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Existe en los noticieros televisivos, un espacio que suele abrirse con el título de “noticias en desarrolloâ€. En el ámbito periodístico suele dársele ese nombre al “primer párrafo de la noticia y su parte fundamentalâ€. O sea, a la que “contiene los datos más interesantes del texto,†en la que se explica la esencia del acontecimiento y de esa manera capta la atención del lector.

En tanto, a juzgar por lo que se nos muestra en esos noticieros, bajo esa advertencia, interpretamos que con ese nombre se hace referencia, ya a una nota periodística que no se ha terminado de elaborar porque no se ha concluido de recabar la información a su respecto, ya porque la misma cubre un “proceso todavía inconcluso†al momento en que se viene a hacer lo que no es otra cosa que un “anticipo de algo incompletoâ€.

La aclaración indicada se hace necesaria, con el objeto de explicar el por qué no nos ocupamos en esta ocasión del triste y caótico espectáculo que ha provocado la decisión presidencial de cerrar temporariamente las escuelas porteñas –cierre que se extiende también al conurbano- dentro del marco de las medidas de carácter sanitario restrictivas adoptadas, en el contexto de la actual crisis en ese ámbito.

Esa, nuestra postura al respecto, se explica en función de que compartimos la posición adoptada por uno de nuestros columnistas en una nota reciente referida a la decisión presidencial; y se suma el hecho que nos encontramos ante una situación todavía con final abierto, teniendo en cuenta situaciones y acciones de distinta naturaleza y calibre que se suceden de manera continuada, con la confusa incertidumbre que ello acarrea, y de la que esperamos que nuestra institucionalidad, ya vapuleada, salga lo menos golpeada posible.

Es por eso que consideramos lo más adecuado en las actuales circunstancias, centrar nuestra atención, en el mensaje televisivo del Presidente de la Nación, al momento de anunciar la sanción del Decreto de Necesidad y Urgencia, en el que quedaron precisadas las nuevas medidas restrictivas “de cuidadoâ€, a las que en el mismo se hace referencia. Centrando así nuestro enfoque en el “relajamiento†que, señaló, se habría producido en materia sanitaria en relación a la pandemia y al momento de la sanción del decreto referido, y del que sería responsable, al menos en parte, la dimensión alcanzada por la “segunda ola de la epidemiaâ€.

Mensaje desafortunado, tanto en ese como en otros aspectos, que provocó la reacción enojada y justificada de médicos y personal sanitario, ya que “el relajamiento†al que aludía el Presidente habría consistido en que, ante el “amesetamiento†del número de contagios en la mayor parte del país, los médicos habían comenzado a ocuparse de prestar asistencia a otro tipo de pacientes, circunstancia que, en el caso de venir necesariamente acompañada de una internación, llevaba a una disminución del número de camas disponible para ser utilizadas por los contagiados por la peste.

La reacción enérgica, generalizada, y notoriamente justificada de médicos y personal sanitario ante esas consideraciones, llevó al Presidente a efectuar aclaraciones, las que, como suele suceder en esos casos, han tenido un efecto contrario, ya que han llevado a aumentar el estado de confusión preexistente.

Es que, repetido en forma escueta: el Presidente vino entonces a aclarar que nunca, ni remotamente, había sido su intención “tomársela†con los médicos, sino que lo que era motivo de su crítica era “el sistema†sanitario o de salud.

Circunstancia, que explicablemente, ha venido a encender señales de alarma entre integrantes de ese sistema. Ya que, como se sabe, en la actualidad, el mismo es mixto, tanto en la forma de prestación –en parte a cargo del Estado y en otra por prestadores privados- como lo es también su financiamiento, el que cuando no está a cargo de las obras sociales, los grupos familiares en forma integral o parcial lo contratan con empresas de medicina prepaga, y resulta gratuita para las personas excluidas de ambas posibilidades.

Se trata de señales que tendrían que ver, a estar a lo indicado por diversas fuentes, con la intención del grupo predominante del actual oficialismo gubernamental en avanzar en la “estatización del ´sistema´ de saludâ€, o sea, lo que en otras latitudes se conoce como su “socialización integralâ€.

Eso sería, al menos, lo que sugeriría la aclaración presidencial, en la que, como se ha dicho, lo que se criticaría no es al “personal de la salud†sino al “sistemaâ€. Intención que vendría, según lo que se indica en ciertos ámbitos, a contribuir a la explicación de la situación de verdadera asfixia financiera en la que en la actualidad se desenvuelve la actividad de los sanatorios y la que enfrentan las “prepagas†debido a la política oficial en materia de precios en ese ámbito.

Consecuencia de lo cual ya se asiste en algunas partes de nuestro país al cierre de sanatorios privados, lo que hace presumir pasarán con su personal a manos del Estado nacional, en cuyo caso se asistiría a un avance subrepticio en aquel sentido.

Es por eso, que quienes demuestran mayores temores en la materia, hasta sugieren que la política de precios aludida, en el caso concreto del ámbito de la salud pública, formaría parte de una estrategia encaminada a lograr el cese de la actividad de la mayoría de los establecimientos hospitalarios del sector privado, por la acumulación de deudas que es la consecuencia de aquella política, la que volvería a su funcionamiento deficitario. Agregando a ello, que de allí a la estatización de todos los establecimientos que cierran sus puertas no habría más que un paso.

Dentro de ese contexto, se ignora cuál sería en el hipotético sistema el lugar de las obras sociales sindicales, dado los multimillonarios fondos que “manejan sus respectivas cajasâ€, y los malos ojos con que, a no dudar, sería mirada su “absorción†por un organismo oficial de esos fondos y su manejo. Es que está presente en la mente de muchos, el recuerdo de la “cuasi confiscaciónâ€, dicho así siendo benévolo, que en su momento se efectuara por parte del Estado de los aportes de los afiliados a las AFJP.

Debe, mientras tanto, quedar en claro que no es ésta la oportunidad en que avancemos acerca de cuál sistema de salud es el más conveniente. Aunque nuestra experiencia es otra, que la que resulta de la manera ineficaz en que se gestionan no sólo los servicios públicos sino las empresas estatales, salvo en caso de notorias excepciones en las que está presente inclusive la excelencia.

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