Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
En realidad, se trata de una manera de decir, ya que la mayor parte de las cuitas que se han enseñoreado sobre el barrio nada tienen que ver con el fuego, sino con el agua que a baldazos -ya nadie habla de que “llueve a cántaros”- cae del cielo, hace crecer la cloaca en que se ha convertido el Arroyo del Doctor, y de allí en más termina haciendo desastres molestos y aún desagradables de soportar, se los califique sea como sea, que los vecinos afectados no tienen derecho a tener que soportar. Cabría señalar que ese barrio “nació con el pie izquierdo”, porque las cosas estuvieron mal “desde el vamos”. Es que cabría preguntarse acerca de “a quién se le ocurre, emplazar un barrio al borde de una cloaca”.

Una pregunta pertinente siempre que no la haga un funcionario municipal de Colón, donde también se da la situación escandalosa de construir viviendas sociales entre lagunas de tratamiento de efluentes y un basural. Convengamos que, siendo así las cosas, nadie está en condiciones de tirar la primera piedra desde el interior del ámbito gubernamental, ya que queremos creer que en sucesos de este tipo no ha existido ninguna mala intención, sino una prueba más de la mediocridad de quienes gestionan los intereses del común.

Pero volvamos sobre lo que pasó después de ese primer paso con el pie cambiado. En un principio se vio lo que cabría ser considerado como que las autoridades se habían desentendido de la suerte del barrio dejándolo, como se dice, “que se arreglen como puedan”. Dejemos de lado nuestra ya vieja sugerencia inatendida, como a menudo nos suele suceder, de que se arbolen las calles del barrio, como manera de contribuir a la calidad de vida de su vecindario. Pero lo que resulta inexplicable es que no se haya pensado en delinear la cuneta que en la calle 2 de Abril de esa ciudad hace frente con el barrio. Aquí habría que decir que, a ese respecto, los dejaron librados “a la buena de Dios”. Un estado de cosas verdaderamente incomprensible porque, si existe algo que debe ser reconocido en forma harto positiva, es el cuidado que las autoridades locales ponen en el mantenimiento en buen estado de los caminos de la zona que, técnicamente, desde el punto de vista de la zonificación del suelo en ese municipio se conoce como “intersticial”.

Pero los vecinos del barrio, cuando llegaron a ser atendidos -después de una crecida de las aguas cloacales que se escurren por el vecindario-, aunque se debe reconocer que el mismo aluvión hídrico que hizo desbordar a la cloaca mayor sirvió para diluir el agua servida que desbordaba su cauce- se les prestó una vez más atención, aunque queda en pie la duda si fue para mejor o para peor. Fue cuando se construyó un largo “ataje repuntes”, el que como tuvimos oportunidad de destacarlo, a pesar de ser totalmente profanos en la materia, el sentido común nos decía que si bien el “ataje” podía ser eficaz ante el desborde de las aguas cloacales, iba a impedir el escurrimiento del agua de lluvia si no se contemplaba la instalación de desagües. Y que esa situación era inevitable, independientemente de los milímetros de lluvia caídos, ya que forzosamente el agua que se escurre busca su nivel, de manera que el borde interior del talud, al menos en parte, iba a encharcarse hasta convertirse ocasionalmente en un lagunón.

Esperemos que de aquí en más las cosas se encarrilen. Pero la pregunta que queda pendiente, tanto en este caso como en el de tantas obras que encara el Estado y que dan cuenta de defectos de todo tipo, es si no existen responsabilidades y responsables de que ocuparse. Porque entre nosotros ocurren “este tipo de cosas” todos los días, y todo continúa igual como si nada hubiera sucedido.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

Enviá tu comentario