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Felipe Sastre
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Recuerdo bien ese día de 2016. Mauricio Macri llevaba poco tiempo de Presidente y nada hacía suponer que el kirchnerismo residual le iba a hacer fácil la tarea de gobernar este país. Todavía tenían contactos, poder y, lo que no es menor, dinero.

Por Felipe Sastre (*)

Me levanté, fui a desayunar, prendí la televisión y allí estaba entrando en escena uno de los representantes más nefastos de la "década choreada", protagonizando el que posiblemente será recordado como el video más infame desde la vuelta de la democracia.

Una visita al convento de las monjas -que no eran monjas- a altas horas de la noche, bolsos repletos de dólares y armas de grueso calibre. Creo que más de un director de Hollywood debe estar pensando en comprarle los derechos de autor a Josecito para su próximo largometraje.

Así fue como la Justicia se encontró de repente con elementos más que suficientes para tener que dejar de mirar para otro lado y comenzar a salir de su largo proceso de hibernación. A la detención de López le seguirían varias otras, con Boudou, De Vido, Zannini, Sala y D'Elia a la cabeza. Soplaban otros vientos en la Argentina.

Sin embargo, la vorágine de las últimas 2 semanas está demostrando que la dinámica con la que se vinieron desarrollando las diferentes líneas investigativas ha cambiado radicalmente. No es que el viento haya modificado su dirección, sino que creo que ahora sopla más fuerte y está dispuesto a barrer todo a su paso. Esta vez no fue Menem, Centeno lo hizo.

Con el sigilo propio de quien todo lo observa pero nada mira, fue registrando cada una de las operaciones que se concretaban frente a sus narices e iban conformando la enorme red de corrupción K que se mantuvo en funcionamiento hasta que Cristina y sus secuaces cayeron en desgracia.

La clave radica en que, aún quemadas en un asador, esas anotaciones mencionaban a importantes funcionarios y poderosos empresarios. Ninguno de ellos con el menor interés, a esta altura de su vida, en pasar ni un segundo de más adentro del calabozo.

Así fue como, tras tirar de la punta del ovillo, mágicamente todos empezaron a recordar qué había pasado en la Argentina del 2003 a la fecha. Y, sobre todo, quienes habían participado.

Ya no se necesitaban las hojas rayadas del cuadernito Gloria porque bastaba con la impactante cantidad de confesiones. ¿Saben por qué?, muy fácil, porque nadie que se sabe inocente reconoce un crimen que no cometió.

Entonces, en este orden de ideas y volviendo al principio, adivinen quien se presentó ayer como arrepentido... Sí, exacto, "Bolsito López". Una perlita antes de concluir: la única forma que le concedan tan enorme privilegio es revelando quiénes orquestaban el desfalco por encima de él. Así que preparen el pochoclo que lo mejor está por venir. Bienvenidos a la operación "sálvese quien pueda".

(*) Abogado, referente de Cambiemos

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