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Que no se apague la sonrisa de Mabel Paiz.
Que no se apague la sonrisa de Mabel Paiz.
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Mabel, cucharón en mano, revuelve la profunda olla de 100 litros con la que cocina en el fondo de su casa. En lo que era el taller/galpón de su esposo, hace rato que funciona lo que empezó siendo un merendero y hoy también es un comedor: el “Todo Corazón” del barrio San Francisco (oeste) de Concordia.

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Mabel revuelve la olla con la que cocina para más de 40 familias). Agrandar imagen
Mabel revuelve la olla con la que cocina para más de 40 familias).
Está en su zona de confort y es lo que mantiene encendida su sonrisa: a los 57 años disfruta pasarse varias horas a la semana preparando una merienda o la cena para sus vecinos del barrio y de otros cercanos como el Constitución y Los Pájaros. Hasta ha cambiado el horario o suspendido el cuidado de su nieto para no faltar a la cocina. No está sola: dos hijas, una sobrina y una amigan ponen manos a la obra con ella; mientras que otras manos anónimas ayudan cuando y con lo que pueden.

Conversar en público o ser entrevistada no le resulta tan cómodo. Habla con “el hacer diario”, con la olla hirviendo, los baldes de helado llenos de guiso o un recipiente similar repleto de arroz con leche.

Sin embargo, aceptó la entrevista con la emisora de El Entre Ríos en Concordia. Lo hizo desde el hartazgo y la repetida frustración de tener que decirle a una familia: ‘no, hoy no tengo para cocinar’. ¿Sabés lo que significa decirle al prójimo que no hay para comer? ¿Podés ponerte por un instante en su lugar? ¿Cómo no sentir que, en tiempos difíciles, cuanto más arrecia la inflación y la economía en general, más hay que fortalecer esos espacios, en lugar de debilitarlos?

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“Lo hago por la memoria de un hijo que ya no tengo. A él le gustaba ayudar a los chicos que no tenían nada y así empecé en 2018”, recordó Mabel Paiz al respecto. “’Dejate de joder es un dolor de cabeza’, me dice mi marido, pero es lo que yo siento”, confesó.

Sí, esa profunda crisis que significó la muerte de un hijo fue la que la movilizó a desvivirse por darle lo que le falta al otro. Porque en el merendero “Todo Corazón”, además de comida, se celebran el día del niño, de la madre y cumpleaños u otros momentos festivos.

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La clave está en lo que dan los demás: “Esto empezó con donaciones y siempre fue así. Después, el municipio nos dio una ayuda: 11 paquetes de leche en polvo, 5 paquetes azúcares, 15 paquetes de fideos (de 800 gramos, cada uno) y 15 paquetes de arroz, 10 tetra packs de puré de tomate y 2 botellas de aceite”, recordó y marcó que ahora sólo reciben: “7 leches, 5 arroz, 6 fideos, 6 puré de tomate y 5 azúcar”.

A su vez, desde la comuna concordiense la acompañan con un “bono para la carne porque verduras no nos dan más. Además, esta semana que pasó tampoco nos dieron la leche. A mí se me hace imposible comprar y ahora tampoco me dan para el gas”, lamentó en “Despertá con Nosotros” (lunes a viernes de 7 a 9 por FM 88.7 Oíd Mortales Radio).

La mujer dice lo que hace: muchas veces, pone plata de su propio bolsillo para comprar la mercadería o los insumos que necesita. Para ayudarla ofrece su teléfono como contacto: +549 345 4967837. En concreto, en la última semana, el merendero “Todo Corazón” no recibió leche ni verduras, ni mucho menos dinero para el gas; mientras que del resto de los comestibles le dieron menos que antes”. Inconcebible.

Así y todo, en la casa C32 de calle 55 y Lieberman, en barrio San Francisco (oeste) se sigue cocinando: los lunes y miércoles, a las 16, se sirve la merienda (arroz con leche, fundamentalmente) y los martes y jueves la cena, desde las 19 (guiso de arroz o de fideo, mayormente). Son beneficiadas “45 familias, alrededor de 130 personas o un poco más”, estimó.

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Así se sirven las porciones de guiso, de fideo o arroz, según lo disponible. Agrandar imagen
Así se sirven las porciones de guiso, de fideo o arroz, según lo disponible.

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Cada vecino lleva un recipiente para retirar la comida, en este caso la merienda. Agrandar imagen
Cada vecino lleva un recipiente para retirar la comida, en este caso la merienda.
“Yo cocino en una olla de 100 litros y no alcanza. Mucha gente está sin trabajo porque trabajaba en la fruta y ahora no están haciéndolo”, describió sobre las familias que la rodean. “Encima estamos con amenazas: si no hacés tal cosa va la inspección y te cierran. Me parece mal porque esto fue con donaciones, está bien que controlen, pero no con amenazas. Si no tengo para cocinar, no pude hacer nada”, sostuvo.

Amplió, al respecto: “la verdura la compro yo, pero ahora se me hace imposible. Hoy tengo que hacer la comida y verdura no hay”, explicó este martes y contó que, “según dicen, la Municipalidad reduce o no entrega mercaderías porque los proveedores no les dan. Están cerrando comedores y merenderos que no trabajan y, a los que estamos trabajando, nos van a aumentar”, afirmó sobre algo que, de momento, no sucede en su caso.

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