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Crédito: iStock – Cinco Noticias
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El coronavirus instaló varias modalidades que se venían venir, pero aún se habían masificado. Desde la compra online de lo que quepa en la imaginación, pasando por el trabajo remoto generalizado, a la educación digital. Ahora, ¿es esta la universidad del futuro que todos imaginaban?

Los cursos online impartidos por prestigiosas universidades del mundo como Harvard, Yale y Cambridge, existen desde hace varios años. De hecho, para todos aquellos que no podían acceder a un curso presencial, esta modalidad era una salida más económica y que no requería traslado, además de dar la posibilidad de ordenar las clases según la agenda de cada uno.

Así, plataformas como Coursera también se hicieron conocidas por sus metodologías de enseñanza remota. Una amplia variedad de módulos disponibles sobre diferentes temáticas integraba la enseñanza digital con novedosas incorporaciones, como soportes gráficos para las presentaciones y breves exámenes luego de cada curso para “testear” lo aprendido.

De la misma manera, muchos cursos introducían como método de evaluación a la calificación dado por otros alumnos sobre nuestro trabajo entregado. El profesor desaparece entonces como evaluador.

Así funciona la modalidad del curso que tomé estos días de cuarentena de la Universidad de Yale, The Science of Well Being (la ciencia del bienestar) en la plataforma Coursera. Se trata de una serie de videos por semana con la profesora del curso sentada en un sillón contando a los alumnos presenciales los temas, con una presentación de fondo. Al final de cada semana, se nos realiza una prueba online para comprobar que hemos aprendido. Podés hacerla todas las veces que quieras, no se trata de “calificar” sino de aprender. Una vez completadas las diez semanas, que se combinan con trabajo introspectivo diario por parte de cada alumno para incorporar hábitos que nos hacen bien, se rinde una tarea final en la que actuamos como correctores de otros, a la vez que somos evaluados por pares. En ningún momento intercambiamos alguna palabra con nadie de forma presencial, pero en esta modalidad un alumno de Argentina es corregido por uno de China.

Si bien esta modalidad de cursos ya era cada vez más común antes del Covid-19, eran pocas las universidades que ofrecerían cursar todo el material de forma online, y las que sí lo permitían no tenían la mejor reputación.

Es entonces que este virus puso a prueba a la “educación 100% online”, lo que por ahora no viene siendo una experiencia muy gratificante. Es verdad que tiene sus ventajas, como elegir en qué momento del día querés cursar y organizarte diferente a cumplir con un horario universitario, pero se pierden dos cosas esenciales que la red no logra recrear aún: el intercambio con otros alumnos de forma presencial y la interacción con el profesor en tiempo real.

Puede ser que en el futuro se logre recrear la interacción presencial a través de estas plataformas, pero hoy todavía no se ha logrado. Todavía queda mucho por hacer para lograr esto. Por mí parte, si bien tuve buenas experiencias con modalidades online, no dejo de sentirlas como una “capacitación”. La experiencia universitaria que uno busca la dejamos de obtener. Y es que la conexión social no es la misma, aún cuando estemos todos mirando la misma pantalla.

No sólo es un tema de recrear el ambiente educativo sino además de adaptar los contenidos. Para dar un curso online, de la misma manera que enfrentamos todos los días la dificultad de, por ejemplo, dar presentaciones de forma remota, tenemos que adaptar lo que estamos enseñando. Se espera otra interacción con el alumno, los módulos tendrían que ser más cortos y dinámicos. No por nada los videos de Coursera no suelen durar como una clase magistral.

La tecnología ha avanzado mucho, y seguramente, en algunos años, acelerado por el Covid, la enseñanza online sea algo mucho más común de lo que pensamos. Es que tiene ventajas, como la posibilidad de contar con clases integradas por un alumnado mucho más diverso al actual, ya que la distancia deja de ser un obstáculo.

No obstante, no parecería que estemos todavía preparados. Si las grandes universidades del mundo están recibiendo quejas sobre la calidad de su producto online, el resto del espectro educativo probablemente está en la misma situación. }

Hoy, estamos en esta pandemia, pero tenemos que empezar a pensar en cómo será la educación del futuro. La digitalización apresurada por este virus puede ser que nos esté señalando que el plan académico tiene que empezar a transformarse. Hace tiempo que varios lo vienen diciendo. El experimento online actual parecería estar haciéndolo evidente.
Fuente: El Entre Ríos

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