Mujeres que inspiran, y Ruth Bader Ginsburg a la cabeza. La jueza de 87 años de la Corte Suprema de Estados Unidos dejó un gran legado para toda la sociedad sobre la importancia del derecho igualitario. Mientras el mundo debate quién ocupará su lugar en el máximo poder judicial de este país, Ruth dejó grandes enseñanzas.
Hoy, se puede encontrar su cara y sus iniciales en todo tipo de merchandising, e incluso en tatuajes de los jóvenes. Así lo reconocía ella misma hace unos años: “Tengo 84 años y todo el mundo quiere hacerse una foto conmigo”.
Ella marcó de forma clara y contundente su lucha por el trato igualitario de las personas (no sólo en términos de género, sino también de las minorías en general). Lo que queda evidenciado por ejemplo en su fallo de 2017 sobre la Ley Federal de Inmigración hacia las madres y padres inmigrantes que no estaban legalmente casados, que establecía que la madre podía transmitir la nacionalidad al hijo transcurrido un año de haber vivido en Estados Unidos, pero el padre recién lo podía hacer a los 5 años. Esto va en contra de la igualdad, y marca una discriminación de género, en este caso, el masculino. La jueza destacó que la ley correspondía a una época donde las generalizaciones respecto del modo de ser de los hombres y las mujeres: “Las generalizaciones exageradas de ese tipo, han logrado comprender la corte, tienen un impacto restrictivo, así sean descriptivas del modo en que muchas personas organizan su vida”.
Además de una gran profesional, fue madre de dos hijos y abuela de cuatro nietos. Se conoció con su marido, Martin Ginsburg, a los 17 años, en la Universidad de Cornell, de quien dijo que se sintió atraída instantemente: “Fue el único chico que conocí al que le importaba que yo tuviera cerebro”. Él fue uno de sus principales promotores: “¡Qué gusto ha sido verte avanzar hasta la cima del mundo jurídico!”.
En línea con Lithwick, Ruth representa un modelo a seguir para todas las personas que buscamos una sociedad más igualitaria y que creemos que uno puede llegar tan lejos como se lo proponga, sin importar si tenemos o no una “voz suave”.