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¿Por qué mi equipo nunca gana? Es una pregunta que, no importa de que club seamos hinchas ni que colores defendamos, alguna vez nos formulamos. Porque siempre que nuestro equipo consiga un título ya queremos más, y al querer tanto alguna vez vamos a fracasar. Pero hay ocasiones en el que la derrota se repite con demasiada frecuencia, y hasta condenamos al destino por hacernos ilusionar si llegamos lejos para después perder como perdemos siempre, dándonos una inyección de realidad. Pero, ¿Por qué hay equipos que pierden finales o partidos importantes con una frecuencia inédita?

Muy bien, inventemos un club cualquiera o tomemos un club de la realidad, no importa. Ahora, respondamos la pregunta del millón: ¿Que tiene que tener este equipo para ser campeón? Y lo primero que hay que hacer para ser campeón es llegar a la final. Tómese a "la final" no necesariamente como una final en sí; puede ser una instancia decisiva por la liga en la que participe nuestro equipo, o una semifinal en un torneo con definiciones mano a mano. Entonces, por mero peso específico cae la siguiente pregunta: ¿Que tiene que tener este equipo para llegar a la final?

La primer respuesta sale automáticamente: para que un equipo llegue a la final tiene que ganar los partidos anteriores. Y para llegar a la final tenes que estar convencido de que sos capaz de ganar, y la mejor forma de creer en vos mismo es cuando jugás bien. Esto es casi redundante: siempre que uno ve a un equipo jugar bien dice que está para campeón.

Pero si nos ponemos a pensar, ¿Qué es jugar bien? La respuesta es muy amplia. Porque el Barcelona del 2012 jugaba muy bien, pero ¿acaso el Chelsea no lo hacía? Sí lo hacia, pero a un grado mucho menor al que lo hacia su oponente. Entonces, ¿alcanza con jugar bien para salir campeón? ¿Ser el equipo que hace que los televidentes nos enamoremos de este deporte es suficiente para dar la vuelta? Y aquí es donde muchos se confunden: jugar bien no es suficiente para salir campeón. Pero si no es suficiente, ¿que es eso que falta?

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Tomemos, por ejemplo, la "final" del 2009 entre Velez y Huracán. Huracán tenía la ventaja de salir campeón empatando (obviamente si ganaba tambien daba la vuelta), mientras que Velez tenia que ganar si o si, pero estaba de local. El partido queda en la memoria de todos, un partido inolvidable, pero mas por las polémicas que por el trámite del duelo. Entonces nos preguntamos ¿Por qué no ganó Huracán? Y el problema con esta pregunta es que siempre va a estar el tipo que diga "Huracán perdio porque estaba todo arreglado".

Entonces mejor, pensemos desde otro punto: ¿Porque Vélez salió campeón en el 2009? ¿Que tenía ese Vélez? ¿Tenía un equipazo? Sí, pero en la previa a comenzar el campeonato era sólo un buen equipo, que se consolidó como el mejor a medida que pasaban las fechas. ¿Era vistoso? No, pero era firme y no perdía nunca, el equipo transmitía confianza y, en instancias decisivas, se podía creer en él. ¿Y porqué se podía creer en él? Porque tenía experiencia.

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"La experiencia es ese peine que te dan cuando te quedas pelado", diría mi padrino. Pero vayamos a la definición de experiencia: la experiencia es el hecho de haber presenciado, sentido o conocido algo, es la forma de conocimiento que se produce a partir de vivencias o prácticas que se hayan presenciado. Traduzcamos de una manera que aporte algo a lo nuestro: un equipo con experiencia es un equipo que ya ha vivido instancias decisivas y sabe lo que se siente; sabe controlarse, sabe que hacer en los momentos justos y puede controlar el miedo a equivocarse, sabiendo que un error le puede costar el campeonato.

¿Es lo mismo tener un equipo experimentado que un equipo viejo? No. Porque podes tener un plantel lleno de viejos fracasados que nunca jugaron nada, y a la hora de pelear el campeonato tienen tanto miedo como los 'pibes'. Por eso se necesita a alguien con experiencia en el plantel: porque a la hora de jugar por los porotos, el experimentado no pierde la calma. Y al ver esto, los 'pibes' ven la seguridad con la que se maneja este jugador y confían en el. No necesariamente tiene que jugar bien, pero siempre se necesita ese consejero al que se pueda mirar cuando las cosas no están saliendo como se esperan.

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Pero hay algo que está fuera del plano del juego en sí, alguien al que no ves corriendo en la cancha pero es un partícipe gigante de los campeonatos: el técnico. El DT también debe ser ganador: Mourinho por ejemplo, no es sólo un buen estratega, sabe mucho de tácticas y estudia con mucho esmero al rival. La magia de Mourinho está en que le transmite a sus jugadores una seguridad increíble. Uno dice "ese Mourinho es un creído" pero, si el técnico no está seguro de que va a salir campeón, ¿como van a estar seguros los jugadores de ello?

Y la seguridad de Mourinho es absoluta, hasta se podria decir que es inhumana. Ninguna duda entra en su cabeza. ¿Como haría otro técnico para salir campeón de la Champions con un equipo como el Porto del 2003/2004? ¿Qué DT estaría seguro de que puede ser el mejor de Europa con un equipo así? Ninguno. Pero el lo estaba, era algo impensado salir campeón de Europa, pero el estaba seguro. Lo trataban como un soberbio y un iluso al decir que eran candidatos a ganar la Champions, y ellos mismos lo halagaron cuando levantó la copa contra el Mónaco en Gelsenkirchen.

Y el supo como transmitirle esa seguridad a sus jugadores. Y aquí es donde se ve la importancia de las charlas motivadoras. Aquí se denota lo valiosas que son las discusiones antes de salir a la cancha a jugar la final. Porque cuando salís a la cancha solo dependes de vos, y para hacer algo tan importante tenes que estar seguro de lo que haces.

Por eso es importante que el técnico transmita lo que sienta, que sea afectivo con los jugadores, que tome cariño por ellos. Porque ellos necesitan confiar en alguien, necesitan ser guiados por una persona que demuestre que sabe y que quiere ganar, y que les diga que pueden hacerlo. ¿Como no salir a comerse la cancha después de escuchar las palabras de alguien que te desea todo el bien? La charla motivadora es lo ultimo que vamos a escuchar antes de jugarnos la vida por salir campeones, por eso, es vital hacerla bien.
Charla motivadora Nestor Retamar
De acuerdo. Salimos a la cancha después de una charla de enorme caudal motivacional. Cantamos el himno, saludamos a los rivales y a los árbitros, nos paramos en nuestra posición y sacamos del medio: no la vemos ni cuadrada. El equipo está jugando extrañamente mal, y se ve superado por el rival, al que se ve que lo motivaron mejor. Los jugadores necesitan apoyo, pero no pueden parar a pedirle otra charla mas al DT porque se les enoja el cuarto árbitro. ¿A quien se necesita en ese momento? Si señor, a la hinchada.

Ese conjunto de personas que, sin una razón lógica, se agrupan a alentar al equipo que aman, por mas de que a veces el plantel no responda a las expectativas. Ellos van a seguir ahí, a pesar de todo. Imagínense que tengamos que levantar un resultado adverso sufrido en la ida, y definirlo de local. Tenemos todo en contra: perdimos y jugamos mal en la ida, y no confiamos ni en nosotros mismos. Necesitamos que alguien nos apoye, y lo que nos dice el técnico es solo él, y aparte es obvio que nos va a decir cosas positivas, aunque vayamos últimos.

Pero salimos a la cancha, y tenemos un verdadero infierno bancándonos y que cree en nosotros. La gente nos dice que podemos, que somos un buen equipo, que tenemos todo para ganar. La gente nos hace agrandarnos enfrente del rival, ¿o acaso nunca te molesto que un amigo tuyo aliente por el otro cuando jugas al PES? La hinchada agranda, la hinchada motiva, la hinchada es la que aparece en los momentos difíciles.

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Pero hay que centrarnos en algo: no todas las hinchadas son buenas. Pongamos, por ejemplo, el San Lorenzo vs Instituto en la promoción 2012. San Lorenzo venia complicadísimo con el descenso. Si bien la caída directa al nacional B no era realmente un riesgo (estaba relativamente lejos de los puestos de descenso directo), si lo era jugar la promoción Por eso el equipo hizo todo el esfuerzo posible para zafar de jugarse la permanencia... pero no le alcanzó.

Mientras tanto, Instituto venía de enamorar a los televidentes de un Nacional B que tuvo de todo, porque los nuevos seguidores de este torneo que se volvió marketinero por la presencia de River admiraban el excelso juego que realizaba el Instituto Atlético Central Córdoba. El equipo de Alta Córdoba jugaba muy lindo, realmente. Enamoraba. Al pibe Dybala se lo consideraba crack (ya vamos a ver por que, para mi, no lo fue). Todo el equipo relucía. Pero pasó algo. River sacó chapa y ganó el torneo, y mientras Central e Instituto perdieron partidos increíbles en las ultimas fechas, Quilmes ganó lo que le correspondía y se quedó con el segundo ascenso directo. La gente se desilusionó enormemente con el equipo albigrana.

Y aquí aparece la hinchada. Porque la hinchada de San Lorenzo vivió todo lo malo, pero apoyó igual a su equipo. ¿El equipo juega mal? No importa. ¿Jugamos la promoción y es muy probable que descendamos? No importa. ¿Jugamos contra el mejor equipo de la B? No importa. El equipo nos necesita y vamos a estar alentándolo. Mientras tanto, la hinchada de Instituto no pensó lo mismo. "Mira los jugadores pecho-frío que tenemos, perdieron contra dos descendidos y ahora tenemos que jugar una promoción que no merecemos. ¿Sabes qué? Vamos a ir a la cancha. Si ganamos bueno, festejamos. Pero si perdemos vamos a silbarlos a todos por hijos de puta." Adivinen quien ganó...

El trámite se dio como se esperaba que se de: ambos buscando la victoria, incluso San Lorenzo, que con el empate le alcanzaba, salio a ganar la serie. La gente de Instituto no alentaba una locura pero bueno, se la bancaba. Hasta que pasó lo que pasó: gol del Cuervo. Se enmudeció el estadio. El equipo local no lo podía creer. No confiaban en nadie. Y cuando más necesitaba que le demuestren confianza, de las tribunas se comenzo a escuchar el "jugadoreeeee..." La gloria quedó desmoronada, y nunca pudo volver a imaginarse en Primera.

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Sin embargo, a veces las cosas no salen como se quiere, el equipo juega mal, el técnico hizo la charla táctica, y la hinchada alienta sin parar, pero los resultados no se dan.

La serie entra en los últimos 20 minutos de partido. Sabido es que a partir de los 70' (y si la serie no va 0-0) no existe ni la táctica, ni el aliento, ni la cabeza. Los últimos 20 minutos de partido se juegan con el corazón. El plantel se pone nervioso, no da pie con bola. Va a buscar el resultado pero a los ponchazos mientras el rival se tira atrás. El técnico sabe que nada de lo que diga va a lograr algo productivo. La hinchada esta muy nerviosa y ya no puede cantar porque la gente suspira a cada rato. Todo parece adverso, y uno se pregunta ¿Quién nos va a salvar de esta? ÉL.

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Ahí esta, ese es. El crack, señoras y señores. Ese que tiene la frialdad y la concepción mental para poder mantenerse calmo y hacer lo que nadie haría en una situación tan crítica. Porque mientras los defensores rivales se tiran desesperados a barrer para sacarle la pelota, el a los 89' y perdiendo 2-1 la pisa, amaga y la pica dejando a todo un equipo atónito, y demostrando que no es un jugador cualquiera. Porque hay jugadores que juegan bien en los partidos comunes, otros que no son pulcros pero dan firmeza en los partidos decisivos, pero el crack es el que se detiene a pensar cuando todos están desesperados.

El crack hace lo inesperado. El crack confía en si mismo, y por eso puede pegarle desde afuera del área y clavarla al ángulo: porque sabe que le va a salir. Al crack no le tiembla el pulso. Por eso dije que Dybala no es crack. Por eso creo que Neymar no es crack. Porque a la hora de ponerse los largos, son los primeros en salir corriendo. Porque Neymar hace todos los firuletes que hace solo si va ganando o si es un rival inferior.

En cambio Agüero amagó dentro del área chica a los 93' y la clavo al fondo de la red para que el Manchester City saliera campeón de la Premier. Drogba saltó confiadísimo y con una potencia envidiable a los 88' para mandar a los penales la final que el Chelsea le ganaría al Bayern. Gerrard le pegó desde la casa y la clavó al fondo del ángulo a los 92' para ir a los penales y ganarle la FA Cup al Aston Villa. Riquelme metió un pase de casi 80 metros para que Palermo pusiera el 1-0 contra el Real Madrid. Iniesta la clavo al angulo a los 90' para que el Barcelona supere la semifinal contra el Chelsea. Messi le puso el pecho al centro de Xavi para ganarle a Estudiantes en el 2009. Y quedan casos en el tintero que no lo pongo para que el post no se vuelva agobiante.

El crack hace eso: hace 'crack', rompe los esquemas, porque cuando el equipo rival tiene todo planificado, solo el crack puede salvarte. Porque el técnico rival puede adivinar lo que hará el equipo, pero es imposible adivinar lo que hará el crack. Por eso, es una parte fundamental del equipo. Un equipo sin un crack difícilmente gane algo.

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Bueno, ya dijimos todo lo que tiene que tener un equipo para ganar algo. Pero, ¿Por qué mi equipo no gana? Puede ser porque no tiene hinchada, o el técnico no motiva, o no tiene un crack, u otras cosas. Pero hay casos en los que tiene todo, pero nunca gana, o las pocas veces que llega a la final las pierde "de manera injusta". Y a esa forma de perder las finales se la conoce popularmente como "jugar como equipo chico".

¿Que es un equipo chico? Un equipo se denomina "chico" cuando no tiene logros, o hinchada, o clásico, o todos a la misma vez. ¿Y por qué estamos hablando de ellos? Porque ellos usualmente tienen una manera muy particular de jugar los partidos importantes. Esto se debe a que, generalmente, estos equipos se ganan el cariño del espectador neutral, ya que el propio espíritu deportivo nos hace desear que le vaya mejor al equipo mas chico, salvo que nuestro club esté involucrado en esos duelos. Entonces, el equipo chico se ve apoyado por una cantidad de gente que nunca vio.

Todos aparecen gritando "Vamos globo que salís campeón", "Aupa Athletic", "Que grande el Málaga, vamos que ganamos en La Rosaleda", etc. Y ahí comienza el problema: porque el club comienza a creer que merece salir campeón, y los campeonatos se merecen en parte, pero mas que nada se ganan. Entonces esta entrañable institución llega a instancias decisivas conquistando corazones de propios y ajenos, pero cuando le toca mostrar para qué esta hecho... Baldazo de agua fría. A un equipo chico, cualquier grande le gana. ¿Por qué? Porque el grande se planta, no es como los demás. Los demás se dejaron enamorar por el fútbol champagne del nuevo, pero al club grande no le importa enamorar, le importa ganar.

El club grande sabe que las finales hay que ganarlas y no merecerlas, que se gana como se puede y no como se quiere. Y el equipo chico no sabe eso. Por eso quiere jugar vistoso, enamorar a todos, ser el mejor campeón de todos. Y hasta a veces va ganando, pero se deja llevar por las ilusiones, porque nunca hay que dar por muerto a un grande, y menos en una final. Y así pasan cosas que se tildan por injusticias: el gol en doble off-side del Dortmund contra el Málaga en la Champions 2012, el gol de Maxi Moralez con falta de Larrivey previa en la "final" entre Vélez y Huracán, o injusticias morales como el 3-2 de River a Banfield en la libertadores 2005.

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Pero, ¿acaso estas son realmente injusticias? No, porque no podes tirarte atrás en una final especulando con que el grande no te va a ganar. ¿Fue offside en los dos goles del Borussia? Si, pero el Málaga tuvo miedo y se tiro atrás, por eso el equipo alemán le llego al arco. Si el Málaga seguía jugando como jugó al principio, eso no pasaba. ¿Fue falta de Larrivey contra Monzón? Si, pero el Huracán del tiki tiki jugó horrible todo el partido y debió haber perdido por más. "Banfield era más chico, merecía ganar..." Los partidos no se merecen, se ganan.

Y cuando pasan estas clases de "injusticias" es cuando uno se da cuenta que tan chico es el equipo: porque unos se quedan protestándole al arbitro que convalidó un gol que no fue, en vez de preguntarse a sí mismos porque jugaron tan mal, o porqué se tiraron tan atrás. Cuando un grande pierde, se da cuenta que fue culpa suya y de nadie mas. Quizás el arbitro tenga descendencia directa sobre el resultado, pero si no ganaron fue porque no les alcanzó la nafta. Porque 90' es mucho tiempo como para poder echarle la culpa a uno o dos errores del árbitro.

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Entonces, al perder la final, se aprende que la culpa fue toda tuya. Y que si pudiste llegar una vez, vas a llegar otra. Y tenes que estar seguro de que lo vas a hacer. Para creer en vos mismo, tenes que jugar bien. Para jugar bien y tener confianza, necesitas un buen DT. Cuando las papas queman, el experimentado te va a mostrar el camino. Si eso no alcanza, necesitás a tu hinchada que es la que te sigue alentando, ganes o pierdas. Y si todo parece perdido, el crack del equipo te va a salvar. Pero primero en principal, para salir campeón hay que jugar a lo grande.

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