Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
La fábula de la cigarra y la hormiga

Me decía mi abuelo, que en el mundo de su juventud, una de las lecturas favoritas entre los chicos que iban a la escuela, eran las de fábulas. Relatos cortos que por lo general tenían como protagonistas a animales o insectos (aunque recuerdo entre las excepciones a utilizarlos, la del pastor mentiroso) y que como añadido llevaban invariablemente una moraleja. O sea, una enseñanza moral que se podía extraer del relato.

Por Rocinante

La pregunta que me hago, es dónde reside la explicación del hecho de que las fábulas han pasado, en la actualidad, de moda. La explicación residiría en el hecho que estamos viviendo en un mundo fabuloso, pero del que por la acumulación y velocidad con que los acontecimientos llegan y pasan al olvido, no nos queda tiempo suficiente para sacar de ellos una enseñanza. O, en cambio, ello sería consecuencia que nuestra mala conciencia busca sepultar bien hondo en su fondo esas enseñanzas, de manera de darnos el lujo suicida de ignorarla. Es posible sumar interrogantes, así como discrepar con las respuestas implícitas en los formulados.

Pero, mientras tanto, me parece que no estaría de más que en momentos como los que vive el mundo, y también los que vivimos en este lugar nuestro, rescatar la fábula de la cigarra y la hormiga, dando con ese objeto un repaso al texto que paso a transcribir.

Érase una vez una descuidada cigarra, que vivía siempre al día y despreocupada, riendo y cantando, ajena por completo a los problemas del día a día. Disfrutaba de lo lindo la cigarra del verano, y se reía de su vecina la hormiga, la que durante el período estival, en lugar de relajarse, trabajaba duro a cada rato, almacenando comida y yendo de un lado a otro.

Poco a poco fue desapareciendo el calor, según se avecinaba el otoño y sus días frescos, y con él fueron desapareciendo también todos los bichitos que la primavera había traído al campo, y de los cuales se había alimentado la cigarra entre juego y juego. De pronto, la desdichada cigarra se encontró sin nada que comer, y cansada y desganada, comprendió su falta de previsión:

¿Podrías darme cobijo y algo de comer? – Dijo la cigarra dirigiéndose a la hormiga, recordando los enseres que esta última había recolectado durante el verano en su hormiguero.

¿Acaso no viste lo duro que trabajé mientras tú jugabas y cantabas? – Exclamó la hormiga ofendida, mientras señalaba a la cigarra que no había sitio para ella en su hormiguero.

Y así, emprendió de nuevo el camino la cigarra en busca de un refugio donde pasar el invierno, lamentándose terriblemente por la actitud perezosa e infantil que había llevado en la vida.


A la vez, no está mal, en un afán de ser realista, sin dejar de atender a la moral, recoger el comentario de quien saca de ella, en esa forma, una peculiar moraleja, cuando señala que es una fábula que habla de los extremos, unos centrados en el trabajo material y otros dedicados solo a la bohemia, es imposible llevar una vida equilibrada, viviendo en estos extremos. Ya Aristóteles habla de la prudencia como la mayor de las virtudes, esto es mantener el equilibrio en todo lo que constituye la vida. El final de la fábula es terrible porque la hormiga, que es la supuesta heroína de la moraleja, termina perdiendo toda su virtud al negarle la ayuda mínima a la cigarra que muestra su arrepentimiento… (A lo que, por mi parte haría una crítica, como manera de sugerir enmendar el contenido del texto, señalando que independientemente de dudar acerca de que el arrepentimiento de la cigarra sea sincero, de cualquier forma la hormiga no procedió correctamente, al negar su auxilio a un hambriento).
Una distinción problemática entre administración correcta y previsión
Por mi parte, se me ocurre que el relato contenido en la fábula transcripta puede ser analizado desde una perspectiva más abstracta, en cuanto con ella se alude a los conceptos que destaco en el encabezamiento de este apartado.

Comienzo con el de administración, el cual tiene que ver con la forma en que se planifican u organizan, y en función de ello se aplican, los recursos disponibles, para alcanzar de esa manera determinados objetivos. De donde en el caso de la vida cotidiana, y específicamente dentro de un grupo familiar, desde una perspectiva económica, es la administración correcta la que se hace presente, cuando se planifican y aplican los recursos económicos disponibles de manera de poder llegar, sin endeudarse, a fin de mes.

Se me dirá que es necesario ser un mago para hacerlo, como se puede ilustrar con tantos casos, pero esa es de cualquier manera la descripción correcta de una administración que también, sin perjuicio de que puedan admitirse estrictas y razonables excepciones.

En tanto, el concepto de previsión tiene que ver con la acción de prever, entendiéndose por esta la reserva de los recursos necesarios, con el objeto de atender situaciones imprevistas que pueden presentarse.

A la vez, no se me oculta que en el caso de una administración correcta, habría que incluir la formación de reservas para atender situaciones imprevistas, dado lo cual el ser previsores debe considerarse como una de las características de un buen administrador.

De donde, la previsión vendría a resultar un ingrediente de la administración correcta, y no un plus a ella. Pero, no está demás señalar en momentos cuando tantas personas o grupos no cuentan con recursos ni siquiera suficientes para atender el día a día; no llevar a cabo la diferenciación señalada, estimo que suena a poco realista para una enorme mayoría de nosotros.
El mundo como morada de gran número de cigarras y de una cantidad aún mayor de hormigas sino exangües, al menos, en situación de riesgo
La afirmación precedente es notoriamente exagerada, y se inscribe en el tono fantasioso, aunque solo a medias, de los párrafos iniciales.

Ya que se debe dejar claro de que a todos aquellos que nos referimos como cigarras efectivamente lo son; ya que detrás de la creencia que de ello se tiene, y que es solo una máscara, se esconden creativos emprendedores cuando no trabajadores obsesivos.

Como a la vez, más de una de esas hormigas de las que hablo, son como los zánganos de las colmenas, aunque debe reconocerse son mucho más aquellas, que habría de incluir entre condenas por diversas circunstancias a vivir una vida que no ya es vida; ya que lo es, con un futuro obstruido por el mismo nacimiento.

Pero lo importante siempre dentro de un mundo presentado como una alegoría, las cosas pueden pintarse de una manera mucho más dramática, sin llegar por eso a enmascarar la realidad.

Para empezar por el hecho en que nos toca vivir, dejando la fábula de lado, es un mundo en que sus principales notas son los casos de la presencia generalizada de administraciones estatales y privadas deficitariamente desbocadas en su enorme mayoría; y en cuya dirigencia encontramos sobre todo angurria y estrechez de miras, y poco de visión de futuro, y menos aún señales de cuidadosa previsión. Para ejemplo, basta con hacer mención al maltrato que sufre esa entidad vaga a la que conocemos como clima, con todos sus efectos y consecuencias.

De allí que pueda afirmarse sin reparos, y en consecuencia sin que nadie pueda ofenderse, que considerándonos a quienes conformamos el mundo en cuanto humano, un solo bloque por más que este no tenga nada de homogéneo, al que no solo se lo observa comportarse como exagerado derrochón; sino que como consecuencia de ello, la de la previsión es una virtud que está ausente entre nosotros.

Y que a ese respecto no viene al caso, por más que ello sea rigurosamente exacto, que desde que el mundo lo es hemos asistido las más de las veces a una inequitativa distribución, o sea del reparto, de bienes y de recurso de distinto tipo.

Circunstancia que en ocasiones repetidas se transforma en una obscena situación de concentración de la riqueza en unos pocos, en contraste con la situación de extrema necesidad de tantos que viven en los límites de la línea de supervivencia, ya que no reside en ello, a pesar de su injusticia manifiesta, nada más que una parte del problema.

Porque el hombre considerado como un grupo unificado, más allá de las inequidades del reparto, al momento de sumar todos los recursos naturales que también en bloque demandamos, el planeta tierra nos quedaría chico en el caso que pretendiéramos distribuirlos en forma equitativa dada la imposibilidad de hacerlo, por la distancia que existe entre lo que demandamos en bloque y lo producido de la misma manera.

En suma, lo que sería descabelladamente necesario pretender, es que contáramos con un planeta gemelo clonado, ubicado astronómicamente, a la vuelta de la esquina; como una suerte de anexo indispensable para que ese exceso en la demanda pueda ser atendido equitativa y satisfactoriamente.
Algo que resulta difícil de lograr una vez que la pandemia ceda, pero que de cualquier modo debería intentarse
El relato precedente, independiente de cuál sea la posibilidad de considerarlo aplicable a la situación en la que nos encontró la crisis sanitaria mundial en medio de la cual nos movemos, debería llevarnos a buscar la manera de repensar el mundo.

Algo que resulta de difícil realización, por no decir casi imposible, pero que de cualquier modo debemos intentarlo de una manera esperanzadamente persistente.

Se escucha repetidamente afirmar, que nada resultará exactamente igual en la vida del hombre cuando este cataclismo quede atrás. De eso podemos hasta cierto punto estar seguros; pero mucho más debemos estarlo, de que son una mayoría los satisfechos, en algunos sectores de la población mundial al menos, en el caso de que a la postre resultase que nada haya cambiado.

Algo, esto último, que significaría que el sacudón tremendo recibido, aunque el mismo era ciego de toda intención, no nos ha servido para nada. Al menos en lo que respecta a lo que la necesidad de encontrar cuál es la causa principal de los problemas que hemos enfrentados hasta aquí y han dejado un mundo impregnado de malestar, y esto cuando menos.

Una indicación, la que me lleva a percibir como algo parecido a una bufonada el ver en el capitalismo mundialmente predominante la causa de la pandemia. Ya que considero que pasa en este caso, lo que se haría presente si se encontrara la causa de la medieval “Peste negra”, en la supuesta crianza de ratas en la Iglesia Católica, por la presencia de ratas supuestamente abundantes en templos y monasterios.

Ignoro hasta qué punto el motor de ese malestar radique en el hecho que hemos edificado una sociedad que gira asociada en gran parte con el endiosamiento del consumismo, un concepto que no puede confundirse con la necesidad humana de contar con bienes y posibilidades que hagan a la vida humana más plena.

Una circunstancia que de cualquier manera habría que tener en cuenta, como también ser conscientes de la transmutación en la esfera de los valores sociales que ello significaría.

Aunque de cualquier manera, e independientemente de que ese resultado global no fuera alcanzado, tendríamos que tratar de buscar alcanzarlo; con la internalización de viejos valores renovados, la construcción de la sociedad plural, la existencia de igualdad de oportunidades iniciales para todos y una equitativa distribución de los recursos totales disponibles, metas todas de las que estamos lejos de hacer nuestras en forma unánime, y que considero que de cualquier forma no son fáciles de alcanzar.
Fuente: El Entre Ríos

Enviá tu comentario