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Al aludir a aquél nos estamos refiriendo a un reloj que no lo es, si es que no hacemos referencia a una analogía cargada de simbolismo.

Es que según en estos días, no se cansa de insistir la prensa internacional, el Reloj del Apocalipsis, (también llamado Reloj del Juicio Final) es un reloj simbólico; del cual señala que ha sido concebido bajo la forma de un “boletín”, que desde el año 1947 se encargan de mantener actualizado los “científicos atómicos” de la Universidad de Chicago.

El mismo fue concebido partiendo de la idea que por causas y circunstancias varias la humanidad ha estado invariablemente “a minutos de la medianoche”, entendiéndose por tal “la destrucción total y catastrófica» de la Humanidad.

En un principio (en 1947 se había hecho presente lo que se conoce como la Guerra Fría) dado lo cual la amenaza de un conflicto nuclear entre las potencias entonces enfrentadas, llevaba a pensar como posible que inclusive la torpeza de algún gobernante desencadenaría una guerra que acabara con el mundo.

En ese tiempo, la representación gráfica de un reloj en la portada del Boletín, señalaba “el número de minutos para la medianoche” (con el que se medía la probabilidad de un conflicto de ese tipo) cuyas agujas se atrasaban o se adelantaban, según las circunstancias.

Tiempo después, y con la implosión de la Unión Soviética, si bien se siguió computando la amenaza nuclear, a las mismas se fueron agregando otras como las ambientales (lo que es el caso de las enfermedades epidémicas rápidamente extendidas a todas partes en un mundo globalizado, y las consecuencias del cambio climático) y los efectos negativos que acompañan a los avances tecnológicos, como es el caso nada imposible que se desate una guerra cibernética, de la que en realidad estamos asistiendo a sus primeros escarceos.

Es asi como según se indica, el 25 de enero de 2018, el reloj se adelantó desde "tres minutos para la medianoche", en donde estaba desde el 19 de enero del 2017, a "dos minutos y medio para la medianoche". El reloj fue actualizado en 2018, poniendo las agujas a dos minutos para la medianoche. Ha permanecido a esta hora en 2019. En enero de 2020 se adelantó veinte segundos, quedándose a 100 segundos para la medianoche.

Por nuestra parte, es dentro de ese contexto, que queremos hacer referencia a consecuencias a las que no se les presta atención, sino en cierta clase de publicaciones, y que si bien van a producir el trastrocamiento en la vida en numerosas comunidades, quedan desdibujados hasta resultar ignoradas por los efectos ya visibles y el aumento en la frecuencia y dimensión de ellos.

De cualquier modo hay que partir, tal cual se señala en fuentes científicas, que la Tierra acumula 400 meses seguidos de temperaturas superiores a la media histórica y que los últimos veranos fueron los más calurosos desde los romanos. Ello así mientras que en la actualidad las emisiones del turismo igualan a las de los coches o el ganado.

Concretamente, según las mismas fuentes, el mes pasado fue el tercer mes de abril más cálido desde 1880, año desde el que se recogen estos registros, y el 42º mes de abril consecutivo con temperaturas más altas que el promedio histórico. Las desviaciones de temperatura cálida más notables del promedio se observaron en el sur de Sudamérica, Europa central, el este de Rusia y Australia donde las temperaturas fueron tres grados más altas que el promedio: Alemania y Polonia vivieron su abril más cálido desde que hay registros, Austria el segundo y Francia el tercero. Sudamérica tuvo el mes de abril más caluroso y Australia el segundo desde 1910.

El cambio climático, que mentalidades obtusas de nuestro sedicente liderazgo mundial, como el caso de Trump, y tantos que como él se niegan a ver, ya muestra incidencias concretas e inclusive trágicas en la vida cotidiana, como son el incremento en las superficies terrestres en la que se asiste a la presencia de tornados con cada vez más fuertes, lluvias intensas y sequías largas, pronto llegará que se haga patente el aumento en nivel de los océanos, como consecuencia de la desglaciación de los cascos polares, con el consiguiente retroceso de las superficies habitables, para no hacer referencia sino a ejemplos conocidos.

Pero de lo que recién se empieza a hablar es de situaciones como las que se darán en las zonas de España, Italia y Francia destinadas a la vitivinicultura que ante los persistente aumento en la temperatura, corren peligro cierto de en un principio tener que cambiar las cepas de vid ancestralmente utilizadas, por otras adecuadas a las mayores temperaturas, mientras llega el día en que no se podrá servir ninguna, y que en Inglaterra se asista a la llegada de viñas, como seguramente sucederá en nuestra tierra fueguina, y no sabemos en el resto de la Patagonia más austral.

Algo parecido, pero aún más grave, ocurriría con el arroz, cereal al que el aumento del dióxido de carbono en la atmósfera está rebajando el valor nutricional del arroz. Ahora experiencia varias habrían demostrado que dentro de una cuantas décadas quedará reducida a la mistad la cantidad de proteínas, vitaminas y determinados minerales esenciales en cada grano. A lo que se suma el hecho, advertido por los especialistas que “entre los fenómenos relacionados con el cambio climático en curso están el alargamiento de los periodos de sequía, la desestabilización del inicio y duración de las estaciones y la reiteración de otros eventos extremos como lluvias torrenciales u olas de calor más intensas” hechos que tendrán impacto en los cultivos. De allí que se pronostique que para el 2050, el rendimiento de los cultivos podría descender en hasta un 25% en cereales.

Se trata esa indudablemente de una cuestión de gravedad mucho mayor a la de los “tomadores de cerveza”, las que por parecidos motivos, están preocupados por una caída estrepitosa en la cantidades y calidad de la producción de la cebada cervecera.

Pero la actual coyuntura si es lógico que nos encuentre preocupados, es sobre todo importante que nos encuentre ocupados. Es que resulta claro de la humanidad en su trayecto desde una época inimaginable de entender, aunque cada vez hay pruebas de su lejana aparición ha demostrado, hasta el presente tener el “cuero duro”, para poder superar como grupo, las vicisitudes más extremas.

De lo que se trata, e insistimos, es de nuestra atención activa frente a ese escenario de tragedias. Y ya no basta contentarnos con mirar con una sorpresa cargada de iracundo espanto la miopía de los que se ufanan por ser llamados falsamente “líderes mundiales”. Lo que es necesario es una movilización apabullantemente multitudinaria, que haga valer el peso de sus exigencias, de manera de hacer retroceder el minutero del Reloj del Apocalipsis.

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