Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
En Argentina, las políticas de transparencia alcanzaron un rápido nivel de maduración institucional en los últimos años. Los escándalos de corrupción del kirchnerismo llevaron a que la propia política impulsara cambios importantes para tratar de contrarrestar la mala imagen que pesaba sobre los dirigentes. Así se sancionó la Ley de Acceso a la Información Pública que impulsa acciones de transparencia activa por parte del Estado; se generó el portal oficial de datos abiertos (datos.gob.ar); se creó el área de Gobierno Abierto; el país se sumó a la alianza internacional para el Gobierno Abierto (OGP) y se constituyó la Mesa Nacional de Gobierno Abierto con participación de funcionarios y organizaciones de la sociedad civil.

Como se ve, el cambio institucional de los últimos años ha sido importante. Y también es importante hacer notar que el cambio de Gobierno en 2019 ha dado continuidad a todas estas instancias.

Sin embargo, la demanda cívica de transparencia va más rápido que los cambios en la política. Desde las Vacunas VIP hasta sueldos exorbitantes, a la política le cuesta mucho desprenderse de sus privilegios. Y el show que algunos dirigentes montan para subirse al escenario de la transparencia no parece ser muy efectivo.
El show de la transparencia
Esta semana, el diputado nacional entrerriano Marcelo Casaretto (Frente de Todos) publicó en las redes sociales su recibo de sueldo con el monto que percibe como legislador. La cifra muestra un salario de $238 mil pesos mensuales. Muy a pesar de su intento por mostrarse como un dirigente político de la nueva Era de la Transparencia, las primeras reacciones a la publicación de Casaretto no han sido las esperadas seguramente. En redes sociales y medios de comunicación muchos entrerrianos se han mostrado indignados por la remuneración que percibe un diputado de la Nación. Y muchos otros han hecho foco en el intento de este veterano dirigente de la política por aparecer como un hombre despreocupado por la plata que cobra.

En su actuación, Marcelo Casaretto publicó el recibo de sueldo junto a algunas aclaraciones que tal vez no fueron de las más acertadas. Allí señaló por ejemplo que “los trabajadores activos y jubilados han tenido aumentos, así como autoridades de otros poderes” mientras que los diputados tienen el sueldo congelado. Lo que no parece haber tenido en cuenta es que un número alto de jubilados que cobran la mínima no alcanzan los $20 mil mensuales frente a los $175.000 de bolsillo que se lleva Casaretto todos los meses.

También aclaró que a los legisladores “no se les paga... ni vivienda ni comidas”. ¿A qué trabajador se referirá Casaretto cuando argumenta estas cosas? ¿O tal vez está pensando en los privilegios de otros sectores de la política a los que envidia por gozar de estos beneficios que a él no le tocan?
Nivelar para abajo
En el caso de la política, parece haber llegado el momento de “nivelar para abajo” y abolir una larga lista de privilegios que ostenta la política. Mientras Casaretto se lamenta por tener congelado el salario, en realidad es tiempo que el resto de los poderes del Estado (el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial) imiten esta práctica. Congelar un salario de $500 mil al mes como en promedio cobran muchos Jueces no debería representar un problema para sus economías familiares. Y en un tiempo prudencial, tal vez los sueldos de la política y la justicia sean más razonables que el disparate que hoy cobran, y que indigna a los sectores que luchan todos los días para llegar a fin de mes.

En ese accionar de “nivelar para abajo” también será importante desenganchar la enorme lista de empleados, asesores, secretarios y demás que llegan de la mano de cada Legislador. ¿Cuántos ciudadanos saben que un Senador Nacional dispone de alrededor de $1.000.000 al mes sólo para contratos? ¿por qué no limitar a un secretario y un asistente la lista de contratos en lugar de estar rodeado de un séquito de personas cuyos aportes son de dudosa eficacia?
El otro “ajuste”
En política, la palabra “ajuste” es muy mal vista. En nuestra historia argentina es sinónimo de despidos, quita de salarios, recorte de derechos y otras tantas situaciones que siempre recaen sobre los ciudadanos. Pero tal vez haya llegado el tiempo del “ajuste” en la política, recortando sueldos exagerados, limitando la cantidad de asesores y secretarios, quitando los privilegios de los autos oficiales, los custodios, los choferes, los telefònos celulares oficiales y tantas otras ventajas que no tenemos el resto de los ciudadanos.

Está claro que esta quita de beneficios no surgirá de forma espontánea y voluntaria desde quienes viven de la política. Los cambios van a requerir de crecientes demandas de los ciudadanos, las organizaciones de la sociedad civil y el periodismo que, mal que le pese a muchos dirigentes, actúa como el perro guardián que necesitan las democracias para frenar los abusos de poder.

Enviá tu comentario