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Lo que hacemos nos define. Cabe considerar que esa definición señala que, cualquier persona como ser humano debe tomarse en serio a sí misma, ya que eso es lo que hace sea lo que es. Lamentablemente no se piensa suficientemente en la posibilidad de elegir hacer las cosas bien sin que nada azaroso, como la inspiración, te elija a ti para hacerlas.

Las precedentes son reflexiones de Edmund de Waal, reconocido artista y autor inglés, y cuya fama está centrada por sus “instalaciones” a gran escala de recipientes de porcelana.

Lo señalado por él, viene a querer decir que a la postre con el “genio” –algo que él llama “inspiración”- no alcanza. Si es que no viene acompañado de un trabajo a la vez esforzado y disciplinado, que es la única manera, como él también lo dice de, tomarse en serio el trabajo.

Consideraciones que, tal como lo hemos anticipado, tienen que ver con Diego Armando Maradona. La conmoción que su arribo a la dirección técnica de un equipo de futbol platense y la apoteosis que se vivirá, a no dudarlo, el domingo en la ciudad de La Plata.

La cuestión no pasa por el juicio que la noticia mereció, para dar un solo ejemplo, a un periodista deportivo español. Quien, al ocuparse del suceso señaló, que “Diego Armando Maradona, ese hombre gordo, con los huesos doloridos y el cuerpo casi destruido por tanto abuso, ha llegado a La Plata. Nunca ganó nada como técnico. A veces no se entiende lo que sale por esa boca que pronunció frases memorables. Da igual. La gente de Gimnasia y Esgrima, un club amenazado por el descenso ya a principios de temporada (los famosos promedios), le ha recibido con devoción. No porque sea Maradona, que lo es, sino porque Maradona, en otro tiempo, obró milagros. Y creen que aún puede realizarlos.”

Es que más allá de la opinión que puede merecernos ese juicio, tal como lo señalábamos la cuestión no pasa por allí. Sino por lo que subrayaba una vez un gran educador inglés –se trata de William Morris- que si bien la destreza te hace libre, comportarse de una manera correcta y el hacer las cosas bien, es una responsabilidad.

Y si de eso se trata, el problema no está en que siga vivo el recuerdo de las genialidades en materia futbolística innegables de nuestro personaje, sino de un endiosamiento de su persona, que indudablemente hace abstracción de su comportamiento fuera de la cancha, que como resultado de una piadosa decisión consideramos que lo mejor es callar.

Ya que la cuestión que dejamos planteada es una de la que nos venimos ocupando no solo de una manera recurrente, sino hasta casi obsesiva en la desesperación de ver qué tantos, quienes a diversos niveles tienen responsabilidades, incluso de carácter público, no parecen ejercitarlas y ni siquiera prestarles atención a la necesidad de que en nuestra sociedad sea cada vez mayor el número de los comportamientos y conductas ejemplares, entendiéndose por tal a aquéllas que merecen imitarse.

Miradas las cosas desde esa perspectiva, Diego no es un ejemplo, salvo que, por tenerlo por un mal ejemplo, sirva para mostrar cuales son las formas inconvenientemente malsanas de comportarse. Algo que es lo mismo que decir que a los seres humanos geniales, por el hecho de serlo todo les está permitido, y ni siquiera se plantea el problema si su comportamiento es disculpable y por ende perdonable.

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