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Leo hoy, y creo que fue la única buena noticia, que la cosecha de la papa ha sido este año excelente y que dado el cambio en los hábitos producidos por la pandemia, hay un sobrante de unas 30 mil toneladas que se han donado para instituciones de bien público. Una vez más, y cuántas habrán sido, la papa salvó a los pueblos del hambre. Uno de los tantos regalos de América. Nosotros, que sabemos tantas minucias de cosas sin importancia o chismes sobre gente despreciable, ¿qué sabemos de la papa?

El vocablo en español viene del quichua. Su nombre científico, Solanium tuberosum, engloba las dos variedades más conocidas de la tuberosum que se originó en los Andes desde Venezuela a Perú, la andigenum que se encontró en Chile. Habría aparecido alrededor de 10 mil años antes de la era cristiana, se han encontrado fósilizadas. En los Andes tropicales hay más de 5 mil variedades, en Chiloe 300. Es probable que muchas continúen apareciendo, de diversos tamaños, colores, sabor, y mayor resistencia a las enfermedades. Algunas son -para los viejos como yo- curiosidades en la verdulería. La palabra como tal se escribió cerca de 1540. En Europa la planta se introdujo primero en los jardines, por sus flores que resultaban atrayentes, pero el valor alimenticio de los tubérculos, que son tallos subterráneos, se apreció más adelante. Las islas Canarias fueron un laboratorio para la aparición de nuevas variedades y un gran centro de distribución, de allí ingresaron a España y a los Países Bajos. Hubo épocas en que su cultivo estuvo prohibido en algunos países europeos y se la consideró como venenosa: durante siglos fue solo comida para los animales.

Curiosamente su cultivo fue impuesto por los monarcas. Federico de Prusia hizo que los guardias de palacio protegieran los sembrados, una forma de enseñar a la plebe que allí se guardaba algo muy valioso; Luis XVI llevaba la flor de la papa en un ojal y María Antonieta en sus sombreros (pero no está claro si ella conocía las virtudes nutritivas del tubérculo). A mediados del 1600, su cultivo comenzó a ser importante en Alemania e Inglaterra. La población aumentó al estar mejor alimentada, y es probable que la Revolución Industrial no hubiera ocurrido sin el gran aporte nutritivo de las papas en décadas previas.

El gran divulgador de las propiedades del tubérculo fue Antoine Augustin Parmentier (1737-1813), un sabio francés ciertamente polifacético. A los soldados de Napoleón les impuso la vacunación antivariólica y las papas como gran alimento. Estudió el trigo y el opio, y los efectos del frío y de la sal en la conservación de la carne; estudió la extracción de azúcares de la remolacha y fundó escuelas de panadería en Francia (¿No extrañan ustedes el pan de antaño?). Es probable que el estudio de la historia que tuvimos sea equivocado: fue más que nada estudio de guerras, batallas y revoluciones, las más de las veces traicionadas, cuando ha habido tantos hombres y mujeres que produjeron bienestar y dicha con estudios callados e incluso perseguidos. Ahora el nombre Parmentier figura en los menúes o libros de cocina en aquellos platos con la papa como un ingrediente importante.

En España, el cultivo fue promovido por el irlandés Enrique Doyle (1725-1799), ministro de los primeros Borbones. A raíz de una gran sequía en 1780. Doyle, que había sido traído para instalar una fábrica de paños en Almagro, consiguió semillas y tubérculos de los Países Bajos, y comenzó a plantarlos logrando una magnífica cosecha. Doyle presentó sus resultados a la corte logrando un gran respaldo y logró implantar el cultivo con la ayuda de libros y panfletos,y del iluminismo francés. Otra versión es la introducción en los mismos años desde Galicia.

¿Habrá tenido el origen irlandés de Doyle alguna relación con su interés en este cultivo? Sabemos que en Irlanda, desde que la invadió el lord protector Oliver Cromwell (1599-1658), la propiedad de la tierra quedó en manos de aristócratas ingleses, protestantes, quienes las arrendaban a los campesinos irlandeses, católicos, que cultivaban trigo para los propietarios y vivían del cultivo de la papa, a la que el frío y la humedad le permitían dos cosechas anuales. Hacia 1845 los cultivos fueron apestados por un hongo, que entró desde Méjico, y las cosechas se arruinaron dos años seguidos. Fue la causa de la gran hambruna de Irlanda. Los propietarios siguieron exigiendo las rentas y negaron toda ayuda a sus locatarios. Un millón de muertos y un millón de desplazados fue la consecuencia de esta hambruna. El periódico "The Times", el 24 de marzo de 1847, publicó: "Gran Bretaña ha permitido en Irlanda una masa de pobreza, descontento y degradación sin paralelo en el mundo. Le permitió a los propietarios chupar la sangre misma de esa miserable raza".

En cuanto a sus propiedades nutritivas, la papa es rica en almidón y aporta alrededor de 80 calorías cada 100 gramos, pero lo triplica si es guisada o frita. Muy rica en potasio y magnesio, menos en hierro, pero contiene suficiente vitamina C que favorece su absorción. Muy rica en vitaminas del grupo B, pero brillan por su ausencia las vitaminas A y D.

"Harina de la noche/subterránea" la llamó Neruda en una de sus "Odas elementales". Para los hambrientos: un milagro.
Fuente: El Entre Ríos

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