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Bahillo dijo que el seguro no será obligatorio
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La Constitución Nacional incluye entre nuestros derechos como habitantes del país los de “entrar, transitar, permanecer y salir” de su territorio. Cabe también recordar, y a la vez admitir, que esos derechos – como lo es el caso de todos los demás- no son absolutos, sino que deben ser utilizados “según las leyes que reglamentan su ejercicio”. A lo que todavía debe agregarse, que la restricción que esa reglamentación implica, nunca puede significar no ya negarlos de una forma total aunque virtual, ni tampoco desvirtuarlos, al hacerlo, de una manera que lleva en la práctica a volverlos estériles.

Un plexo normativo que se lo enseña en las escuelas desde el nivel primario, y que no debería remarcarse, dada su obviedad, que en tantos países, en los que de una manera discontinua cabe incluir al nuestro, dichos derechos han sido sacralizados por un añoso reconocimiento…

Cabe a lo señalado agregar, todavía, que esos derechos en lo que tienen de “medular” no desaparecen ni siquiera en situaciones “de excepción” para nuestra República; de acuerdo a la misma ley suprema, claro está. Y que en el caso de la situación por excepción por excelencia como es el “estado de sitio”, en el que si bien es admitida una limitación excepcional de los derechos de la población, la justicia sigue funcionando en plenitud, y se da la circunstancia extrema que en el caso de que un habitante de la nación resulte detenido por un decreto del Poder Ejecutivo, en función de ese estado de excepción, puede invocar – y que se le reconozca y haga efectiva- la potestad de optar por salir del territorio de nuestro país.

Es por eso que al “estado de emergencia” declarado válidamente como consecuencia de la pandemia que nos azota, cabe considerarlo como un “estado de sitio… amortiguado”. De donde, no debería en ningún momento desbordar, como lamentablemente ocurre y lo hace en forma repetida, el marco claro, prolijo -y hasta se diría prudente- de aquel estado de excepción de una jerarquía superior.

Comenzando, por lo que también es el respeto de otro principio expreso de índole constitucional, cual es el de igualdad ante la ley, o sea que todos seamos en nuestro país tratados por la autoridad pública de la misma manera en igualdad de circunstancia. Algo que significa lo contrario a lo enunciado en una de esos textos distópicos de Orwell, según el cual si bien todos somos desde el nacimiento libres e iguales, de cualquiera manera “existen algunos que son más iguales que otros”, enunciado de cuya real vigencia – a diferencia de las normas constitucionales- tenemos tantos ejemplos en los días que corren.

Es por lo mismo, que no se puede dejar de señalar, dentro de ese contexto, la existencia de “claro/obscuros” significativos, en la forma que desde el gobierno -a todos sus niveles- se está “gestionando la emergencia”, en contraste con nuestros derechos aludidos.

Corresponde, entre tanto, señalar que no adherimos a las posturas extremas de quienes en lo que acontece, encuentran poco menos un programa, por el cual con el pretexto de la actual coyuntura, se están sentando las bases para la instauración entre nosotros de un estado autoritario. Ya que las señales inquietantes que cabría considerar que existen y resultarían evidentes, vendrían a transitar por un carril distinto al que tiene que ver con la pandemia.

A lo que estamos, en cambio, haciendo referencia es a una gradación en materia de restricciones como las apuntadas en nuestros derechos, las que en su estrato más alto, es el que se da en la situación respecto a los radicados en provincias, o a los que pretenden ingresar en ellas, como consecuencia de darse la extraña situación que la pandemia ha servido para desnudar “los rasgos medulares de naturaleza feudal” que exhiben sus respectivos gobiernos, más allá de sus matices.

Es lo que acontece en el caso de “situaciones” provinciales, como las que se dan en los casos de Formosa, San Luis y Santiago del Estero, y sus malsanas estructuras de poder, lo que ha servido para que exhiban sus facetas más obscuras, como una forma de dejar sentado de la manera más impúdica posible “que quede claro quién es aquí el que manda”.

La publicidad que han tenido esos hechos no ha impedido que desde el gobierno central se halague a los mandamás provinciales. Así, uno de ellos ha sido considerado el mejor gobernador de nuestro país y se ha escuchado desde la misma ubicación, que Moyano es el sindicalista ejemplar.

La gravedad de ese estado de cosas se ilustra por la presencia de casos que dan cuenta de la presencia de ingredientes existencialmente dramáticos, por más que no lo sean toda ellas, de la misma envergadura. Ya que no es el mismo el caso de alguien que termina ahogado en un río, porque la única alternativa que le quedaba para retornar a su hogar, ante la férrea postura de “un servidor del orden” que se lo impedía, era procurar el hacerlo fallidamente nadando, que la de quien tiene que retornar a su lugar de origen, porque se le ha impedido seguir circulando con el propósito de encontrarse con su novia.

Claro está que las situaciones no siempre llegan al extremo de lo indicado, y que ni siquiera se trata de iniciativas de los que mandan, ya que son la consecuencia de decisiones inconsultas y descomedidas de los subordinados –los encargados de puestos de control carretero, por ejemplo-, quienes dan cuenta ya de un exceso de celo o son meros portadores de una idiosincrasia prepotente que no ha tenido la fortuna de ser amortiguada, cuando no totalmente neutralizada, por la educación.

Pero lo cierto es que en todas esas circunstancias se asiste a la presencia de una atmósfera de incertidumbre o inseguridad que llega a ser angustiante, ante la presencia constante de anuncios que luego se rectifican; a la vez que no es infrecuente que luego de eso se repita la rectificación de lo rectificado; o el despliegue de reglas de comportamiento que cuando no se da el caso de ser contradictorias, pasa lo mismo que con los anuncios a los que previamente nos hemos referido.

Eso lleva a que no haya información clara y confiable referente a cuestiones que se las puede considerar “de detalle”, pero las que sin embargo, adquieren otra magnitud por tratarse de cuestiones de incidencia mayúscula en la vida de las personas. Es para dar un solo ejemplo, la angustia que provoca la incertidumbre de “si se me dejará pasar” por un puesto caminero de control, a pesar de suponer que su diligencia le ha permitido “juntar todos los papeles” que se ha preocupado de constatar que son los que permite que su circulación pueda ser totalmente expedita.

No se supo así, cuando se lo anunció tempranamente, si se lo decía o no en serio, que se había “terminado la cuarentena”, o se trataba de una estratagema, porque si de allí en más, cuanto todo siguió como era entonces, se lo hizo viviendo en una situación de una mitad o de un cuarto de aquella. O cuando el 4 de diciembre se lo pinta como una fecha mágica y vaya a saber en función de que argumentos van a quedar abatidos “todos los controles”, frente a lo cual cabe preguntarse porque precisamente ese día o el último día de este mes, o inclusive porque el día de ayer y no antes.

Lo mismo acontece con el seguro ante la posibilidad de contagio con el virus, que según la norma nacional no es necesario que la contraten quienes viajan en condición de turistas -los que viajan por cualquier otro motivo o sin otro que el mero viajar- y luego, como pasa entre nosotros, se lo impuso a turistas y ahora, al menos por el momento, se lo acaba de suprimir.

Mientras tanto, como disculpa y a la vez como circunstancia que provoca alarma, cabe advertirse que lo que hemos descripto no es un hecho aislado, sino que se puede hacer presente en cualquier otro ámbito de la gestión gubernamental.

Post scríptum: este editorial fue redactado en la tarde del pasado viernes. De allí en más se produjeron las “novedades” que se pasan a mencionar. En función de ellas, cabría decir que “teníamos la obligación” de adecuar el texto de la nota, al contenido de los nuevos anuncios.

Hemos decidido, a pesar de ello, mantenerlo sin alteraciones porque esas nuevas vienen a corroborar, ilustrándolas, las consideraciones del texto original. El primero de los cuatro títulos con los que se encabeza cada una de las noticias indicadas, corresponde a la edición de ayer del diario “Clarín”. Los tres restantes a los aparecidos en la mañana del sábado de nuestro portal. Ellos son los que a continuación se reproducen:

- Alberto Fernández anunció que se termina el aislamiento en todo país y extendió la etapa de distanciamiento hasta el 20 de diciembre.

- Sin el seguro, los turistas no van a poder ingresar”, anunciaron intendentes del departamento Colón.

- Pese a lo anunciado por decreto, el seguro Covid-19 al turismo no será obligatorio en Entre Ríos.

- Otra ciudad de la costa del Uruguay evalúa levantar los controles de sus accesos. (Se hace referencia a Concepción del Uruguay, y en texto de la nota se hace mención a las de Concordia y Gualeguaychú).

Como se ve, no se puede decir otra cosa que lo que acontece es lo más parecido que se puede imaginar, a ¡“cosas de locos”!

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