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Reunión de vecinalistas por la boleta única
Reunión de vecinalistas por la boleta única
Reunión de vecinalistas por la boleta única
A estar al contenido del temario de una reunión celebrada en fecha reciente, por integrantes de agrupaciones, movimientos, uniones o partidos políticos de alcance municipal del departamento Colón, su tópico principal giraba en torno a la posibilidad de constituir un único partido de carácter provincial que los encuadre, incluyendo a todos los existentes en las otras localidades entrerrianas.

Los reunidos, en algunos de los casos, ocupan o han ocupado funciones ejecutivas, cuando han sido o son integrantes de los concejos deliberantes de las respectivas municipalidades, como representantes, elegidos por haber sido previamente propuestos como candidatos de partidos políticos locales.

A la vez, la circunstancia que hayamos comenzado haciendo referencia a “agrupaciones, movimientos, uniones o partidos políticos vecinalistas”, en la que se muestra como una enumeración con posibilidad de alargarse, viene a dar cuenta de la dificultad, ya sea mediante una suerte de definición, de intentar describir a esos grupos, a los que es más difícil aún intentar acercarse a explicitar su verdadera identidad.

Se trata de una cuestión no menor, sobre todo si se tiene en cuenta que, a estar a las consideraciones de un dirigente bonaerense del sector, en referencia a lo que ocurre en esa provincia, los “vecinalistas” cuentan con grandes problemas para lograr una permanencia en el tiempo. La falta de financiamiento político, ya que no se encuentran comprendidos en la ley de financiamientos políticos de Nación, y en provincia de Buenos Aires no existe ley alguna al respecto. El costo que significa una campaña electoral, con boletas electorales sábanas muy costosas. Falta de asignación de espacio publicitario. Y la eterna lucha de una boleta “corta” contra las listas sábanas de partidos grandes, con su efecto arrastre incluido, son algunas de las más importantes problemáticas.

A ello se añade una cuestión de mayor entidad, que está vinculada con la forma en que se encuentran conformadas esas agrupaciones. Es que, a estar a las experiencias observables en nuestro entorno, y lo que resulta de la bibliografía con la que se cuenta sobre el tema, resulta de interés rescatar una descripción que viene a sintetizar, al menos desde nuestra perspectiva, en qué consisten las expresiones más auténticas de ese tipo de movimientos.

Y aludimos a las “expresiones más auténticas” de ellos, por cuanto se da el caso ya de restos de partidos políticos nacionales que han dejado de existir, los que mantienen un peso político importante en alguna localidad; ya de escisiones de partidos políticos existentes, en los que se asiste a la presencia de un dirigente perdidoso en las elecciones internas utilice como instrumento por su vocación de bien público, o para satisfacer sus ambiciones personales, la conformación de una agrupación municipalista.

En tanto en la descripción a la que más arriba hacíamos referencia, se señalaba que la mayoría de los vecinalismos son espacios políticos muy democráticos. Transversales ideológicamente. Espacios de diálogo y debate, donde confluyen personas con distintos pensamientos. Solo los guía un gran ideal: mejorar la vida del vecino de su distrito. Como a veces se dice, “hacen política de abajo hacia arriba”. Se quitan las camisetas partidarias y se ponen en los hombros la bandera del bien común, del pragmatismo a ultranza y de luchar no desde lo discursivo, sino de lo propositivo. Ellos detectan problemas que la política tradicional parecería no ver, y tratan de formular alternativas de solución, desde la visión particular de su distrito.

De allí es esa descripción la que conduce a que se los tenga –e inclusive sus miembros se consideren así- como “faltos de ideología”. La explicación de esa creencia, a la que por nuestra parte consideramos no necesariamente acertada, y a la que se pasará a fundamentar, consecuencia de que, en el caso de la política tradicional, lo común es tratar de definir su alineamiento como de izquierda, derecha o centro. Y a la vez resulta imposible encasillar al auténtico vecinalismo dentro de ese marco, atento precisamente a que, miradas las cosas desde esa óptica, cabe discernir, tal cual lo hemos hecho más arriba, que es de su esencia la “transversalidad”.

Pero ello no quita que este tipo de ideologías, de comprenderse cabalmente las aspiraciones plasmadas en estos movimientos, carezcan de ideología, sino que la misma es de otro carácter. Es así como a la hora de encontrar similitudes o parecidos, no nos parece aventurado hallar un lejano parecido con la ideología anarquista, en la que la unidad de base de la estructura social era la “comuna”, y su manera de institucionalización eran los “consejos” de esas comunas.

Inclusive en ese sentido resulta interesante señalar que nuestro Alejo Peyret, francés de origen y argentino por adopción, quien había recalado en nuestras tierras como una suerte de exiliado político, envió en 1870 al presidente francés Thiers, un Proyecto de Constitución para lo que se conoció como la Tercera República –Francia va ahora por la “Quinta”- en la que concebía la estructura institucional como una suerte de “pirámide de consejos”, en cuya base se encuentran los locales, los que a través de sus representantes conformaban los consejos regionales les y a partir de estos se conformaba el consejo nacional.

Mientras tanto, se nos ocurre que una ideología municipalista –por designarla de alguna manera- tiene por eje central el lograr la institucionalización de una “descentralización gubernamental extrema”, dentro obviamente de lo razonable, tanto en lo que respecta a las funciones como a los servicios públicos. El principio rector de esa manera de ver las cosas es que “todas las funciones y servicios con posibilidad de ser prestados por organismos vecinales locales, deben quedar a cargo de la administración del mismo carácter, asignándole en el sistema tributario los recursos financieros indispensables para garantizar la eficiencia de su prestación.

De esa manera, tanto las escuelas, los hospitales y tanto la policía como la vialidad de las zonas rurales -como resultado de la ampliación de los ejidos- deben quedar a cargo de las autoridades municipales, e inclusive ciertas categorías de tributos deberían pasar a recaudarse a nivel local, sin perjuicio que algunos de ellos sean coparticipados con otras instancias estatales a través de una distribución automática, efectuada al momento mismo de la percepción.

Si la declaración programática –mal llamada ideológica- de los partidos vecinales deben partir de este tipo de pautas, consecuentemente la conjunción de ellos en un partido político a nivel provincial, se nos ocurre que nunca podría ser la tradicional, ya que no podría avanzarse en un proceso unificador más allá de la formación de una “confederación” de los partidos vecinales, los cuales no podrían ser intervenidos por las propias autoridades de dicha confederación, y conservar el derecho de separarse de la misma – es decir, el de su secesión- cuando así lo decidan.

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