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Tensión entre Rusia y Ucrania por Crimea
Tensión entre Rusia y Ucrania por Crimea
Tensión entre Rusia y Ucrania por Crimea
A veces, o casi siempre, puede pasar que los conflictos ocurridos del otro del océano, o en otro hemisferio, nos parezcan entretenidos, atrapantes, llamativos, etc. Claro, desde la tribuna uno puede interpretar, expresar y decir cualquier cosa. Ahora, cuando uno está involucrado en el espectáculo, las sensaciones son otras: adrenalina, incertidumbre o miedo, entre otras. Es por este motivo que decidí comunicarme con Karina Bodnarchuk, politóloga ucraniana que reside en Kiev, la capital de su país.

Si hay una corriente que puede interpretar bien esta novela, esa es la realpolitik. La relación entre ucranianos y rusos comenzó mucho tiempo atrás. Ucrania fue una de las tantas Repúblicas Socialistas Soviéticas que conformaron la URSS. Antes de ello, una parte de su territorio había estado en manos del Imperio Ruso de los Zares.

Ucrania es uno de los primeros países con los que se topan los rusos cuando quieren expandir su frontera occidental, su frontera europea. A su vez, cualquier intento de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) o de la Unión Europea cuya finalidad sea integrar a Ucrania aún más a las democracias liberales de occidente, convirtiéndola en una fortaleza en la frontera con Rusia, puede recibir una respuesta “preventiva” de parte de Moscú.

Entendiendo este juego geopolítico podemos comenzar a comprender el día después de la Guerra Fría. Ucrania es de suma relevancia para Rusia. De alguna manera, lo sigue considerando, injustamente, como el patio de su casa. Y cuando a uno se le meten en el patio, reacciona… Así lo explicaba el teórico de las relaciones internacionales, John Mearsheimer, allá por 2014, en el pico de la Crisis de Crimea.

En 2013, grupos universitarios comenzaron a manifestarse contra el gobierno prorruso del entonces presidente Viktor Yanukovich ¿El motivo principal? El quiebre del Acuerdo de Asociación y de las políticas de libre comercio con la Unión Europea. A las manifestaciones de estudiantes, que eran de índole europeísta o con motivo de preservar los avances de Ucrania en su inserción tanto en Europa como en el mundo, se le sumaron varios sectores de la sociedad que también mostraron recelo frente al sesgo antieuropeo del presidente. Entre las reacciones desacertadas, que incluyeron la muerte de decenas de manifestantes, y el creciente protagonismo de este grupo de manifestaciones, conocido como el Euromaidán, Yanukovich terminaría siendo destituido a través de un juicio político a principios de 2014.

¿Cómo reacciona Rusia frente a estos disturbios? Mal, por supuesto. El europeísmo ganaba espacio a menos de 1000 kilómetros de Moscú. Putin se encargó de no reconocer al nuevo gobierno, de considerar el evento como un golpe de estado y de reaccionar militarmente.

Yendo al lugar de los hechos ¿qué caracteriza y caracterizaba a la península de Crimea y a Donetsk en ese entonces? Básicamente, que son dos regiones con poblaciones predominantemente prorrusas. Karina contaba que el trabajo en conjunto entre los separatistas, a quienes denomina en inglés como proxis (gente que actúa en nombre de otros; en este de caso, en nombre de Rusia), y las movilizaciones del ejercito ruso le permitieron a Putin y a los suyos anexar Crimea. Pero el trabajo de los separatistas no termina allí: las tensiones continúan en Donetsk, que nunca pudo ser anexada oficialmente.

Está claro que Ucrania es y ha sido un rincón clave en los debates de política internacional. La reacción frente a la ocupación rusa no se dio en términos militares, aunque sí hubo lugar para que Estados Unidos y Europa central sancionasen económicamente al gigante de Eurasia.

Ahora bien, ¿qué estuvo pasando en esta última semana? Hubo cruces entre el ejercito ucraniano y estos separatistas/proxis, que provocaron disturbios. Bombardeos, manifestaciones y mensajes alejados de cualquier acuerdo pacífico. Entre rumores y noticias, el gobierno ruso decidió movilizar a sus tropas en Crimea y enviarlas a las zonas fronterizas ¿Con qué pretexto? Cuidar a los rusos que viven en estas regiones separatistas y estar atentos frente a lo que pueda ocurrir. En este sentido, Karina cuenta lo siguiente: estos proxis actúan bajo las órdenes de los rusos, que no tienen otra opción más que negar acusaciones de esa índole y decir que ellos no tienen que ver con los disturbios. “Es un conflicto interno con el que no tenemos que ver” vendría a ser el slogan de Moscú. Las sospechas de los ucranianos no solo parecen lógicas, sino que efectivamente lo son.

Siguiendo esta línea, uno se pregunta cómo reacciona Ucrania en estas situaciones. Karina cuenta que el gobierno ucraniano, por el momento, respeta las medidas de la cumbre de Minsk, donde se acordó el cese de la lucha armada y la búsqueda de soluciones diplomáticas. Frente a esta negociación desigual de los territorios, a los que Rusia considera como propios o de no intrusión, los ucranianos solo expresan descontento y pesimismo. Entienden que Crimea está perdida y que Donetsk está cerca de quedar del lado ruso ¿A qué se aferran? A las sanciones políticas y económicas y al apoyo internacional, tanto de Europa como de Estados Unidos, cuyo presidente, Joe Biden -decididamente alejado de entablar una relación amistosa con Putin-, ha dicho que apoyaría incondicionalmente a Ucrania en cualquier escalada de conflicto.

Karina concluye diciendo que aquí hay un punto muerto. Mejor dicho, que es un conflicto difícil de resolver por el momento. Desde esta columna seguimos atentamente los acontecimientos y entendemos que, en vistas de lo que puede predecir la visión realista de las relaciones internacionales, la crisis puede volver a los niveles de 2014. Veremos…
Fuente: El Entre Ríos

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