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Diputado provincial José Antonio Artusi.
Diputado provincial José Antonio Artusi.
Diputado provincial José Antonio Artusi.
Se da cuenta de una grave confusión, como ocurre tantas veces, cuando que se considera que “gobernar” y “administrar” son prácticamente lo mismo. Confusión por lo demás explicable y por ende, en este caso al menos, disculpable al advertir que es casi una constante en nuestro país que se administre poco y nada, y que el gobierno, es harto frecuente -si es que se trata de mirar con muchas benignidad nuestra historia- brille por su ausencia.

Se nos ocurre, sin que ello signifique que la distinción que hacemos sea la más adecuada, que en la manera de encarar las cosas del común, la administración, dicho mejor el administrar, consiste esencialmente en la gestión “del día a día” que efectúan las estructuras estatales a todos sus niveles; mientras que el gobierno, y volvemos a tratar de ser más precisos, no es otra cosa que implementar acciones que permitan llevar a la realidad un futuro “soñado”.

Para decirlo de una manera más simple: el que administra tiene “una mirada corta” sobre el ámbito social que debe gestionar con eficacia, y está bien que así sea; mientras que el que gobierna, aparte de empezar por procurar que la administración a su cargo funcione “sobre rieles” (por supuesto de los de un país que no es precisamente el nuestro), y está bien que tenga ese cuidado, al mismo tiempo debe dar muestras de “una mirada a largo plazo” –sin excluir por supuesto el que cabría designar como mediano- de manera de poder ver hacia donde se marcha, para desbrozar el camino hacia ese punto de llegada.

Claro está, que la regla entre nosotros es no solo que se viva en el día a día, que ese día a día nos abrume y, de yapa, se lo gestione mal ya que por lo general solo sobrevive, apelando no solo a parches sino colocando, para hacer mas terroríficas las cosas, parche sobre parche.

Es dentro de ese contexto, que no podemos dejar de expresar que nos ha sorprendido y despertado nuestro interés una columna de opinión inserta en un medio paranaense, de la que es autor un diputado provincial uruguayense, en cuyo contenido se parte de un presupuesto cierto, pero de cualquier manera obvio, si queremos dejar de contentarnos con que Entre Ríos a todos sus niveles deje de “estar subadministrada”, para pasar a estarlo como corresponde. Pasando por una etapa intermedia imprescindible, cual es la de encontrar que alguien dé muestra de valor y de capacidad para comenzar a gobernarla.

Y el mérito del diputado Artusi – dicho de una forma que no minimiza su quehacer, sino que por el contrario sirve para valorarlo como corresponde- está no solo en dar muestras que es un inquieto estudioso de nuestros problemas y que con ese objeto no solo busca informarse apelando a todas las fuentes posibles, sino que lo hace de una manera que resulta fructífera. Así se vale del análisis de esa información para efectuar un razonamiento que a todos nos resulta provechoso, comenzando por nuestros gobernantes actuales y siguiendo por tantos otros que dan cuenta de su determinación legitima de “candidatearse”.

¿Y qué es lo que hizo Artusi, y que otros no hicieron, y si lo hicieron lo callaron? Comenzó por leer un informe de “La Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional”, que se puede obtener en su página web, al tiempo que le prestaba una atención especial al Mapa de la Inversión, en el que se pueden encontrar datos ciertos y de interés, acerca de los proyectos de inversión que fueron “anunciados”, siempre según Artusi, públicamente en el territorio nacional desde el 11 de diciembre de 2015 en adelante.

Como resultado de ese análisis, Artusi concluye que de esos proyectos de inversión anunciados fueron doce, los que estaban orientados a efectuar radicaciones en nuestro territorio provincial. Que el monto total de esos doce proyectos era por una suma que representa un milésimo del monto total de los proyectos de inversión a nivel nacional, en ese mismo lapso

Para hacer más notorio el contraste, Artusi se encarga de contrastar las cifras de nuestra provincia, con las fueron anunciada para otra destinos, remarcando que ello ocurre, “en el marco de un contexto nacional signado por dificultades macroeconómicas por todos conocidas”.

De allí que advierte en Santa Fe como en Córdoba los proyectos anunciados en el mismo periodo, fueron mayores en 26 y 39 veces respectivamente, con respecto a los anunciados para nuestra provincia.

Y que no ya dentro de la “región centro”, sino trasladando la comparación a las provincias de la Mesopotamia, entre las cuales estamos incluidos, es que Corrientes y Misiones han anunciado proyectos de mayor envergadura. Y que como remate quedamos poco menos que al nivel de Santiago del Estero, Chaco y Formosa.

Las conclusiones que de lo referido saca Artusi, en lo que se refiere a cuáles son las causas de la decadencia de nuestra provincia, dentro del contexto de la decadencia de lo que es nuestra nación toda, son conocidas por todos; para decirlo de una manera más adecuada, para todos los que entre nosotros prestan, o ahora gracias a la nota que glosamos están en condiciones de abrir los ojos frente a la dimensión de esa decadencia.

No es la oportunidad para buscar profundizar acerca de “La Agencia Argentina de Inversiones y Comercio internacionales”, ni tampoco acerca de todo lo que debemos hacer para remontar esa cuesta, que se sigue agrandando si miramos a los que marchan al frente.

Es que no tenemos excusas con las que pretender justificar la situación. No hay que olvidar que la “Entre Ríos del barro”, del que había que sacarla, en su momento la consigna de Raúl Uranga a mediados del siglo XX, ya no sirve, a pesar de todo lo mal que se han hecho las cosas para aventar definitivamente esa maldición. Tampoco el aislamiento, por la falta de contactos fluidos con el “continente”, atribuidos hace de esto casi un siglo, a que nuestras fuerzas armadas partiendo de la “hipótesis de conflicto” en las que el Brasil era nuestro enemigo potencial, se contemplaba dejar librada a la región mesopotámica, en un primer momento, librada a su suerte, mientras el Paraná se constituía en una muralla virtual para el resto del territorio nacional.

Lo único patente es que nuestra provincia sigue siendo expulsora de quienes aquí han nacido. Y que la ciudad de dos de los gobernadores de esta década, que administraron antes una ciudad hermana que tiene el triste honor de encontrarse entre las que cuentan con los mayores índices de pobreza y marginalidad de todo el país, si es que no sigue manteniéndose en el primero de ese fatídico ranking.

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