Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Bolsonaro contra la ideología de género
Bolsonaro contra la ideología de género
Bolsonaro contra la ideología de género
El gran reto para la sociedad en el año que se inicia

Bolsonaro es el nuevo presidente brasileño en ejercicio. En su discurso inaugural agregó al lema estampado en la bandera de su país que literalmente menciona al “orden y progreso”, algo con lo que por nuestra parte no podemos sino coincidir, implícitamente otra palabra, en este caso preocupante y hasta amenazante, cual es “erradicación”. Lo hizo cuando habló de erradicar entre otras cosas que parecen buenas, otras que en cambio nos dicen de imposibles o intrusión en el pensamiento íntimo y públicamente expresable de cada cual, cuando se refirió al género sexualmente orientado y al socialismo.

Es cierto que en referencia al primero de esos conceptos no hizo una referencia expresa al “género” sino a la “ideología de género”, que son dos cosas diferentes, si partimos de la base de un concepto claro y preciso cual es que el primero se refiere a lo que el diccionario define como “manera de ser una cosa que la hace distinta a otras de la misma clase”, mientras que el de “la ideología de género” hace referencia a un matete de cosas, con significados distintos.

Mientras ello ocurría, se conocía un hecho incalificable por lo horrendamente aberrante, ocurrido en un camping de Miramar donde una campamentista de 14 años de edad resultó violada, a estar a la información difundida, por cinco muchachotes marplatenses, todos ellos entre 21 y 23 años de edad. Un delito que de ser, como parece, más que posible confirmada su existencia, debería entrar en la categoría de los delitos de lesa humanidad, ya que se asistiría a lo que, según una terminología no solo en boga sino cada vez más comprensible, se define como una “cosificación” de la persona humana, por partida doble, ya que nos encontraríamos ante una desgraciada jovencita tratada como si fuera una cosa, al mismo tiempo que cabría de calificar a los victimarios también como “cosas”, en este caso robots humanoides mal programados.

Mientras tanto resulta adecuado, dentro de ese contexto, hacer referencia, entre distintas perspectivas, a la postura de un antropólogo extranjero cuyo nombre no nos dice nada, pero que es reconocido en los círculos académicos, que al referirse al tema del feminismo en su sentido lato, se centra en lo que sucedió en torno a esa situación durante el año que se fue y las perspectivas para el que se inicia.

Es así como con respecto al 2018, menciona como destacable lo siguiente:

- Que sin lugar a dudas, desde mi punto de vista, el año 2018 pasará a la historia como el año de las mujeres y el feminismo.

- Que lo más significativo ha sido la constatación de que hemos entrado en un nuevo tiempo: en la era del feminismo.

- Que si bien resulta evidente que falta mucho aún para lograr la igualdad real y efectiva de mujeres, el feminismo y las mujeres han logrado poner el tema en el centro de la agenda política, hasta tal punto que quienes se resisten a la igualdad han tenido que organizarse políticamente y salir de la caverna. Y lo han tenido que hacer ante el avance imparable de la equidad como valor de convivencia, como cultura y también como prácticas cotidianas igualitarias que están cada vez más extendidas, y que están señalando directamente al corazón de la bestia, cuestionando los privilegios y el orden patriarcal del mundo.

Por su parte al mencionar lo que es de esperar en el 2019, agrega:

- Aunque cada vez más hombres se posicionan al lado de las mujeres y el feminismo, el gran reto pasa por el cambio en los hombres, en la mayoría de los hombres. Nos guste o no, tenemos que tener en cuenta que la igualdad real, el cambio profundo, transformador y permanente, no será posible sin la incorporación significativa de los hombres a las prácticas y valores igualitarios. Por lo que el balón está de nuevo en el tejado de los hombres...

- Que a ese respecto la buena noticia es que el feminismo es un regalo de humanidad para los hombres, que han venido a liberarnos, y aunque la mayoría de nosotros no seamos conscientes, también necesitamos emanciparnos.

- Que es por eso que sus deseos para este año son dos. El primero sería que de una vez por todas se apueste por una mirada integral de género y se incorpore a los hombres en las políticas de igualdad, y que en todos los ámbitos institucionales se creen programas y acciones específicas dirigidas a promover la participación equitativa de los hombres en los cuidados, a dar visibilidad y cuestionar los privilegios masculinos y, sobre todo, a generar identidades pacíficas en los hombres, deslegitimando el uso de la violencia.

- Mientras el segundo es que no abandonemos a los niños. Necesitamos que los nuevos hombres crezcan rodeados de referentes igualitarios, de modelos y prácticas donde la masculinidad hegemónica, lo mayoritario, lo normal, sean los hombres buenos, pacíficos, cuidadores y tiernos.

De todo lo cual resulta claro que en ese ámbito, como en tantos otros, se espera de todos nosotros una verdadera “conversión”, que como todas las conversiones es difícil de lograr y mantener en forma permanente, dado lo cual siempre nos encontraremos con avances y retrocesos en la materia.

Una conversión que gira en torno a una cuestión que no se trata de explicarla como ancestral, sino que hasta cabría considerarla como una anomalía consubstancial con nuestra condición de seres humanos… imperfectos. Cual es una tentación casi irreprimible a “no considerarnos responsables de nuestros hermanos” como lo señala el texto bíblico, al referirse a la respuesta que Caín dio a Dios al ser interrogado por este elípticamente sobre el homicidio cometido para con su hermano Abel.

Donde ya se hace presente la existencia de esa anomalía que nos marca indefectiblemente, y que por lo mismo se debe también permanentemente tratar de enfrentar y superar, cual es nuestra pretensión siempre amenazante de “dominación al otro”.

O sea, ni más ni menos, que “la cuestión de poder” en el que siempre está presente la tentación de considerarlo como un instrumento de dominación, cuando no es otra cosa que un mecanismo hecho para servir a los demás.

Enviá tu comentario