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La artista belga Delphine Boel logró algo que en otros años hubiese resultado impensado: ser reconocida como princesa por la justicia belga a pesar de no ser hija del matrimonio real. Su padre biológico, el rey emérito de los belgas, Alberto II, se vio obligado a reconocerla en enero cuando el ADN indicó que era indefectiblemente su hija. Hoy, ella logra una victoria que resulta casi trágica.

La histórica lucha de reivindicación de los derechos de los hijos llamados extramatrimoniales data de los inicios de nuestra sociedad, siendo hoy algo que, gracias a años de discusión, en gran parte del mundo se reconoce que no hay distinción entre el hijo o hija fruto de la relación matrimonial como el que no. Son hijos e hijas por igual. Con el fallo de apelación de Bélgica, esto es así incluso para las llamadas familias reales, y por tanto Delfina tiene los mismos derechos que sus hermanos, incluso al título de princesa.

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El reclamo de la princesa viene desde hace ya más de 20 años, y en los tribunales desde 2013, cuando decidió iniciar la vía legal. Sus intenciones apuntaban a terminar con años de ser señalada como la hija no reconocida y su incapacidad de establecer una relación con su padre biológico, quien la negaba.

La contienda no parecería venir por el lado económico, a pesar de que muchos especularon con este motivo para debilitar su reclamo, ya que el hombre que la crió como su hija, Jacques Boël, es dueño de unas las seis fortunas más importantes de este país europeo, siendo incluso más millonario que la familia real. Es más, ella fue excluida de su testamento al continuar con el proceso legal para averiguar si su padre era o no el rey emérito.

Parecería entonces que era otra cosa lo que buscaba la princesa hoy reconocida, la relación con su padre biológico, algo que los tribunales no le pudieron dar ya que el rey Alberto no ofreció en el comunicado donde reconocía su paternidad ningún tipo de remordimiento o apertura de acercamiento hacia ella.

“Le va a permitir poner fin a un fenómeno de exclusión social del que eran víctima ella y sus hijos”, celebró el abogado de Boël cuando se comunicó el reconocimiento. Quizás no le permita a ella establecer una relación con su padre biológico, pero sienta un precedente global en cuanto al reconocimiento por igual de los hijos, independientemente del matrimonio, y reivindica sus derechos.

Delfina Boël hoy puede usar los títulos reales y el apellido de su familia biológica Saxe-Coburg. Encontró la forma de ser tratada como igual al resto de sus hermanos y hermana. Son muchas las personas que no son reconocidas como hijos por sus padres y es por eso muy importante que se reivindique su igualdad, aun cuando nos parezca trágico que hoy sigamos hablando de la necesidad de que los tribunales reconozcan algo que para muchos de nosotros es simplemente un derecho humano. Hasta el próximo destino.

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