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Que no todos sientan en su bolsillo los buenos números de la economía se explica por qué ha cambiado el motor del crecimiento

Existe una serie de indicadores de la economía que parece chocar contra la sensación de que “no pasa nada” con la economía que parece imperar en la calle. Una sensación que reflejan los indicadores de consumo del Indec, que hablan de un crecimiento débil de las ventas en supermercados y centros comerciales.La mayoría de los economistas coinciden en señalar que será difícil que el consumo crezca más de 1% este año.

Esta frialdad, sin embargo, no se observa en otros indicadores. Recogidos por el Indec, otros organismos oficiales o cámaras sectoriales, esos indicadores sugieren un dinamismo mayor al de la calle: récord de patentamientos, fuertes subas en las escrituras, auge del turismo interno y las ventas durante Semana Santa y suba acelerada del crédito hipotecario y del crédito PyME a empresas de los más variados rubros de actividad.

Números que podrían ser criticados de parciales y de no conformar una foto completa del desempeño de la economía. Sin embargo, estas evidencias parciales encuentran un punto común en los datos de recaudación de impuestos que esta semana dio a conocer la AFIP.

La recaudación impositiva sigue creciendo a un ritmo mucho mayor al de la inflación. En particular, la recaudación por IVA y Ganancias creció en el primer trimestre más de 45%. La recaudación por el impuesto a los débitos y créditos bancarios, quizás una medida más ajustada de la dinámica del nivel de actividad, lo hizo al 33% interanual, unos 8 puntos porcentuales por encima de la inflación.

Entonces, ¿qué está pasando para explicar esta dicotomía entre bajo consumo, buenos indicadores de la economía y alta recaudación? Ocurre es que el motor del crecimiento no es el consumo, como en los años de administración Kirchner, sino la inversión. Esa que, ironiza la oposición, no parece llegar pero sin dudas lo hace.

El auge inversor se hace evidente en el dinamismo de las importaciones de bienes de capital. Y aunque la inversión extranjera directa (IED) viene lenta, mucho del capital financiero extranjero que compra bonos de empresas argentinas lo hace en títulos a largo plazo, cuyo producido es destinado a la construcción de plantas de generación eléctrica, gasoductos, exploración gasífera en Vaca Muerta o minería de litio en el NOA. Ergo, a la inversión productiva.

El crecimiento impulsado por la inversión no se siente tan cercano como una mejora del consumo, pero mejora la competitividad de las exportaciones, genera muchos puestos de trabajo y aumenta el crecimiento potencial de la economía en el largo plazo.

Si cumplen los objetivos, las licitaciones que bajo el esquema de Participación Público-Privada comienzan este mes podrían generar proyectos de inversión por casi US$30.000 millones. Este esquema supone un alivio importante para las exigencias fiscales y una mejora sustancial en la infraestructura nacional, especialmente en la de carreteras.

¿Y el consumo, para cuándo? Está dicho que no será 2018 su año de gracia. Los ajustes de tarifas y la devaluación han golpeado los bolsillos de la clase media, y los salarios estarán cabeza a cabeza con la inflación. Con todo, el fin de los tarifazos y el cierre de las paritarias deberían hacer que (¡una vez más!) el segundo semestre sea mejor. Quizás, hasta marcado por la recuperación del consumo.

Muchas veces se describe al presidente Macri como de derecha, o neoliberal, por más que él repita que ansía que el termómetro de su gestión sea el índice de pobreza.

Y en los segmentos de menores ingresos, los tarifazos no pegaron. Por eso mismo, y para alborozo del Presidente, la tasa de pobreza cayó casi 3 puntos porcentuales en la última medición. Lo explica un kirchnerista de raza, el exviceministro de Economía Emanuel Álvarez Agis: “¿Qué pasó? Precios +25%, salarios +28%, ingresos informal +31%, empleo +700.000 puestos”.

Que la mejora relativa alcance a quienes tienen menor participación en el ingreso, a costa de la clase media, quizás explique por qué el consumo no se recupera como el resto de la economía. No son quienes compran en supermercados o centros comerciales. Ciertamente, su mejoría tampoco parecería ser el resultado de una política de derecha.
Fuente: El Entre Ríos

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