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Cuando está en juego el futuro de nuestro sistema republicano

Lo que sigue no es un análisis y mucho menos una profecía. Es que partimos de un conocimiento no solo escaso sino superficial de la situación política cordobesa, la que se inserta en otro contexto cual es el nacional, a lo que a la ausencia de un conocimiento pleno, como se ha indicado, se suma una confusión que a regañadientes, y advirtiendo el peligro de estar creando un oxímoron, nos atrevemos a describir como una “confusión volátil”, que vuelve sino desde una perspectiva objetiva, al menos de una subjetiva, mucho más complicadas las cosas.

Es por eso que mirando los hechos de la forma indicada, y repitiendo todas las reservas y advertencias del caso, no se puede menos que dejar de tentarse con la idea de que los resultados de las elecciones provinciales en Córdoba son, en las actuales circunstancias, no dicho con seguridad pero si intuido de una manera que no puede sino ser falible, lo mejor que le pudo haber pasado, no precisamente a esa provincia –ese es un terreno en el que nos abstenemos de incursionar- sino al país.

Es que por una vez, que si no es la primera es por algo que ignoramos, es al menos de un valor y significación inapreciable en la actual coyuntura; es que se ha escuchado hablar del proyecto de un “peronismo republicano”, y de acabar con “la grieta” en la única forma posible, que es saliendo de ella y dejándola atrás.

Porque es mentira aquello de que “estamos separados por la grieta”, sino que enceguecidos como estamos nos cuesta advertir que nuestro drama es que nos encontramos encerrados en la hondura de la grieta, soportando malos tratos cruzados, que dan cuenta de esa verdad a medias escondida en la expresión sartriana que “el infierno son los otros”, dado lo cual no “hay grieta que cerrar” sino grieta, como se ha indicado, que dejar atrás.

De allí la importancia, en la que insistimos, que tiene el hecho que el actual gobernador y candidato al mismo cargo victorioso en la contienda, se haya tácitamente definido como un “peronista republicano” ya que la República democrática es el único “sistema” que nos puede cobijar a todos.

Y es por eso que todos los que quieren seguir encerrados en la grieta y no solo eso sino mantener dentro de ella aun a los que excluyen, porque hasta cierto punto son su razón de existir, más allá de las palabras edulcoradas con las que puedan vestir sus reales intenciones, son “antisistema”, aunque son muy pocos los que dan muestras del valor y la honradez de expresarlo y reconocerlo con todas las letras públicamente.

Porque los “antisistema” son aquellos que al confundir “oposición” con “resistencia”, devienen en realidad en “sediciosos” de distinto nivel de intensidad, algo que queda comprobado por la circunstancia que transforman a sus “adversarios” en enemigos, cuando dentro de un “sistema” como es el de nuestra Constitución, en el que ni siquiera los que están presos con condena judicial pueden considerarse los enemigos, y darles el tratamiento de tales, no puede ello suceder.

Y existen otras razones que vuelven valioso el que alguien aspire a consolidar a un peronismo republicano. Para empezar porque siendo el peronismo un “movimiento”, como a ellos les gusta llamarse, y no solo hay mucho de gusto sino de táctica utilitaria en así presentarse ya que ello hace posible no solo los pases y contrapases repetidos hasta volverse interminables de muchos de sus dirigentes, sino que permite en el mismo convivan “los resistentes”, con verdaderos “señores feudales” vestidos de “gobernadores” y con pretensiones de serlo en forma vitalicia, a lo que se agrega el hecho de que si no es uno solo el que tiene la posibilidad de lograrlo.

Mientras tanto, a lo que se debe estar atento es, no al hecho que el gobernador cordobés resulte candidato presidencial, ya que a estar a sus declaraciones está lejos de sus miras el serlo, sino que el mismo cuente con la influencia necesaria para no ser el “gran elector”, ya que ello significaría que nada cambiará, sino de poder colaborar de una manera persuasiva en la candidatura de un peronista consubstanciad con su línea de pensamiento.

En lo ocurrido, se hace presente, de una forma paradójica un impensado beneficio para la coalición que puede contribuir a su consolidación, si es que la paliza recibida lleva a un sector de la dirigencia radical a volverse sino razonable –porque no tenemos motivos para calificarla de otra manera- al menos más prudente y alejándose de la vocación suicida. Ello en función de una suerte de doble homicidio fratricida -ya que ambos fueron a la vez recíprocamente victimario y víctima—que dieron muestras al presentarse simultáneamente dos candidatos diferentes de lo más profundo de su propio riñón. Es que no sabemos hasta qué punto hubiera influido la no existencia de escisión alguna en los resultados de la elección, pero de cualquier manera ello hubiera, casi con seguridad, tenido la dimensión de un papelón, resultado de quienes a pesar de estar dotados de apreciables cualidades actuaron en la ocasión como lo hacen los niños porfiados, además de malcriados.

Debe tenerse en cuenta además, que la suerte del radicalismo es una cuestión de interés nacional, no solo por el hecho de ser el único de los partidos históricos –centenarios, como respecto a su caso suele designárselo en la prensa escrita- con una valiosa trayectoria en la defensa de las instituciones de la República democrática, sino por el papel que el mismo puede seguir jugando en la actualidad en ese mismo sentido.

Como es dable escuchar en estos momentos en boca de quienes vivieron tiempos en que el mismo era un juego popularísimo, sobre todo en la campaña, actualmente y en lo que a las elecciones de octubre se dice “la taba está en el aire”, y para quien caerá de manera que pueda tenerla por “suerte”.

De allí, que en este lapso los márgenes de error sean harto estrechos y los errores que se comentan se pagarán carísimos. Es que sin pretender de una manera gratuita y exagerada dramatizar las cosas en los comicios de octubre, más que a una mera elección de renovación de autoridades en un país normal y con instituciones consolidadas, lo que está en juego es el futuro de nuestro sistema republicano democrático.

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