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La pandemia de coronavirus mostró que la desinformación puede ser letal. En la región se registraron varias muertes asociadas al consumo de sustancias peligrosas para la salud como el dióxido de cloro. Y el vehículo para propagar esos datos falsos fueron las campañas de desinformación que están a la orden del día desde los inicios de la pandemia.

Frente a estas situaciones, diversas organizaciones periodísticas y de verificación de noticias junto a los gobiernos y las autoridades sanitarias han tratado de poner freno a estas informaciones falsas que afectan la vida de las personas. ¿Qué negocio hay detrás de la desinformación?
Una alianza contra la mentira
Desde hace poco más de un mes, el equipo de Proyecto Desconfío (integrado por investigadores entrerrianos) ha iniciado la labor en el marco de una alianza regional con otras 22 organizaciones de América Latina para la generación de información confiable que desaliente la circulación de las denominadas “fake news”.

Esta alianza “LatamChequea” ya viene funcionando desde hace tiempo generando reportes, materiales e informes periodísticos que ayudan a visibilizar a los principales actores de la desinformación. Así nació la serie de notas denominada “Los desinformantes” que hace foco en las organizaciones, personas e instituciones que de manera sistemática inyectan información errónea o falsa en redes sociales y plataformas digitales. Entre esas agencias de desinformación están los autodenominados “Médicos por la verdad”, o los Youtubers “De la 4T” de México que comparten información falsa, por citar algunos de los casos actuales más resonantes.
El negocio de desinformar
Pero la desinformación no es sólo un asunto de influencias e intereses geopolíticos. Sino que también se ha vuelto un negocio rentable para una serie de actores que dedican tiempo y esfuerzo a generar contenidos falsos. Esta semana, el colectivo LatamChequea ha difundido un reporte titulado “Cómo la desinformación se transforma en dinero” en el que la periodista de Chequeado Mariana Pernas advierte que “La desinformación es atractiva, viaja rápido y lleva visitas a los sitios y videos donde se las difunde. Y la atención de los usuarios puede transformarse en dinero”. De este modo, “algunos desinformantes aprovechan esos espacios para vender sus productos o pedir donaciones, o desarrollar su marca personal con la que después lucran”. La investigación de Chequeado advierte de acciones como las que implementó un grupo que organizó un evento online titulado “Médicos contra el engaño” en el que los organizadores emitieron “avisos publicitarios y el director del medio digital -Juan Manuel Soaje Pinto- pidió apoyo económico mientras difundía el número de una cuenta bancaria en el Banco Patagonia”, cuenta la periodista en su nota.
¿Cómo generar dinero en las Redes?
Este caso es apenas uno de tantos que existen actualmente. Por eso es importante entender que la desinformación también puede convertirse en un negocio. En su nota, Mariana Pernas remarca que al momento de monetizar contenidos en las redes sociales “puede decirse que existen dos modelos principales:

-Los esquemas de negocios que diseñan las propias plataformas, de acuerdo con sus políticas de contenidos y monetización, sistemas de tarifas, formatos de avisos y medios de pago. Por ejemplo, YouTube cuenta con su Programa de Socios, a través del cual abona dinero a los creadores de contenido que emiten pauta publicitaria en los videos que producen.

-Por fuera de esos modelos, los usuarios pueden explotar a su favor la visibilidad que brindan las redes sociales para desarrollar estrategias de influencia y marketing digital ante sus seguidores. El rango es amplio: pueden promocionar sus propios servicios y productos, o que un inversor les pague por difundir una marca o mensaje (a veces en forma clara y transparente y la mayoría de las veces, no), o por exhibir un producto.

Los agentes de la desinformación explotan sobre todo esta segunda modalidad, aunque la falta de controles de las plataformas digitales y la lentitud con la que bloquean (cuando lo hacen) algún contenido falso, de igual modo les permite colar sus contenidos y obtener algún rédito de la masividad de los contenidos que ponen en circulación.
Un negocio de USD 25 millones
La investigación de Chequeado cita al estadounidense Joshua Braun, investigador y docente asociado de Periodismo en la Universidad de Massachusetts en Amherst que ha indagado sobre el negocio detrás de la desinformación. Este investigador advierte que “Si bien parte de la monetización puede ocurrir dentro de los propios sitios de redes sociales, con frecuencia la desinformación puede estar alojada en un sitio web externo que se promociona a través de las redes. Esos sitios a menudo ganan dinero con la publicidad digital”. Al momento de estimar cuánto dinero puede significar todo ese tráfico que se genera a partir de contenido falso, Braun asegura que “las estimaciones más sofisticadas provienen del Índice de Desinformación Global, un grupo de expertos que analizó los sitios web que tenían desinformación sobre COVID y las herramientas de publicidad digital que usaban. Luego, estimaron las cifras de tráfico y las tasas de publicidad con los datos públicos disponibles. Llegaron a la conclusión de que los sitios de desinformación de COVID con mejor rendimiento habían ganado alrededor de US$ 25 millones durante los primeros seis meses de 2020. Cabe señalar que esa cifra era sólo de sitios en inglés”.
El antídoto
De este modo, cuando muchos se preguntan quiénes y por qué hay personas dedicadas a publicar contenido falso o engañoso, el costado rentable de esta práctica responde en parte algunas de las preguntas.

“La forma más sólida de frenar la circulación de estos contenidos que pueden costarle la vida a un lector poco informado requiere de mejores prácticas digitales, fortalecer las redes de información confiable y apostar por una alfabetización digital extendida que ponga en alerta cada vez a más usuarios para evitar que estas desinformaciones se propaguen”, concluye la investigador de Proyecto Desconfío Soledad Arreguez.

** Los datos que se citan en esta nota son parte del informe “Cómo la desinformación se transforma en dinero” de la periodista Mariana Pernas. Esa investigación es parte de “Los desinformantes”, una serie de investigaciones sobre diferentes actores que han desinformado durante la pandemia, que está realizando LatamChequea, la red de chequeadores latinoamericanos coordinada por Chequeado, y cuenta con las ediciones de las organizaciones que participan y del periodista Hugo Alconada Mon.

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