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Las consideraciones que siguen son el resultado de habernos impuesto del contenido de una gacetilla de prensa de la Municipalidad de Colón. Según la cual, el Área de Niñez Adolescencia y Familia de la misma se encuentra abocada a la concientización de la importancia de los buenos tratos. Una acción que tuvo su momento de especial exhibición el 25 de abril pasado en el marco de la conmemoración del Día de la lucha contra el maltrato infantil.

La mencionada gacetilla señala que ese Área municipal trabaja con niños, niñas y adolescentes que concurren al espacio EhCoVi (Espacio para hijas e hijos en contexto de violencia de género). En el mismo, chicas y chicos confeccionan sus trabajos pintados, en los cuales se plasma la importancia de los buenos tratos, y que son exhibidos luego.

Ello nos lleva, al mismo tiempo de disculparnos por nuestra indocta ignorancia acerca de los mecanismos que resulta de utilidad desplegar para llevar adelante esa tarea, si independientemente de las acciones en las que participan los chicos sometidos a mal trato, no se deberían extender ese trabajo a los autores de esos malos tratos.

Un primer paso, en lo que sería la eventual creación de “escuelas para padres”, ya que en la época en que vivimos resulta notoria la necesidad de educar a los padres, como presupuesto indispensable para que estos estén en condiciones de hacer lo mismo con sus hijos. En tanto debe quedar en claro que lo indicado por nuestra parte no puede entenderse como un demérito a la mencionada acción municipal, ya que el de los malos tratos a niños y adolescentes es un problema generalizado, de la mayor importancia, ejemplo del cual es el hecho que, según se ha hecho mención, algo que sirve para que nos hagamos una idea cabal de esa importancia, "en los Estados Unidos de América, la segunda causa de muerte entre niños de 2 a 5 años es el maltrato".

Mientras tanto, con la intención de aportar mayor claridad a esta temática nos parece de utilidad transcribir la definición que un diccionario inglés da sobre la mala práctica a la que nos estamos refiriendo. Es que según el mismo “constituye maltrato todo acto físico, sexual, emocional, económico o psicológico que influya sobre otra persona, así como toda amenaza de cometer tales actos, lo cual incluye cualquier comportamiento que asuste, intimide, aterrorice, manipule, dañe, humille, culpe, lesione o hiera a alguien.”

No está demás, por otra parte, ir desde el “trato” a una temática más amplia, que incluya a lo realizado y se refiera a las “maneras”, entre las que se encuentran aquellas que son “malas”, las que se hacen presentes en accionares bruscos, irritados, malhumorados. A lo que se agrega el comportamiento tosco y destemplado, tan frecuente en todas las vertientes apuntadas en nuestro mundo de hoy. Es por eso, como forma de advertir sobre la creciente difusión de la grosería ofensiva e intolerante entre nosotros, es bueno recordar, como se puede encontrar en un viejo texto, de esos que por lo general no se leen porque se los tiene por aburridos, por no decir “pesados”, que no basta con conocer las normas de la moral y de urbanidad, sino que también es indispensable practicarlas.

Es que se debe poner un valorable empeño en lograr la práctica de las buenas maneras, ya que sus pautas de conducta, que son claves para cohesionar los grupos sociales y fomentar una buena comunicación entre los miembros de la sociedad. Algo que en el caso de una sociedad cultural y económica más homogénea se podría lograr con la “comensalidad”, es decir la reunión cotidiana en torno a una mesa, generalmente la familiar”, comportamiento cada vez menos frecuente, y no solo por situaciones de estreches económica extrema.

Pero las buenas maneras –que son algo más que los modales corteses- no son sino un punto de transición hacia lo que es su culminación en el denominado “tacto social”. El que ha sido considerado como el modo de presentir y adivinar los sentimientos de los demás para poder estar en consonancia con ellos, utilizar el tono debido y tener la actitud precisa con cada persona y tener un trato particular. Allí residiría según otro autor lo que se considera el mayor grado de la cortesía, el sumun de los modales. Y lo es porque en el fondo requiere de dignidad, discreción y delicadeza.

De donde, no está demás resumir algunos hábitos, que el mismo autor nos recomienda para llegar a adquirir un perfecto “tacto social”. Aprender a sonreír, aunque no disfrutes de tu mejor día. Saludar siempre, independientemente de tu posición en la en la sociedad. Controlar el tono de tus palabras para no molestar u ofender al otro. Ser consciente del perjuicio que hacen las palabras malsonantes y groseras. Las carcajadas en el mundo femenino pueden ofrecer una visión vulgar de la persona. Los tonos de voz y las voces altos deben evitarse siempre. Las risas son siempre bienvenidas, aunque sin llegar a provocar escándalo.
Fuente: El Entre Ríos

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