Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Cristina Lagarde
Cristina Lagarde
Cristina Lagarde
La Argentina, su situación económica harto complicada
y el prestamista de última instancia


Cristina Lagarde, la titular del Fondo Monetario Internacional (FMI), según lo informa la prensa financiera estadounidense de la que se ha hecho eco la de nuestra país, ha sido invitada por el Instituto de la Empresa Americana a hablar en su sede en Washington, a dos semanas de que se cumpla el primer año de la implementación del acuerdo cerrado por el gobierno de Mauricio Macri, el más grande en la historia del Fondo, que tras ser modificado ascendió a US$ 57.000 millones.

La funcionaria en su respuesta expresó que se sentía “esperanzadamente positiva” sobre los desarrollos más recientes de nuestra economía, y, siguiendo los lineamientos en los que esa entidad internacional presta su ayuda financiera, insistió en que la implementación “continua” del programa terminará por transformarlo en un plan “exitoso”.

Resulta aquí importante señalar la referencia a la necesidad de que exista “continuidad” en la aplicación del programa como condición para el cumplimento de sus metas, lo que debe entenderse es una manera diplomática de referirse a nuestra conocida inconstancia en los esfuerzos, fruto de nuestra poco sabia impaciencia.

Viene aquí una confesión suya remarcable por su honesta sinceridad, que reconoció que el Fondo y el Gobierno subestimaron la gravedad de la crisis, y admitió, de manera implícita, que fueron demasiado optimistas sobre la baja de la inflación, al indicar que fue “mucho más resiliente” -es decir más “aguantadora” de lo presumido- “a los remedios prescriptos para su erradicación”.

Vino a machacar sobre este aspecto al insistir acerca en que "el componente más sorprendente, pero que está mejorando ahora en los números más recientes que recibimos, es la inflación, que en lugar de estabilizarse y disminuir gradualmente como habíamos anticipado, está mostrándose mucho más resistente de lo que pensábamos. Ahora está empezando a declinar, pero está demorando más de lo que anticipamos”.

A modo de aclaración a esa confesión señaló también que la de nuestro país se trata de "una situación económica increíblemente complicada que creo que muchos jugadores, incluidos nosotros mismos, subestimamos un poco cuando empezamos a tratar de armar con las autoridades argentinas un programa para abordar lo que había sido crítico con la economía, que era la posición fiscal, la posición de cuenta corriente" dijo Lagarde. Y es dentro de ese contexto que debe aludirse, ratificando lo señalado más arriba, en el sentido de que se siente tan solo de una manera sabiamente prudente “esperanzadamente positiva” frente a una situación que ha mejorado significativamente, y continúa mostrando signos de mejora”, diagnóstico que solo de una manera harto relativa, para decirlo con mucha benevolencia, es compartido por grandes sectores de opinión.

A su vez, el dar a esas consideraciones el marco adecuado, corresponde que se comience por tratar de explicar lo que el Fondo Monetario Internacional, cuya sola mención parece despertar cuando no la repulsa plana, al menos una desconfianza antipática de quienes escuchan mencionarlo, como si se tratara del mismísimo diablo.

Algo difícil el explicarlo y sobre todo hacerlo de una manera comprensible, si se tienen en cuenta las resistencias a vencer, o sea prejuicios en ocasiones hasta explicables. Y a ese respecto debe señalarse que desde al menos desde una las perspectivas desde las cuales puede ser observado, el Fondo Monetario Internacional es el principal prestamista internacional de última instancia con el que los Estados soberanos pueden contar.

Una función –la de prestamista de última instancia- que a nivel de cada estado y mirándola hacia su interior, cumplen los “bancos centrales” de cada uno de ellos. Es así como se ha señalado que a estos les toca intervenir en situaciones como las de las denominadas “corridas bancarias”, en las que los bancos de un determinado país “no disponen de la liquidez suficiente para hacer frente a los retiros en avalancha que se da en situaciones de pánico bancario, que sin el auxilio de un banco central aquéllos no están en condición de hacerlos por más que sean solventes.

Una situación que se ve repetida cuando es un Estado, y no los bancos que existen en su territorio el que “no encuentra quien le preste”, en su interior porque no hay entidad financiera que tenga las espaldas para hacerlo, y en el exterior por una desconfianza que hace que los bancos extranjeros no quieran correr. Es allí donde un Estado enfrenta dos alternativas. La primera de las cuales es hacer que “su” banco central le preste en la moneda nacional haciendo funcionar a toda marcha la maquinita de imprimir billetes, con las consiguientes consecuencias hiperinflacionarias. La segunda es recurrir a un prestamista de última instancia en el orden internacional, cual es el caso del FMI.

Y esa intervención, algo que no siempre se tiene en cuenta equivale, como también se ha señalado, a suspender la disciplina del mercado, puesto que dicho organismo está dispuesto a prestar en situaciones en las que ningún otro prestamista del mercado lo haría. De allí que en ese caso el FMI pueda, en función de sus facultades de prestador exigir condiciones que vienen a resultar inadmisibles en el caso de cualquier otro prestamista, lo que al menos en teoría resulta aceptable si se tiene en cuenta que ambas partes en el préstamo son conscientes de la existencia en la operación de lo que es sobre todo un riesgo moral.

Debe a lo expuesto agregarse que de las palabras de esa funcionaria internacional queda claro que nadie, empezando por nosotros como individuos, ni los miembros de la actual administración, ni aun organizaciones internaciones que se especializan en recabar información de la situación económica de los países, a los fines de efectuar informes y diagnósticos no fueron capaces de medir la dimensión de la crisis económica y social que atravesábamos, que venimos arrastrando desde hace décadas, pero que el gobierno anterior con sus manejos cleptocráticos no hizo sino llevar a extremos de un saqueo escandaloso, al mismo tiempo que dejaba desperdigadas bombas escondidas que ahora comienzan a explotar, traducidas por cuantiosos reclamos consecuencia de desprolijidades inadmisibles de gestión, y de cuya existencia ahora se está tomando noticia.

Todo lo cual no está dicho como forma de pretender justificar los errores de percepción de nuestra realidad en que ha incurrido la actual administración y las medidas de similar tenor que ha adoptado en consecuencia.

La moraleja que resulta de lo dicho y a la que todos debemos atender es que no se puede vivir eternamente “de prestado”.

Enviá tu comentario