisión y fotografías mediante, imágenes inimaginables de grupos de galaxias, entre las cuales sobresale el descubrimiento de una que se encuentra a unos 35.000 millones de años luz de distancia de la Tierra. Se trata de CEERS-93316, una galaxia que se estima que se formó solo 235 millones de años después del origen del Universo.
Y conviene recalcar que, dada nuestra lejanía con esa galaxia, que se encuentra a 35.000 millones de años luz –la velocidad de la luz es de 300.000 kilómetros por segundo- ello significa que el telescopio Webb nos ha permitido observar una luminosidad medida en años luz a esa distancia.
A la vez, tanto en el campo de la inteligencia digital, como en el caso de la biología celular y en el de las partículas subatómicas, se ha observado la presencia de descubrimientos pasmosos.
Mientras tanto, aquello que queremos significar con nuestra inquietud es la importancia todavía mayor, que esos avances sean explicados a todos de una manera que se vuelvan comprensibles. Es decir, no es que pretendamos convertirnos en especialistas, y ni siquiera en estudiosos avanzados de esas disciplinas, sino que mediante la difusión de las novedades que, en forma, que es de suponer cada vez más acelerada, se van a producir en esos campos, algo de lo que estamos convencidos, las mismas, en la medida máxima posible, lleguen a estar a nuestro alcance.
Porque si bien ya estamos en condiciones de reconocer que no somos “los reyes de la Creación”, existen problemas éticos que cada vez resultarán más frecuentes, por las eventuales aplicaciones prácticas de los descubrimientos o avances que se hagan en esas disciplinas. Menos, obviamente, en el caso de la astronomía, con respecto a la cual, si bien cabe suponer que podrán aparecer cuestiones que nos atañen, es difícil a las mismas vincularlas con la ética.
A contrario, tal como lo señalábamos, lo que ocurre en los referidos ámbitos nos pondrá podrá frente a la “ciencia aplicada”, por lo que debemos tener presente el máximo respeto a las posturas y propuestas de los especialistas, frente a las cuales la totalidad de los seres humanos vivos tenemos el derecho de ser interrogados y de pronunciarnos. Algo que no estaremos en condiciones de hacer de carecer de un mínimo de información apropiada e inteligible, respecto a los avances señalados.
