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Lo primero que se nos ocurre decir respecto a nuestra ciudad y a nosotros, es que es una lástima que no nos hubiéramos ocupado más de dejar documentado, de todas las maneras posibles, mucho más acerca de nuestros orígenes.

Porque el conocimiento de esos orígenes es la base de una verdadera identidad. Y esa es una cosa que está entre nosotros en cuestión, en la medida de que a lo largo de las décadas y sobre todo de las últimas, de mutaciones más aceleradas, hemos llegado a dar y tener la impresión de que somos una serie sucesiva de núcleos urbanos –en sus momentos iniciales fuimos apenas un villorrio, después llegamos a convertirnos en un pueblo y de allí en más seguimos viviendo en la ambigüedad –(habrá más de uno que se enoje al leernos) de no saber con precisión si somos un “pueblo grande” o una “ciudad pequeña”.

Cuestión de identidad que, si ya de por sí no es menor, se ve potencializada por el aluvión de nuevos vecinos que han sido invariablemente bienvenidos y que consideramos como cualquiera de los nuestros, que han llegado de otros lugares de nuestro país y desde el otro lado del río a vivir junto a nosotros, formando parte, en buena hora, de nuestra comunidad.

Pero de lo que se trata tanto en el caso de ellos como de cualquiera de nosotros, es que sintamos a Colón “como nuestro”, entendiendo con esto no solo como el lugar en que se vive y bien, sino como, desde un tiempo a esta parte se ha puesto de moda decir, “nuestro lugar en el mundo”. Una manera de ver las cosas que tiene algo de precioso, en un mundo que cada vez más se queda “sin lugares”, moviéndose y siempre en un mayor número, como una muchedumbre de un lugar a otro.

La segunda cosa que se nos ha ocurrido, es que no nos ha ido tal mal en estos 155 años de vida. No obstante e indudablemente podría habernos ido mucho mejor, con apenas un pequeñísimo esfuerzo, pero también debemos reconocer que podría habernos ido mucho peor, si se tiene en cuenta lo poco que hemos hecho como comunidad para merecer donde estamos parados.

Identidad. Lugar en que nos encontramos parados ¿Y ahora qué? Permítasenos ante esa pregunta transcribir un párrafo de “Alicia en el País de las Maravillas”, personaje principal de dos obras que pocos –entre los que también nosotros nos incluimos- han leído.

“Por favor, dice Alicia al gato, ¿Qué camino debo tomar a partir de aquí? Eso depende mucho del lugar adonde se dirija, dice el gato. No me importa mucho adonde sea, dice Alicia. Entonces no importa mucho que camino tomes dice el gato, con tal de que llegue a alguna parte, a modo de explicación. O, seguramente llegarás allí, dice el gato, si caminas durante bastante tiempo”

Es que estamos en un punto de inflexión, de esos en los que se juega el futuro. Por eso la importancia del camino que optemos por tomar. Ya que algunos nos llevan a destinos indeseables. Y andar por el camino correcto exige un largo esfuerzo. El camino que tomemos a partir de aquí, es largo y exige una marcha esforzada.

Sus primeros pasos deben encaminarse a convertir a la nuestra en una ciudad “vivible” para su población estable. La que diríamos conformamos “los vecinos afincados”. Algo que no ocurre actualmente del todo, por no decir casi nada. . .

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