Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Adaptar: Dicho de una persona: Acomodarse, avenirse a diversas circunstancias, condiciones. Definición de la Real Academia Española.

El Coronavirus empieza a tomar fuerza nuevamente en Europa, mientras sigue sin dar respiro a América Latina, y emerge así una competencia como la central en el mundo en pandemia: la capacidad de adaptarse. Lidiando con la ambigüedad, parecería ser que son aquellos que logran acomodarse más rápido a este nueva normalidad los más favorecidos.

Francia anunció el estado de alarma por el avance del Coronavirus. España lidia con la dificultad de imponer restricciones en una sociedad que ya no las acepta. Y desde América Latina los contagios continúan, con varios protagonistas en el top 10 de países con mayor cantidad de casos. Y contra todo pronóstico, la Organización Mundial de la Salud dijo esta semana que las cuarentenas largas no funcionan. Sí, el mundo está girando sin parar. Los que habían “superado” el virus vuelven para atrás, algunos simplemente nunca pudieron volver atrás, y los organismos mundiales nos dicen hoy lo opuesto que hace unos meses.

De la oficina al trabajo desde casa. De las escuelas a las clases virtuales. De los encuentros familiar o cumpleaños a los “zoompleaños” o “zoom eventos”. De no cocinar ni un huevo duro, a chefs amateurs. De entrenar en casa a no entrenar a volver a entrenar. Usar barbijo. Lavarnos las manos constantemente. Medirnos la temperatura. Saludar con el codo. Detectar “contactos estrechos”. Aislamiento social. Protocolos sanitarios. Quedarnos en casa. Sí, todo esto, pasó desde marzo a hoy. Y mucho más.

En este proceso nos adaptamos, todos juntos, como un gran experimento social donde los que pudimos nos quedamos en casa encerrados y todos, en mayor o menor medida, tuvimos que repensar nuestra forma de vivir. Lo hicimos, con consecuencias claramente ya que el planeta no estaba preparado para eso. Las crisis económicas y sociales empiezan a desatarse en muchos lugares, y surge con mucha fuerza un término que ya era parte de nuestra vida, aunque no todos le prestaban atención: la salud mental.

Es que le pedimos a la cabeza que se acostumbre a una nueva forma de vivir, soñar, pensar, trabajar. Le pedimos que en unas semanas haga más que lo que han hecho miles de personas en años. Sobre todo, aquellos que se resisten a los cambios, que no les gusta adaptarse.

Ahora, como ser humano que somos, el desafío está en cómo logramos que la adaptación no se convierta en algo negativo para nosotros. Es una capacidad que siempre fue muy valorada pero que en estos días reviste vital importancia. Es más, hoy se le pide casi lo imposible que es que resista a las “pateadas” de tablero diarias como si nada, pero ¿qué pasa con quienes no les es tan fácil adecuarse?

Buscar ayuda es la frase que más se dice, y que siempre se nos dijo. Hoy, los que la están buscando son muchos más dado que el mundo está atravesando una crisis generalizada. La incertidumbre sobre cómo saldremos de esta situación, a la que muchos se han de alguna forma “adaptado”, dependerá de cada uno de nosotros y cómo decidimos hacerle frente.

La salud mental se abre paso hoy y nos pasa factura, siendo el estrés, la depresión y la ansiedad sus protagonistas. Pero lo importante es que, en este momento, entendamos que no estamos solos, que todos de alguna forma buscamos ayuda. Desde el que empezó a meditar para bajar el estrés de estos meses, al que comenzó a ir al psicólogo para recuperar la motivación, muchos nos estamos ocupando justamente de lo más central: nuestra cabeza. Hacernos cargo de ella es también adaptarnos.

Lo positivo, es que la psicología ya estaba preparada para ayudarnos, y también tuvo que adaptarse (atender pacientes de forma virtual, y entender los efectos de vivir en pandemia, por sólo nombrar dos de las tantas cosas -no olvidemos que ellos igualmente tuvieron que adaptarse a la misma pandemia, pero más rápido porque tenían que ayudar a otros-).

Recordemos entonces que, si bien la adaptación se convierte en algo central, no todos lo hacemos al mismo ritmo. Démonos nuestro espacio y ritmo. Y si lo necesitamos, busquemos ayuda.

Enviá tu comentario